Capítulo Cinco: En Sueños

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Imperdonable

Capítulo Cinco: En Sueños

Charles se encontró de pie dentro de un túnel lleno de luz. Al final había un jardín verde y florido iluminado por el sol. Oyó una risa infantil. Cayó en la cuenta de que estaba parado y podía mover las piernas. Salió. Afuera descubrió que el lugar era muy parecido a los jardines de Westchester con sus estatuas, plantas, árboles, piedras, fuentes y columpios. A lo lejos distinguió a una niña corriendo y riendo alegremente. Tenía el cabello largo oscuro recogido en dos coletas. La pequeña corrió hacia él distraída y lo esquivó para subirse a una fuente y caminar por el borde. Después saltó y corrió a oler las flores de los arbustos. Finalmente se subió a un columpio. Todo el tiempo reía y su risa sonaba a campanitas al viento.

Interesado, Charles se le acercó. La niña volteó hacia él.

-¡Papá! – exclamó con entusiasmo y brincó del columpio para salir a su encuentro.

Charles quedó de una pieza. ¿Quién era esa niña? ¿Acaso era su hija? Conmovido se arrodilló en el pasto para recibirla. La estrechó con fuerza y la cubrió de besos. Luego se separó apenas para observarla. Era hermosa, alta como Erik con sus facciones y sus ojos. De Charles tenía el cabello y también la sonrisa franca y cálida. Su aspecto era el de una niña de diez años. La misma edad que hubiera tenido si estuviera viva.

-¡Mi hija! – exclamó y volvió a abrazarla con fuerza -. ¡Eres mi hija! ¡Sarah! No puedo creer que realmente seas tú. ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Cómo puedes estar aquí si tu realmente estás . . .

Charles no se atrevió a terminar la frase. La niña cerró los ojos y apoyó la barbilla contra el brazo de su progenitor, que seguía estrechándola.

-Sarah es el nombre que me pusiste, ¿verdad, papá?

-Tenía que hacerlo – contestó Charles emocionado -. ¿Cómo iba a permitir que no llevaras uno?

-¿Es el nombre que escogieron los dos? – preguntó la pequeña, inocentemente.

Confundido, Charles la apartó apenas.

-¿Qué quieres decir?

-Tú y mi otro papá. ¿Los dos eligieron juntos ese nombre para mí?

Charles la miró perplejo.

-No, aun estábamos decidiendo entre nombres de niños y niñas. Sarah estaba en la lista y lo había escogido yo.

-¿A él le gustaba?

-Sí, por eso estaba en la lista. Pero no puedo creer que estás aquí conmigo, hermosa y grande – le acarició la mejilla -. ¿Cómo llegaste, Sarah? ¿Por qué tengo la dicha de estar contigo?

-Estamos en tu sueño – sonrió -. En los sueños todo puede pasar. Es un lugar mágico.

Charles había leído a los doce años "La Interpretación de los Sueños" de Freud pero no se atrevió a contradecirla, quería creer en la magia, quería creer que existía un universo que la ciencia no podría nunca terminar de explicar, quería tener esperanza.

-¡Quiero columpiarme! – exclamó Sarah -. Ayúdame.

Charles la tomó de la mano, que era cálida y suave, y fueron caminando hacia el columpio. Con cariño, la cargó para acomodarla en la silla y comenzó a mecerla despacio.

-¡Más fuerte! – reclamó.

Riendo, Charles la empujó con más fuerza. Recordaba la confesión de Erik en el avión y se preguntaba cómo reaccionaría si descubriera que su hija era tal cual la había imaginado. Jugaron así por un largo rato hasta que Sarah comenzó a moverse aburrida.

Imperdonable (Cherik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora