Capítulo Dos: Una Canción de Cuna

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Imperdonable

Capítulo Dos: Una Canción de Cuna

Agosto 1962

"Aquí tienes la oportunidad de ser parte de algo más grande que ti. No voy a detenerte, podría pero no lo haré. Shaw tiene amigos, deberías conseguirte algunos."

Tras este discurso, Charles entró en las instalaciones de la CIA, dejando a Erik confundido: nadie le había hablado con tanta franqueza y lógica. Charles era la primera persona, sí, la primera desde que ingresara en el Campo de Auschwitz que lo había tratado como a un ser humano que merecía respeto porque le había confesado que aunque bien podía hacerlo, no lo manipularía.

Erik reflexionó un rato. Quizás en la vida había más que venganza y traición, quizás Charles Xavier podía mostrarle un nuevo camino y quiso darse una oportunidad.

Pasó la noche despierto en su cama, observando el techo y pensando en su destino y en el fascinante Charles, un hombre franco, honesto, bondadoso, compasivo, que había arriesgado la vida al arrojarse al agua para salvarlo. Eso sin contar lo atractivo que era. ¿Atractivo?, se repitió Erik. Sí, atractivo, y sintió como levemente el metal vibraba en la recámara.

Bufó por lo extraño y absurdo de la idea. Él ya había estado con mujeres sensuales. Una de sus conquistas más importantes había sido una señorita de Washington, mayor que él, de apellido Maximoff. Recordaba cuánto había disfrutado de su relación y también la razón por la que habían terminado: una mañana los dos descubrieron que no se atraían más y Erik, a su vez, descubrió que lo aterraba la idea de pasar la vida atado a ella. Atado no unido. Sin embargo, era increíble que no sintiera lo mismo al pensar en Charles. Sentía que con Charles, si tuviera la chance, haría lo que fuera por seguir con él hasta el final de su vida.

Erik se sentó para frotarse los ojos, aturdido. ¿Charles Xavier? ¿Pasar la vida a su lado? ¿Qué le estaba ocurriendo, por el amor de Dios?

Por la mañana interrumpió la plática entre Xavier y el hombre de traje oscuro. Sorprendió gratamente a su amigo al demostrarle que no se había marchado y el día se le transformó cuando Charles se plantó para dejar en claro que lo apoyaba en su propuesta de reclutar juntos a otros mutantes.

Al hombre de traje oscuro no le había quedado más opción que aceptar.

Llamaron a Hank y a Raven para dirigirse todos juntos a probar a Cerebro. Desde el instante en que Charles se conectó a la máquina, Erik sintió que la atracción crecía y tuvo que parpadear varias veces para quitarse de encima la imagen de su amigo desnudo. Estuvo a punto de tener una erección y tuvo que meterse ambas manos en los bolsillos de los pantalones para disimular y calmarse. Hank y Charles estaban demasiado concentrados en Cerebro, Raven estaba demasiado concentrada en Hank pero volteaba de a ratos y podía darse cuenta. Erik bajó la mirada para sonreír ante lo absurdo de la situación. ¡Dios! Realmente Charles Xavier lo estaba enloqueciendo.

Después los cuatro decidieron festejar la hazaña con un brindis. Bebieron champagne y entre los chasquidos de las copas, Erik y Charles se miraron y con sus expresiones se dijeron todo. Cinco minutos más tarde, ambos se habían escapado a la recámara de Xavier para desvestirse y comenzar su relación.

Mientras reclutaban a los jóvenes mutantes, mientras trabajaban para la CIA, mientras viajaban de incógnito a Rusia donde Charles lo persiguió para no dejarlo solo y corrió el riesgo de que lo abandonaran a él también, todo ese tiempo encontraron espacios para amarse en secreto. Al principio Erik sostenía que solo tenían relaciones sexuales, pero cuando finalmente se mudaron a Westchester empezó a sentir que Charles no solo lo atraía sexualmente sino que lo había enamorado.

Imperdonable (Cherik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora