Capítulo Cuatro: Reflexión

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Imperdonable

En este capítulo mezclo escenas propias con las de "Days of Future Past" para que encaje en la trama.

Capítulo Cuatro: Reflexión

Charles no volvió a saber de Erik hasta noviembre cuando Hank miraba las noticias sobre el asesinato reciente de John F. Kennedy. Estaba ultimando detalles para abrir la escuela en Westchester y esperaba que esto le diera un motivo para no seguir lamentándose su desdicha. Pasaba por el corredor rumbo a la biblioteca en la silla de ruedas y oyó el nombre de Erik Lehnsherr en la televisión. Entró en la sala interesado y vio cómo su antiguo amante era llevado con esposas de plástico por la policía. El locutor anunciaba que habían capturado al verdadero autor material del crimen y, de esta manera, quedaba explicado el curso de "la bala mágica".

-No puede ser – murmuró Hank sin dar crédito -. Erik asesinó a JFK.

-¿Y qué esperabas? – bufó Charles con desprecio. Sorprendido, Hank volteó hacia él -. ¿Qué puedes esperar del hombre que asesinó a su propia hija?

Hank se acomodó las gafas. No sabía qué responderle. Charles se marchó con aire despreocupado. Sin embargo, la noticia sí lo había afectado profundamente. Entró en la biblioteca, se llevó las manos a la cara y lloró silencioso.

Meses después tuvo que cerrar la academia por la Guerra de Vietnam y ni el descubrimiento posterior del suero ni la movilidad de las piernas pudieron sacarlo de su angustia. Con el correr de los años dejó de derramar lágrimas y se fabricó una coraza para disimular apatía. Se volvió adicto al suero y bebía demasiado alcohol. Se excusaba diciendo que la bebida y las inyecciones lo ayudaban a callar las voces en su cabeza pero Hank, el único que aún seguía a su lado, conocía el verdadero motivo: Charles no soportaba sentir su propia mente repleta de sentimientos y recuerdos de Erik y de su hija. Perdió las ganas de vivir y dejó de proteger a los mutantes. Cuando salía para algún evento, o iba a algún parque o al supermercado y se topaba con alguna niña o un bebé, o veía alguna pareja de enamorados, lloraba desconsoladamente. Por eso, a finales de los sesenta, se confinó en Westchester y no salió más. Solo Hank se encargaba de los trámites y de las compras.

Para cuando Wolverine llegó del futuro ya no quedaba ni un ápice del Charles Xavier optimista y generoso. Lo que encontró fue a un hombre destruido, alimentándose de forma enfermiza con su propia tragedia.

Erik no la pasó mejor. Decidió sosegar la culpa dedicándose de forma exclusiva a la causa mutante. Recorrió el país y se relacionó con mucha gente. Su pasión y entrega causaban admiración. Pero lo que nadie sabía era que cada noche, después de avivar con discursos los corazones de los demás, se encerraba en su cuarto sin poder dormir. Solo pensaba horas y horas en la familia que había perdido. El remordimiento lo carcomía y extrañaba a Charles. Sin embargo, por las mañanas, retomaba el día con la misma idea: que había hecho lo correcto porque le había salvado la vida, hasta que recordaba la carita de su hija y volvía a sufrir de pena y culpa.

Muchos mutantes fueron secuestrados y masacrados sin que él pudiera evitarlo. Gracias a Mystique supo que atentarían contra el Presidente por ser uno de ellos y viajó a Dallas. No recuperó más la libertad. Lo confinaron en un calabozo en el Pentágono en completo aislamiento. Solo el recuerdo de las dos personas que más amaba lo salvó del suicidio.

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Charles accedió a ayudar a Logan solo por Raven. Al explicarle que necesitarían a Magneto, su primera reacción fue la carcajada sarcástica para luego pasar al enojo y no fue hasta después de una larga reflexión que decidió aceptar. Apenas las puertas del ascensor se abrieron y se enfrentó cara a cara con él, todo el rencor y sufrimiento soportados por una década se liberaron en una bofetada.

Imperdonable (Cherik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora