El crimen de la escarcha

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(Fragmento creado para  #LaHoradelMisterio del perfil de #Misterio.es).

Parte 1

Estaba helando; los charcos en la orilla de la calle se habían solidificado, formando una película de plata en extremo peligrosa para el transeúnte distraído.

Al llegar junto al cuerpo tendido en la bocacalle, con la cabeza sobre el cordón de la vereda, el joven detective pensó que se trataba de un trágico accidente, del que la escarcha era la principal sospechosa e indiscutible culpable.

—Dicen que un resbalón no es caída... —comentó el recién llegado.

—No seas desubicado; la viuda está por allá —lo reprendió el más viejo, quien llevaba un buen rato agachado junto al cadáver.

Se levantó con esfuerzo y dando una mirada significativa a su colega, movió los labios, en una frase silenciosa: «No fue un accidente». Ante la sorpresa en el rostro de su compañero, el veterano lo condujo aparte y le comentó lo ocurrido más temprano en su despacho.

Un desconocido había aparecido de la nada. La empleada lo recibió en la puerta, y sin identificarse, le manifestó que tenía información sobre un crimen que estaba a punto de ocurrir. Ella le indicó que el señor de la casa se encontraba en su estudio, y el visitante de inmediato subió las escaleras, sin decir una palabra más.

—No crea en lo primero que vea —le había advertido, una vez reunidos, mirando nerviosamente por el ventanal de su oficina—. Si busca bien, encontrará el pinchazo. Recuerde mis palabras: esta noche habrá un homicidio. —La luna se reflejó en sus ojos en ese momento, imprimiendo dramatismo a su declaración. Tras decir aquello, se había marchado, sin dejar referencias.

Tal como fuera advertido por el misterioso informante, el occiso tenía un minúsculo piquete tras la oreja, casi imperceptible. Alguien había querido que pareciera un accidente.

—¿Y cómo sabes que el desconocido no fue el homicida? —Fue la pregunta obvia que salió de la boca del detective—. Bien pudo concretar el crimen después de abandonar tu casa...

—Cuando tienes los años que yo tengo en esta profesión, aprendes a distinguir entre un culpable y un simple soplón.

Aquella respuesta no convenció al más joven. Su anciano compañero mantenía los métodos de la vieja escuela. Pero los tiempos habían cambiado y el mundo se había vuelto un lugar lleno de locos. Por lo que, luego de abandonar la escena, acompañó al viejo hasta su casa, con la excusa de discutir las posibles líneas investigativas del caso, pero con la verdadera intención de examinar el despacho: el último lugar en el que había sido visto su principal sospechoso.

Continuará...

(Nota: Gracias por leer este fragmento. Lamentablemente no seguí participando en la dinámica arriba mencionada, por lo que esta historia ha quedado inconclusa. Quizá algún día la continúe).

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