CAPITULO 2

95 9 0
                                    

Hacía mucho frio esa mañana tanto que me costo la misma vida despertarme.

Normal que a las siete y media de la mañana haga frio. Me levante todo lo rápido que pude, cogí la ropa que me iba a poner esa mañana, la cual estaba encima de la silla amarilla, donde todos los días pongo la ropa que me voy a poner. Me fui corriendo al baño, cerré la puerta y puse el calefactor a toda prisa con la esperanza de que el baño se calentara pronto, y así fue. Me quite el pijama y me puse los vaqueros claros, un jersey marrón ancho que tenía una cruz en medio, las boras marrones de militar. Me peine un poco el pelo y me pinte la raya del ojo y un poco de rímel después me puse un gorrito de lana beige. Apague el calefactor y me dirigí a la cocina-comedor donde en la mesa estaba mi madre y mi hermano.

—Buenos días –dije con voz de dormida

—Buenos días –dijo mi madre mirando a mi hermano para que por lo menos me saludara

La verdad es que mi hermano Ángel y yo estamos peleados, el quería la televisión para jugar a su querida Xbox , y yo quería ver mi serie favorita, empezó como una pelea cualquiera de hermanos,  pero las cosas se pusieron un poco feas, el empezó a insultarme, cosa que hace también un grupito bastante grande del insti, supongo que a nadie le gusta que le insulten pero a mi me hace más daño, y eso él lo sabe, desde hay yo me defendía como podía, y se creó una cadena de insultos continuos que, al final mi madre escucho y se llevó un cable de la tele, “para ninguno” dijo en ese momento mi madre mirándonos con cara de asesina.

—Buenos días Gracia –dijo en un tono poco amable y muy seco.

No me senté  ni nada, simplemente cogí una mini magdalena  de chocolate y un batido, me fui al salón y desayune allí . Cuando terminé me levanté y me dirigí a la puerta y me puse un pañuelo del mismo color que la cruz de mi jersey y un abrigo, me colgué la mochila y abrí la puerta.

—¿ya te vas? –dijo mi madre que había escuchado la puerta y se apresuro para despedirme antes de que me marchara.

—Si

—Bueno, ten cuidado

—Tranquila, lo tendré. Adiós

—Hasta luego –dijo agachando la cabeza y volviéndose para la cocina

Atravesé el lumbral de la puerta y comencé a caminar. Iba de camino al insti pero la verdad es que no me apetecía mucho ir, hasta se me paso por la cabeza hacer pellas y no asistir a clase, al final me arrepentí, no pude atreverme, quizás no sea demasiado valiente o alomejor algo cobarde.

Caminaba pensando en los que seguramente iba a pasar cuando llegara, seguro que ese indeseable grupo de niñas, que quieren hacerme la vida imposible,  empezaran a fastidiarme. Como siempre. ¿Por qué no me dejan vivir? La verdad es que, a pesar de todo lo que me hacen, intento pasar todo lo que puedo de ellas.  El camino se ha hecho corto. Ya he llegado. 

Extraña maldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora