¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ruggero Pasquarelli
Río fuertemente al ver como Jorge, mi mejor amigo, es tirado al agua por un chica que trajo a casa. Vivíamos juntos, era como una fraternidad, Jorge, Michel y yo.
Voy a mi cuarto por mi guitarra y comienzo a tocas un poco en el balcón. Me quedo pensando en algo... ¡Me acosté con Karol Sevilla! No me juzguen, estábamos borrachos y nos dejamos llevar, pero luego de eso, cada quien tomo su rumbo, supongo que la volveré a ver en algún evento o... No.
Veo como las rejas de la mansión se abren, y de ellas bajo una chica con gafas, una señora y dos tipos. ¿Quien los dejo pasar?
— Señor Pasquarelli, lo buscan. — Habla Marwa, la señora que nos ayuda en casa.
—Quien?
— La señorita Sevilla. — Sonrió. Me ha extrañado tanto que ha venido a verme .
—Diles que ya voy. —Me pongo perfume y me reviso en el espejo antes de salir de mi cuarto.
—Hola lin...— Antes de que pueda saludar a Sevilla, un puño impacta en mi mandíbula. —¡¿Que te pasa?!
— ¡Agustin! — Reconozco la vos de Karol, regañando al idiota que me golpeo.
— Eres un hijo de puta — Me habla el otro, que también parece ser de Italia, como yo.
— ¿De que hablan? Y ¿Por que vienen a mi casa a golpearme e insultarme?
— La embarazaste, idiota. —Suelta con odio el que me golpeo y mis ojos se abren como platos...
¡¿Karol y yo tendremos un bebe?! Ups... Creo que me acabo de desmayar .
Karol Sevilla.
— Valla, le encanto la noticia. —Dice irónico Pasquale, en que yo me abrazo a Agustín, mi hermano mayor .
— ¿Como te sientes? — Pregunta en mi oído mientras que intentan reanimar a Pasquarelli.
—Cansada... Quiero ir a casa. — Suspiro cerrando mis ojos.
—Pronto iremos. -- Besa mi frente y acaricia mi espalda .
Después de que lo confirmaran, llore, llore mucho. No he sabido que pasara conmigo, pues apenas se que seré madre desde ayer.
— Disculpe señora... ¿Podria dejar que mi hermana se acueste en uno de esos sofás? — Agus pregunta a la señora del servicio .
— Por supuesto, mientras que el señor Ruggero despierta.
Camino hasta los muebles que Pasquarelli tiene en su living y me siento en uno de ellos, Agus a mi lado. Me acuesto en su pecho, para después, caer dormida.