11.

799 107 28
                                    

Varias horas han transcurrido desde que Sung Kyu corrió lejos de Woo Hyun y éste no sabe si está bien. Quiere ir en su búsqueda, pero no tiene idea de dónde pueda estar y las ansias lo están matando. Ya pasa de la media noche; Nam está muy preocupado. Ha pensado en llamarle, pero es seguro que Kim no quiera responder.
     Al final, la desesperación lo carcome y toma su chaqueta porque ya no puede seguir esperando. Se dirige entonces hacia la puerta de la habitación y cuando la abre, sus nervios se transforman en remordimiento porque Sung Kyu ha regresado, y en su rostro no se refleja otra cosa más que los estragos de la decepción y el dolor. Sus mejillas están rojas por el frío y sus ojos demasiado hinchados por el llanto.
     Woo Hyun lo mira fijamente por unos segundos y quiere decirle algo, pero su garganta está atada con un angustioso nudo y sólo ve cómo el muchacho entra en la habitación y se mete al baño. Un momento después, Woo Hyun escucha correr el agua del lavabo pues Sung Kyu se está cepillando los dientes, y luego de otros cuantos minutos lo ve salir con el pijama puesto.
     Nam sigue sin saber qué decirle; piensa que ofrecerle una sincera disculpa no estaría mal, pero eso no parece ser suficiente para la acción tan vil que ha cometido.
     Con la incertidumbre brotándole por cada poro, Woo Hyun se sienta a la orilla de su cama y observa a Sung Kyu preparar la suya para irse a dormir; cuando termina, Kim se mete bajo la cobija y en el momento que quiere apagar la luz, el otro joven se atreve a separar los labios.
     —¿Podemos hablar, Sung Kyu? —murmura, aunque en el silencio de la noche sus palabras son fuertes y claras—. Quiero pedirte perdón.
     —¡¿Pedirme perdón?! —exclama Sung Kyu de regreso, incorporándose abruptamente sobre el colchón—. ¿Sabes, Nam? No quiero hablar contigo sobre lo que pasó, ni quiero que me pidas perdón porque, en realidad, todo es mi culpa. —Y Woo Hyun de pronto lo mira con desconcierto—. Si yo no hubiera iniciado todo ese asunto de que eras gay, no hubieras tenido razón para vengarte de mí. Así que ya déjalo. Considera esto como un empate: mi corazón roto por todas esas chicas con las que no pudiste salir, y sigue con tu maldita vida, porque esto es el final de nuestra amistad; si es que alguna vez hubo algo de eso entre nosotros.
     Woo Hyun se queda atónito, porque aparte de que ha lastimado a Sung Kyu, ahora ni siquiera le ha quedado su amistad. No obstante, ¿qué esperaba? ¿Qué Kim le dijera que no pasaba nada y las cosas volverían a ser como antes? Woo Hyun no es ingenuo, es un idiota; un verdadero estúpido que no pensó en las consecuencias de sus crueles acciones, y por supuesto que no puede regresar en el tiempo para evitarlo.
     Nam suspira hondo, agobiado y entristecido mientras Kim apaga la luz antes de acomodarse otra vez en la cama. Woo Hyun quiere decirle muchas cosas, como que al principio sí quería burlarse de él, pero que, al cabo de las semanas, todo el tiempo que pasaron juntos convirtió su falsa relación en algo real y significativo. Woo Hyun nunca se había divertido tanto, nunca había sido tan feliz con alguien, y ahora no sabe si le dijo la verdad a Sung Kyu porque ya no aguantaba que su conciencia le reclamase, o porque en verdad también se ha enamorado de él.
     Woo Hyun lo sabe, aunque eso sólo le traerá un interminable sufrimiento porque Sung Kyu ya no quiere saber nada de él. Al final, lo ha lastimado tanto, que el dolor los ha arrastrado a los dos hasta el profundo abismo de la desdicha.

     A la mañana siguiente, Woo Hyun se levanta como un rayo de la cama porque se ha quedado dormido. Con todo lo que hay en su cabeza, olvidó programar su alarma la noche anterior. Se cambia de ropa lo más rápido que puede y nota que Sung Kyu ya se ha ido a la universidad. Suspira con pena y se dice a sí mismo que, si aún fueran amigos, Kim lo hubiera despertado.
     Debido al retardo, Woo Hyun pierde la primera clase y cuando llega a la siguiente, no puede evitar buscar con la mirada a Sung Kyu, a quien encuentra en la primera fila, leyendo un libro. Y Woo Hyun no sabe por qué había pensado en la remota posibilidad de que ambos continuaran sentándose uno al lado del otro.
     A la hora del almuerzo, Woo Hyun se sienta en la misma mesa que ha compartido con Sung Kyu desde que iniciaron la escuela, pero su pecho se inunda de decepción cuando ve a su compañero pasar de largo sin siquiera mirarlo y ocupar la mesa de al lado.
     Sung Kyu lo está ignorando por completo y eso le quema. Woo Hyun nunca se ha sentido tan despreciable como en esos momentos, y sigue pensando en lo que puede hacer para intentar aminorar el rencor y el dolor que el joven de ojos pequeños siente gracias a él.
     Repentinamente, sus profundas cavilaciones se ven interrumpidas por una chica que se sienta junto a él. Woo Hyun no le pone atención, pero ella aprovecha el momento para apoyar la cabeza en su hombro.
     —¿Por qué tan solo? ¿Has peleado con tu novio? —pregunta ella con tono de burla, y la última palabra que Woo Hyun le escucha decir le clava una estaca en el pecho—. ¿Sabes?, a mí no me importa que seas gay.
     Y la chica se le acerca más, intentando darle un beso en la mejilla, aunque Woo Hyun no duda ni un segundo en levantarse de su asiento, dejando a la muchacha bufando de molestia para caminar directo a donde está Sung Kyu, quien levanta la mirada cuando lo ve detenerse frente a él.
     —Sé que no quieres hablar de esto, Sung Kyu, pero no puedo seguir con mi maldita vida si te he herido —dice, atrayendo las curiosas miradas de todos en la cafetería—. Cuando inventaste todos esos rumores sobre mí, sólo quise desquitarme, y no pensé en el dolor que te causarían mis mentiras. Sé que te enamoraste de mí; lo sé, porque la felicidad que compartiste conmigo era real, y porque gracias a eso... yo también me enamoré de ti. —Nam suspira y un par de escurridizas lágrimas escapan de sus ojos—. Te quiero, Sung Kyu. Te quiero como nunca imaginé querer a nadie. Por favor, perdóname por ser un idiota.

Woo Hyun traga el nudo que hay en su garganta y luego gira sobre sus talones, saliendo de la cafetería mientras todos los presentes lo miran, sorprendidos.
     Al fin lo ha dicho todo, y sólo le queda desear que Kim acepte su improvisada forma de implorar por su perdón. Porque no le importa lo que los demás piensen de él. No le importan las burlas ni las críticas. Sólo le importa cerrar la profunda herida que ha dejado en el corazón de Sung Kyu, y para nada le interesa si ha quedado como un tonto patético frente a toda la escuela.

Una Habitación | WooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora