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A la mañana siguiente, Sung Kyu puede jurar que se ha lastimado la espalda. No recuerda la última vez que ha dormido sobre unas cuantas cobijas, pero sí que nunca antes se había sentido tan adolorido en su vida.
     Levanta la vista y observa a su compañero de habitación envuelto en la colorida cobija mientras se escuchan sus ligeros ronquidos. Kim suspira y se pone de pie, levantando su 'cama' improvisada del suelo.
     Se lava la boca, la cara y, después de cambiarse de ropa, baja a la cocina y encuentra a Sung Jong bebiendo algo caliente mientras sus ojos se mantienen fijos en su teléfono móvil.
     —Buenos días —dice el mayor, tomando asiento en una de las sillas frente al otro joven.
     —Buenos días, Sung Kyu. ¿Cómo dormiste?
     Kim recarga su cabeza en la mesa, suspira con pena y se aguanta las ganas de soltar un quejido.
     —Nada bien.
     Sung Jong también suspira y le palmea la espalda a Sung Kyu un par de veces.
     —Siento que la cama no sea tan cómoda. Haré lo posible por conseguir otra tan pronto como pueda, ¿te parece?
     Y Kim se mantiene en silencio unos cuantos segundos. Sung Jong no tiene por qué saber que ha dormido en el suelo.
     —Ajá... —susurra, amortiguando su voz contra la madera.
     —¡Muy buenos días a todos! —exclama de pronto Woo Hyun con una voz melodiosa cuando entra a la cocina.
     Sung Kyu se acomoda en la silla otra vez y Sung Jong le responde el saludo. Entonces Nam se acerca a ellos y toma asiento junto a su compañero de cuarto.
     —Oye, Sung Jong, esa cama es muy cómoda. Dormí como un bebé.
     El mencionado enarca una ceja mientras Sung Kyu empieza a juguetear con su móvil.
    —Ah. ¿En serio? —Lee sonríe y sujeta su taza de té para darle un pequeño sorbo—. Debiste compartirla con Sung Kyu. Creo que no aguanta el dolor de espalda por dormir en el suelo.
     El de ojos pequeños carraspea, estirando los brazos tras su cabeza.
     —¡Cómo crees! Es una cama individual. Sólo cabe una persona en ella. —Y Sung Kyu asiente a las palabras de Woo Hyun.
     —Pues, Myung y yo dormimos en una cama individual también y no estamos incómodos. Tampoco tenemos problema cuando hacemos el...
     —¡Sí! ¡Ya entendimos! —Lo interrumpe Woo Hyun, tapándose los oídos—. No necesitas darnos explicaciones, ¿verdad, Sung Kyu?
     El mayor aprieta los labios un momento antes de asentir. Sus mejillas se han puesto algo rojas y Sung Jong sonríe ante la curiosa imagen.
     —Y, ¿qué hay para desayunar? Muero de hambre —pregunta Nam, recargando sus codos en la mesa.
     —Mmh, pues... nada. —Sung Jong suelta una carcajada—. Tendrán que ir a comprar algo. Yo tengo un compromiso y voy a salir ahora, así que no puedo ir a la tienda ni prepararles el desayuno, pero descuiden, mañana les haré algo delicioso.
     El lindo muchacho se levanta de la silla y saca un objeto de su bolsillo para entregárselo a Sung Kyu.
     —Es mi tarjeta. Pueden comprar lo que quieran.
     —Qué amable. Gracias —dice Nam.
     —Sí. —Lee sonríe y luego de acomodase el abrigo le palmea la espalda a Woo Hyun—. Pero me lo van a tener que devolver a fin de mes, junto con lo de la renta del cuarto y los servicios, que, por cierto, han aumentado un cinco por ciento.
     —Creí que la comida estaba incluida —menciona Sung Kyu, indignado.
     —Bueno, eso lo veremos después.
     Sung Jong vuelve a sonreír, sale de la casa y deja a los otros dos un poco desconcertados.
     —Pues, prefiero comprar los ingredientes y hacer mi propia comida —dice Woo Hyun, mirando el plástico.
     —Yo no. No sé cocinar, así que prefiero pagar para que alguien que sí sepa lo haga por mí —menciona Sung Kyu, guardándose la tarjeta en el bolsillo del pantalón.
     Los dos muchachos se miran por un momento, luego se encogen de hombros y caminan a la salida.
     —¿Tomamos el autobús o vamos caminando? —pregunta Kim.
     —¿Qué tal si vamos en auto?
     —¿Qué? —Woo Hyun mueve las cejas graciosamente antes de enseñarle unas llaves mientras sonríe con diversión.
     —¿De dónde las sacaste?
     —Las tomé prestadas del cuarto de Sung Yeol.
     Sung Kyu lo piensa por un momento, aunque no dice nada más antes de caminar hacia el vehículo. Woo Hyun vuelve a sonreír y se apresura a abordar en el asiento del piloto.

     —¿Cuál es tu carne preferida? —cuestiona Woo Hyun una vez que se han detenido frente al conservador en el supermercado.
     —La de cerdo —dice Sung Kyu mirando por encima de su hombro.
     Nam toma una charola, inspeccionando la fecha de caducidad, y la mete al carrito junto con algunas cosas más.
     —Creo que es todo.
     Sung Kyu asiente y, antes de que pueda empujar el carro hacia una de las cajas para pagar, un par de chicas los interceptan.
     Una de ellas saluda a Nam con la mano, avergonzada, mientras que la otra no deja de sonreír. Los muchachos las miran por un momento y la chica sonriente se aventura a romper el silencio.
     —Dice mi amiga que eres muy lindo. —Y la otra le da un suave codazo en un costado—. Ella quiere saber si pueden intercambiar números de teléfono.
     Woo Hyun boquea y mira a Sung Kyu de reojo, carraspeando con ligereza mientras se acerca al muchacho de ojos pequeños para sujetarle de pronto de la cintura. Kim abre más los ojos por la sorpresa, pero no dice nada ni se aparta.
     —Lo siento, pero, tengo novio.
     Y aquella frase sólo hace sonreír a Sung Kyu con nerviosismo antes de que las chicas se alejen, demasiado decepcionadas ante la inesperada aclaración.
     —Ya se fueron. Ya puedes soltarme.
     —Oh, sí. Lo siento. —Woo Hyun deja escapar una divertida risa y Sung Kyu rueda los ojos, aunque también se siente un poco abochornado.

De camino a casa de los Lee, Sung Kyu se mantiene pensando en cómo Woo Hyun ha rechazado a la muchacha, y de pronto una suave risa escapa de sus labios, atrayendo la atención del joven a su lado, quien se ha detenido en un semáforo.
     —¿Puedo saber de qué te ríes? —pregunta, y Kim le vuelve a mostrar sus blancos dientes.
     —De ti. De tu insensibilidad hacia los demás.
     —¿Insensibilidad?
     —Sí. Esa chica sólo quería tú número y tú mataste sus esperanzas con crueldad.
     —¿Tú se lo hubieras dado? —Nam bufa—. ¡Es una extraña! Qué tal si es una de esas acosadoras, o peor, qué tal si es una asesina serial. No. No iba a arriesgarme.
     Y Sung Kyu suelta la carcajada.
     —¡Eres un paranoico!
     —Tal vez. Pero no me importa si estoy seguro así.
     Woo Hyun arranca de nuevo el auto y Sung Kyu suspira, llevando su vista a la ventanilla, observando los otros autos avanzar.
     —Siento haberte incomodado antes —dice de pronto el rubio, y el de ojos pequeños vuelve el rostro—. No soy gay, por si te lo preguntabas.
     Sung Kyu niega rápidamente con la cabeza.
     —No me incomodaste. No te preocupes. —Woo Hyun sonríe y el mayor lo secunda—. Aunque, es difícil pensar que no eres gay, con todos esos productos para la cara que tienes. Eso es algo raro en un hombre, ¿no lo crees?
     —¿Raro? ¿Qué tú no te cuidas la piel?
     —No como tú. Creo que te arreglas demasiado.
     —¡¿Qué?! —Woo Hyun detiene el auto de nueva cuenta y se vuelve hacia el muchacho— ¿Y qué me dices tú de la farmacia ambulante que guardas en tu maleta? ¿Estás enfermo? Porque yo te veo bastante sano, ¿sabes?
     —¡Son vitaminas!
     —¿Vitaminas? Sí, claro.
     —¡Me dan energía!
     —Creo que no las necesitas.
     —Mejor ocúpate de tus asuntos.
     Sung Kyu cruza los brazos al tiempo que frunce el entrecejo y forma un lindo puchero con sus labios. El rubio entorna los ojos, poniendo en marcha el vehículo otra vez.
     —Y tampoco soy gay, por si tú también te lo preguntabas —aclara Kim, regresando su mirada hacia la ventana antes de que el otro sonría para sí mismo.
     Y Sung Kyu no sabe por qué, pero algo le dice que las cosas entre Woo Hyun y él se pondrán más complicadas.

Una Habitación | WooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora