CAPITULO 3

95 7 0
                                    

Ya eran las ocho y veinticinco, entre en clase y me senté en la mesa donde estaba María y Mario. María es lo mas parecido a una amiga que tengo. Vi de lejos a el grupito de las indeseables, a las que les e puesto el mote de 'las porculeras', por no parar de querer fastidiarme, ami, y a todo el que se le pase por delante, pero esta vez le han dado por mi. Observe como se acercaban y se lo comente a María. Ella me miro con cara de '¿ves que me importe?' si la verdad es que esas chicas le caen mal a todo el mundo.

—Hola denada -dijo remarcando la ultima palabra

—Hola Gemma

Siempre buscan algo para hacerme sentir mal, saben perfectamente que me da mucho corage que me digan denada. Peor lo hace, lo mejor es ignorarla.

—Hola María

—Adiós Gemma -dijo sin ocultar su sonrisa

—valla par de tontas – susurro Virginia lo suficiente alto para que lo escuchemos

—¿nos podéis dejar en paz? -dije fuñendo el ceño

Sin decir nada mas las por culeras abandonaron nuestra mesa y se instalaron en la mesa del empoyon de la clase. Tenia gafas, y braket. Me quede observando. Empezaron a quitarle las gafas y Gemma se las puso imitándole de forma exagerada y humillante. En ese momento mi sangre comenzó a hervir. Me arme de valor. Me levante de la silla y me dirigí hacia ellas.

—eh Gemma! Dejadlo en paz!- dije gritándole fuera de lo normal

-hay, ya viene la novia del cuatro ojos!... a no.. que ni siquiera el es tu novio.

—¿Sabes que? Prefiero no tener novio a ser conocida como la puta del instituto. No quisiera ser como tu, yo por lo menos soy buena persona, prefiero mil veces a que nadie sepa que existo a, que me critique por donde ponga un pie, Gemma.

La chica me miro con una cara diferente a la que suele mirarme, sus ojos brillaban. Sin decir nada le dio las gafas a Jonathan y se marcho. Volví a mi sitio un poco desconcertada, cuando llegue estaba María y Mario aplaudiéndome.

—¿porque aplaudís? -dije muy seria

—Le has echado cara a Gemma! -dijo María dejando de aplaudir pero sin que desaparezca su sonrisa

—¡bravo! -dijo Mario sin dejar de sonreír

Aunque seguía estando como un poco en shock, la mañana seguia avanzando y Gemma no me volvió a molestar, algo que no es normal.

Se me paso la mañana volando y, como todos los días me despedí de María y Mario con un abrazo.

Yo siempre suelo pasar por donde no pasa gente por miedo a que me digan algo, pero ese día fui por el otro camino. Pase por otro instituto que hay a una calle del mio, algo que no fue muy buena idea. Cuando iba caminando miraba al suelo, con la cabeza agachada en ese momento me choque con alguien. Mire hacia arriba, esa un chico mas alto que yo. ¡no!, no puede ser otro que mi ex novio, ¿porque a mi?. No he tenido muchos novios a lo largo de mi vida, el fue uno de ellos. La verdad es que lo quise como a nadie, era el único que llenaba ese espacio en mi corazón, pero a final el termino cediendo, y corto con migo. Para mi fue un golpe bajo, no me lo creía. Me quería morir cuando me di cuenta de que la persona que mas quería se fue de mi vida para no volver a entrar.

— lo.. lo siento-dije tartamudeando -.no te había visto

—no pasa nada- dijo apartándose de mi

y sin decir nada mas, el siguió su camino y yo el mio. No me puedo creer que después de tanto tiempo que haya aparecido. ¿porque no miro por donde voy? Si hubiera mirado no me hubiera chocado con el. Al final llegue a mi casa entre pensamientos y recuerdos.

—Mama, ya estoy aquí -dije entrando a la cocina

—que prefieres de comer, ¿fideos o pollo?

Me decidí por los fideos. Me puso el plato delante, además de el de mi hermano y el de mi padre, se sentó en la mesa y pego un grito avisando que ya estaba la comida, empezó en silencio, pero mi madre decidió romperlo.

—Gracia acuerdate que ahora a las cuatro y media tienes clase en la academia nueva, ¿tienes tarea?

—Si. -me limite a contestar, no quería ir a esa academia.

La comida siguió trascurriendo en silencio. Yo a pesar de que me había dejado algo en el plato no tenia mas hambre y me levante, cogí mi plato y lo lleve al montoncito de platos sucios. Me dirijí para mi cuarto y me mire en el espejo. Creo que no debería cambiarme de ropa para ir a la academia , me eche en la cama y me quede pensando. Las cuatro menos veinte. Las cuatro menos cuarto. Las cuatro menos diez. Me di cuenta de que me quedaba diez minutos, así que baje a la cocina cogí la dirección de la academia y la mochila, y sali de mi casa sin decir ni mu.

Extraña maldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora