Inspección

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  Las diferentes cajas representadas a lo largo de los capítulos son como metáforas. Como el abrir un libro, pueden llevar tanto sentimientos como nuevas experiencias. 

. . . . .

-Vaya... -El señor Gar contestó al finalizar de oír la canción preparada por el inventor.- Muchas gracias por la linda tonada, ¿con quién tengo el gusto?

-Black Hat Organization. -Flug respondió tranquilamente, ya se pudo relajar al notar que su experimento era todo un éxito. Tomó un lapicero de su bolsillo y sin cuidado se preparó para rallar los planos de su invento con nueva información.

-Es todo un placer, quiero 50 caj--no, mejor 100 cajas de su mercancía más peligrosa para el día de mañana, y permítame depositar el costo de la mercancía ahora mismo en su cuenta bancaria ¿quieren?.

Muy triunfantemente el doctor recostó el auricular en su hombro, se dedicó a pedir los datos del héroe y apuntarlos con rapidez mientras Black Hat solo lo observaba con mucho interés y el asombro que, por primera vez, se había ganado tras grandiosa exposición de maldad.

El demonio lo miraba detenidamente. ¿Desde cuando Flug se convirtió tan audaz?. ¿Era producto de no dormir desde hace días?. ¿Tal vez de no comer mucho?. Lo notaba tan delgado como siempre pero algo en él se veía distinto. Se veía como todo un campeón recibiendo su medalla, y aquello no era nada malo, hasta sentía orgullo de verlo trabajar tan audazmente. Tanto así que..espera, ¿orgullo? ¿por una criatura humana? no, por supuesto que no, él sólo hubiese podido sabotear cualquier compañía hace mucho, simplemente no lo hizo porque hubiera causado un alboroto demasiado complicado para su gusto.

Casi al terminar, el doctor tomó la pantalla táctil de operaciones que siempre llevaba dentro de un bolsillo de su bata y se dispuso a mandar los productos que le pedía el cliente junto al depósito de su dinero en la cuenta de la compañía, una sonrisa muy satisfactoria escapaba del rostro de su jerarca.

Culminando, Flug se despidió educadamente y sintió un alivio desbordante, y muchas ansias de ver la reacción de su jefe al hacer tan buen trabajo. Dejó el teléfono en su lugar y miró a Black Hat con la emoción de una quinceañera apunto de recibir su vestido, manos tapando su boca y destellos en los ojos.

Black Hat parpadeó perplejo ante la "asquerosa" reacción de felicidad, sonrojado por lo que era.. según él.. vergüenza ajena. -¿QUÉ MIRAS? ¿Qué quieres que haga, ah? ¡¿Te felicito por hacer un trabajo bien?!

-Acepto sus felicitaciones mi jefecito... -Dijo con una voz dulce, suspirando aliviado mientras su jefe lo miraba estupefacto, el otro continuó..- ..¡Oh! Lleva un lindo reloj en la muñeca por cierto, un Rolex muy lindo. ¿Mañana grabamos, verdad? ¿Le parece si lo hacemos? Yo con gusto hago lo que me pida.

Pero qué audacia... esa osadía, El ATREVIMIENTO, Lucifer. Se atrevía a hablarle a su líder de esa forma como si--como si hubiese recibido una felicitación verdadera, incluso halagando su gusto por los relojes y ¿¿para COLMO quería conversarle... y complacerlo?? ..¡¿AÚN MÁS?!.

-¡¡¡YA LARGO!!! -Gritó el demonio, parándose de su asiento con la fuerza del trueno que pasaba en ese preciso instante. Sus ojos y espalda prendieron en fuego al segundo, lo que hizo a Flug quitar toda compostura y gritar tan agudamente como le era humanamente posible.

-¡-S-S-SI MI JEFECITO! - Dejó sus cosas y se fue corriendo del cuarto, volvió su cabeza para gritarle "¡Buenas noches!" con una voz contenta y suave para después seguir hasta llegar a salvo a su laboratorio. Aquello hizo que su jefe gruña cual perro enfurecido, pero se calmó rápidamente para meditar lo que había pasado esa noche.

Qué buenas noches ni qué nada.

Todo era tan anormal esa noche, primero Flug hacía un buen trabajo, ¿y ahora resulta que el señor Black Hat le perdonó la vida? Pero qué vergüenza. Un supervillano no puede enorgullecerse de otro villano, Black Hat, ¡solo estás en este mundo para burlarte de otros villanos, robar sus almas y venderlas al mercado como baratijas inservibles!.

Enfurecido un poco aún, Black Hat miró la caja que había dejado su acompañante. Y no dudó por un segundo en levantarla con sus propias manos.

La observó de cerca, sintió su aroma y al instante relajó su tensión. Olía como su científico, con una pizca a roble. Nada mal. Quitó uno de sus guantes para recorrer la parte de adentro del mecanismo con cuidado y admirar el esfuerzo que evidenciaba este.

Teorías de Amores VillanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora