4.

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     —Muy buenos días —dice Woo Hyun antes de sentarse a la mesa, a un lado de Sung Kyu. Sung Jong y Sung Yeol también los acompañan esa mañana.
     —Buenos días, Woo Hyun —responde el menor de todos—. ¿Listo para tu primer día en la universidad?
     —¡Por supuesto!, siempre estoy listo, Sung Jong.
     —Me alegra. ¿Quieres desayunar?
     —Sí, gracias.
     Woo Hyun observa el delicioso desayuno que el otro joven le sirve y se le hace agua la boca con el olor. Toma un trozo de fruta con un tenedor y cuando está por meterlo a su boca, es interrumpido por las palabras de Sung Kyu.
     —Me voy, los veo después —dice, levantándose de la silla y tomando su mochila del respaldo.
     —¡Espera! ¡Vámonos juntos! —exclama Nam, viéndolo ir hasta la puerta para salir de la casa.
     —¿Está molesto? —pregunta Sung Yeol—. ¿Es por lo de la cama?
     —¿Qué? ¡No, claro que no! Por favor, Sung Kyu es demasiado maduro para estar molesto por eso.
     —¿Cómo lo puedes asegurar si ni siquiera lo conoces?
     —Porque, bueno... sólo lo sé. —Nam se pone de pie, dejando el tenedor en el plato y robándole de la mano el pan tostado a Sung Yeol antes de correr a la puerta también con su mochila al hombro.
     —¡Oye!
     —Adiós.
     El muchacho cierra la entrada y los hermanos Lee se miran entre sí por un momento.
     —¿Tú no vas a ir a clases, Yeol?
     —Naaa... mis vacaciones aún no se terminan.
     Sung Jong rueda los ojos y pone los platos en el fregadero.
     —Bueno, yo tengo cosas qué hacer antes de ir a la escuela, así que puedes lavar los platos mientras...
     Y el sonido de la puerta cerrándose lo interrumpe. Sung Yeol ha escapado (como siempre) de ayudarle con las tareas de la casa. Sung Jong suspira y se mete la última rebanada de pan en la boca.

     —Sung Kyu, ¡Sung Kyu!
     —¡Qué!
    Nam le muestra un gesto de indignación y el mayor bufa por lo bajo.
     —¿Aún sigues molesto? —pregunta Woo Hyun mientras camina a su lado en dirección a la parada del transporte.
     —¿Molesto?
     —Sí. Por lo de la cama.
     Entonces Sung Kyu recuerda todo lo que su compañero de habitación le ha hecho hasta ese momento, incluso llegan a su mente las imágenes de su ropa amontonada en los cajones de la cómoda, porque Nam no puede arrugar su colección de camisas Denim. «¿Woo Hyun es idiota o qué le pasa?», piensa Kim.
     —No. Claro que no. No soy un niño para molestarme por esas cosas.
     Y Woo Hyun suspira ante su respuesta.
     —Es que, por un momento creí que lo estabas, y bueno, ahora que somos compañeros, debemos llevarnos bien, ¿no lo crees?
     —Por supuesto. Así que, olvida lo que pasó, ¿sí?
     Nam le sonríe y cuando el autobús llega, ambos suben y se sientan uno junto al otro.
     —La universidad será genial, ¿verdad? —comenta el más joven, haciendo sonreír a Sung Kyu con sorna, aunque Woo Hyun no lo nota.

     —¡Vaya! No puedo creer que tengamos las mismas clases.
     —Ni yo —dice Kim para sí mismo, suspirando con fastidio antes de que ambos tomen asiento.
     —Wow, no puedo creer que ella esté en nuestra clase —menciona Nam cuando observa pasar a una de sus compañeras, y quien lo mira de regreso mostrándole su blanca dentadura.
     Sung Kyu enarca una ceja.
     —¿No crees que ella sea una asesina serial, como lo creíste de las chicas del supermercado?
     —¿Quién? ¿Esa chica? Puff, ¡no! Ella es muy linda como par ser una psicópata. La invitaré a salir después de la escuela.
     Kim asiente un par de veces a pesar de que el razonamiento de su compañero le parece tonto mientras observa cómo le sonríe a la muchacha. Ella gira el rostro en repetidas ocasiones y no puede evitar lanzarle un corazón con los dedos a Woo Hyun, éste ensancha su sonrisa, y Sung Kyu entrecierra los ojos.
     —Buenos días, jóvenes. Soy el profesor Wang y el día de hoy vamos a tener un examen sorpresa. —Los quejidos de los chicos no se hacen esperar y el maestro comienza a repartirles las hojas—. No se preocupen, sólo contará el veinte por ciento de la calificación final. Está bien, pueden empezar.
     —Oh, por Dios, voy a reprobar en mi primera clase —masculla Woo Hyun al mismo tiempo que pasa la mano por sus cabellos.
     —Puedes copiarme si quieres —dice Kim, guiñándole un ojo.
     —¿En serio? Gracias —susurra Nam y el joven de pequeños ojos sonríe con malicia.

     A la hora del almuerzo, Woo Hyun y Sung Kyu se sientan juntos en una de las mesas de la cafetería. Ven pasar a Sung Yeol, pero el muchacho no les hace el menor caso cuando lo llaman, puesto que está muy entretenido tras un par de chicas.
     —El examen sorpresa de matemáticas sí que estaba difícil. Muchas gracias por ayudarme, Sung Kyu.
     —No hay problema. Para eso están los amigos.
     —¿Quieres una soda? Yo invito.
     —Sí, te lo agradezco.
     —En seguida vuelvo.
     Kim asiente varias veces y observa a su compañero caminar hasta una de las máquinas expendedoras. Frunce el ceño y una socarrona sonrisa se dibuja en sus labios cuando la idea de su venganza por fin cobra vida en su ágil mente. Mira a la misma chica de su primera clase entrar a la cafetería con un par de amigas y luego se pone de pie para ir en su dirección. Sung Kyu se sienta de pronto a su lado y la muchacha se sorprende, apartándose un poco de él.
     —¡¿Qué te pasa?! —exclama ella con enfado.
     —¿Qué te pasa a ti, tratando de ligarte a mi novio? —cuestiona Kim con un tono molesto e indignado. O al menos espera que así parezca.
     —¡¿De qué demonios estás hablando?!
     —¡No te hagas la tonta! Estabas muy metida en tu papel de quita novios esta mañana en la clase de matemáticas.
     —¿Qué?
     —¡Sí! Porque, ese chico —dice, antes de tomar a la muchacha por los hombros y darle la vuelta bruscamente en dirección a Woo Hyun, quien continúa metiendo monedas en la máquina—, es mi novio. Así que ni se te ocurra volver a mirarlo. ¿Entendiste, niña boba?
     La chica abre la boca y su mandíbula parece desencajarse. Las otras dos chicas cuchichean entre sí y luego ven a Sung Kyu alejarse hasta su mesa, llegando tres segundos antes de que lo haga Woo Hyun.
     —Sólo había de frutas, espero que te guste —dice Nam mientras le entrega la lata a su amigo.
     —De hecho, es mi favorita.
     Woo Hyun sonríe y toma asiento frente a Kim, quien desvía la mirada hacia las chicas de antes mientras abre el envase y lo lleva hasta su boca. Las muchachas los observan de reojo y sus expresiones no son más que de puro asombro. Sung Kyu deja la lata en la mesa y se acerca a Nam por encima de la madera.
     —Oye, ¿puedes comprarme un emparedado? —dice, deslizando un billete hasta los dedos de Woo Hyun, éste lo toma y vuelve a sonreír.
     —Claro.
     Woo Hyun se levanta de nuevo y va hacia el mostrador de comida. Sung Kyu se acomoda en la silla y le echa otra mirada a la chica cargada de suficiencia.

Una Habitación | WooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora