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TaeMin estaba recostado en el piso de su habitación, el día había sido aburrido después de la escuela. Miro el reloj que estaba en la pared, notando que eran las nueve de la noche, se dirigió al baño para darse una ducha y después irse a dormir, de un modo no tenía nada más interesante que hacer. El sonido de su celular llamo su atención justo antes de que entrara al baño, regreso por el, tal vez alguno de sus amigos también estaba aburrido. Una sonrisa burlona apareció en su rostro al ver la solicitud que acabada de llegarle.

Lo pensó un poco, pero termino por aceptarla. Mientras se duchaba su celular volvió a sonar, espero hasta que terminara pare revisarlo. Una nueva sonrisa adorno su rostro al ver a la persona que le había mandado un mensaje.

Choi MinHo

Hola Lee.

Lee TaeMin

Hola Choi.

Respondió después de varios minutos. Sospechaba que el chico le reclamaría de las galletas.

Choi MinHo

Me debes unas galletas.

Lee TaeMin

Ni loco. Fue mi pequeña venganza, siempre me haces bromas.

Choi MinHo

Si no me pagas las galletas te hare más.

Lee TaeMin

Puedo defenderme.

Choi MinHo

Uy el niño se está revelando.

Lee TaeMin

Púdrete.

Choi MinHo

Espero mis galletas.

Lee TaeMin

Sigue esperando.

Buenas noches MinHo.

TaeMin soltó un bufido al ver que MinHo lo dejaba en visto. Estaba loco si creía que pagaría esas galletas, y no había mentido al decir que podía defenderse, si MinHo continuaba haciéndole bromas él se las regresaría. Seco su cabello y se acostó dispuesto a dormir.

******

TaeMin iba caminando lentamente, ese día entraba demasiado temprano, el sol apenas había salido, en momentos así agradecía vivir cerca. Metió las manos a sus bolsillos, sintiendo como el frio pegaba a su rostro, bajo la mirada, aun tenia demasiado sueño, esperaba que ese día el profesor no llegara y así podría dormir un poco en el salón.

Sintió como una mano se posaba en su cabello, rápidamente se giró asustado y se encontró con la sonrisa burlona de MinHo.

- No te asustes enano, soy yo.

- Justo por eso me asusto... A parte no me digas enano – dijo con molestia retomando su camino.

- Pero lo eres, eres muy pequeño – lo siguió.

- Hasta donde se tu amigo es más pequeño que yo.

- Si, también es pequeño – se burló - ¿Nunca te peinas?

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