Capitulo I. El testamento de Mebuki

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-Siento tu perdida Saku – la abrazó una hermosa rubia de ojos azules mientras besaba su mejilla, Sakura sonrió tristemente y limpio sus ojos antes de que pudieran salir más lagrimas de ellos.

Poco a poco fueron llegando sus amigos más cercanos y el abogado de su madre, el funeral fue muy elegante pero vacío, era sorprendente como en los momentos en que más se necesita todos desaparecen, todos excepto los más cercanos, los cuales por desgracia Sakura se había percatado de que la mayoría de los que tenía contemplados ni siquiera había asistido.

-Señorita Haruno, lamento mucho su perdida – hablo un hombre de 40 años, con un traje negro de diseñador quien había sido el abogado de su madre durante muchos años – se que no es un buen momento pero me gustaría que cuando se sienta lista podremos discutir respecto del testamento – finalizó aquel hombre mientras inclinaba su sombrero de coctel y se despedía de la chica.

Al día siguiente durante el entierro de Mebuki, Sakura se sentía desolada, jamás había experimentado una sensación de pérdida así, su corazón se encontraba en mil pedazos y poco a poco se quebraba más, mientras el féretro iba bajando hasta el hoyo en donde quedaría sepultado, la lluvia comenzó a hacerse presente y Sakura y algunos amigos cercanos permanecieron ahí, de pronto bajo un árbol vio una figura musculosa con un traje negro ajustado, quien traía consigo sujeta del brazo a una mujer rubia quien le regalo una dulce sonrisa.

Sakura corrió hacia donde estaba aquella mujer y la abrazo con fuerza mientras soltaba en llanto sin poder ocultarlo

-Tia Tsunade – exclamo la chica entre sollozos.

-Lo se cariño, lo se, ya estamos aquí – la acuno en sus brazos y beso su cabello mientras de sus hermosos ojos miel brotaban lagrimas para acompañar a su amada sobrina.

Tsunade era su única familia cercana que le quedaba, ella le había ofrecido mudarse con ella y su esposo a Konoha, Sakura había aceptado pues sabía que estar con su tía Tsunade y no sola era lo que le había gustado a su madre, así que una vez que empaco todo se fue con ella y su esposo; hacía mucho tiempo que no viajaba ahí, y lo poco que recordaba de Konoha había cambiado por completo, las carreteras eran pavimentadas, habían enormes puentes y espectaculares, una plaza comercial en donde antes se encontraba un pequeño parque y en el hospital municipal se encontraba ahora una pequeña universidad.

El parecido de su madre y el de su tía era sorprendete, a pesar de haber sido gemelas su tía siempre lucia mucho mas joven, su madre bromeaba diciendo que era a causa del botox pero Saku estaba segura que no era eso del todo, quizá el hecho de no lidiar con adolescentes problema era el motivo de que siguiera tan joven como lo estaba ahora.

Su escuela estaba a dos horas de camino, Saku no había querido cambiar de inmediato pues no quería perder semestre y tampoco a sus pocos amigos, ella era una joven mucho muy hermosa e inteligente pero demasiado tímida y reservada, jamás le había gustado destacar entre los demás, y ser la chica nueva a mitad de curso sin duda daría mucho de que hablar, así que todos los días estaría en la estación de tren a las seis de la mañana para alcanzar a llegar a Iwagakure.

El señor Iruka la había citado en su despacho, sería el día en que leerían el testamento de su madre, todo, absolutamente todo lo había heredado ella, pero al ser aún joven había nombrado a Tsunade como su tutora provisional, pues al no contar con los 21 años en muchos condados seguía considerándose como una menor de edad, aunque en Konoha (el lugar de origen de su madre y tia) desde los 17 años se podría considerar adultos ya a los jóvenes.

Iruka entregó un sobre cerrado en color amarillo, Saku lo abrió y descubrió una pequeña llave plateada con una media luna grabada.

-La combinación de tu caja esta dentro del sobre – comentó Iruka dejando sola a Sakura quien seguía contemplando atenta la llave.

Sabía que los bancos cerraban a las tres y ella salía de clases a las cinco, así que tendría que ir el sábado que era su día libre de la universidad, guardo la llave nuevamente en el sobre y se dirigió a casa de sus tios, durante el transcurso en el tranvía recordó algunas cosas que había pasado con su madre, era demasiado pronto para olvidarla, sin embargo sabia que estaba mejor, pues había sufrido tanto desde la perdida de su padre, se amaban tanto y finalmente estarían juntos, eso muy a su pesar la hacía sentirse mejor y extrañarle un poco menos.

Sakura no estaba acostumbrada a llegar a casa y encontrar a tanta gente, su tío Jiraiya era un hombre serio pero sumamente atento y alerta, aún y cuando ella tratara de ser sigilosa para no distraerlo de lo que quiera que hiciera con su grupo de alumnos (porque eran varios jóvenes mucho mas jóvenes que el que lo seguían como perros falderos a su dueño y por eso así decidio nombrarlos) siempre se daba cuenta de su presencia e incluso de su estado de animo, eso la irritaba un poco pues no le gustaba que nadie se metiera en eso.

-Saku, tu tia Tsunade ha tenido que salir, estare a fuera por si necesitas algo – comentó Jiraiya mientras indicaba a sus alumnos que salieran de la sala de estar.

-Gracias tio, lo tendre en mente – comento la pelirosa subiendo rápidamente las escaleras, pues se sentía incomoda en la forma en la que aquellos chicos actuaban, siempre que llegaba algunos la miraban expectantes, otros hacían ademanes como de oler a su alrededor (lo cual ya resultaba bastante extraño) y otros incluso había jurado que les había visto cambiar sus pupilas, pero quizá solo había sido el reflejo de la linterna o el uso de lentes de contacto o pupilentes, había leído en una revista que eso pasaba en ocasiones, así que sin darle mucha importancia se encerró en su habitación para hacer su tarea.


La próxima lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora