12. La caida

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Hola amigososas. El día de hoy esta bastante peligroso... pero emocionante. Espero que les esté gustando.

Un abracito y no olviden apoyar mi trabajo.... Besitos.

Cary

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El olor dentro del tubo era espantoso. Obviamente nunca se aseaba allí dentro. Catalina se sentía mareada, y no solo por el olor, sino por las varias vueltas en caracol que seguía dando y dando hacia abajo. A ella nunca le había gustado arrojarse por diversión desde los altos toboganes en las atracciones acuáticas y ahora se arrepentía no haberlo hecho por lo menos una vez. Ya saben para tener experiencia en el asunto. Mantenía los ojos cerrados y aferraba fuertemente a su gatito dentro del trasportín contra su pecho para evitar que se lastimara, envolviéndolo con sus dos brazos. Apretaba los labios contra sus dientes para evitar gritar. Sabía que cuando saliera del ducto el golpe sería fuerte. Solo pedía no lastimarse tanto en la caída, o caer sobre algún desecho peligroso, como metal, madera o vidrio. No quería ni pensar qué clase de herida podría provocarse.

Finalmente sintió como fue expulsada al aire, la caída libre fue graciosa y perfecta, como sacada de una película. Cayó sobre el montón de basuras del contenedor, y agradeció el que ese día no fuese día de recolección y haber caído de espaldas, de este modo amortiguo la caída de Black, amortiguando la suya propia con su trasero. Gracias a la cantidad de bolsas llenas de basura el contenedor estaba casi lleno total, por lo tanto el golpe no fue tan fuerte, a excepción de la rodilla derecha que golpeó la pared del contenedor, la espalda dolió un poco más que el trasero. Abrió los ojos solo para observar su morral caer tras ella y yendo directamente sobre su cabeza. Dejándola mareada del golpe, desorientada y perdiendo por unos pocos segundos el conocimiento, a causa del dolor. Una espesa bruma se formó en su cabeza, junto con un dolor latente, sus ojos no enfocaban la vista hacia ningún sitio.

Aun se encontraba dentro de su aturdimiento cuando sintió como la halaban por el codo derecho hacia arriba. Lo cual le provocó de inmediato una descarga de adrenalina que le hizo regresar a su realidad.

- Suéltame, suéltame. – exigía golpeando la mano que le aferraba.

- Tranquila, te sacaré de aquí. No hagas ruido. – la voz del detective García fue como un manantial en medio del desierto.

- Santo Dios. Detective García. Gracias, gracias.

Cat, trató de ponerse en pie rápidamente, pero aun se sentía mareada y desorientada. Volvió la vista buscando y tanteando tratando de encontrar suu morral con las cosas y su bolso de mano. Oscar solo la observaba anonadado, como tomó sus cosas. Catalina verificó que Black estuviera dentro de su trasportín, encontrándolo ileso, pero muy asustado. Sus ojitos amarillos, observaban con miedo desde adentro sin emitir ningún ruido.

- Toma mis cosas. – le pasó al detective su morral y bolso.

- Muchacha esto pesa una tonelada, ¿cómo lo cargaste?, y lo más importante ¿con qué tiempo?. – comentó mientras lo ubicaba en su espalda y el bolso sobre su hombro y le ayudaba a salir del contenedor.

Osar se acomodó mejor para poder tomarla de las axilas y ayudarla a saltar desde el borde del contenedor. Observó con asombro, que no solo ella había hecho un morral de expedicionario como para unas vacaciones, sino que no había olvidado al gato y que había sido capaz de bajar por el ducto sin pensar en el peligro de desplomarse por el camino.

- ¿Y tus zapatos? – preguntó García mirándole los pies desnudos.

- En el baño. – contestó ella como si fuese lo más normal del mundo.

Tras estar en tierra firme, Oscar ubicó a Catalina tras él protegiéndola con su cuerpo, observó de un lado hacia otro, tomando el arma nuevamente en las manos y mantuvo posición de vigía dispuesto a actuar. Oscar se encontraba en el costado del edificio inspeccionando los alrededores, debido a que buscaba la manera de entrar al edificio por un sitio que no fueran las puertas delanteras, ni la trasera, las cuales estaban siendo custodiadas desde adentro. Cuando escuchó el ruido del metal al ser golpeado por la fuerza centrífuga del objeto que se desplazaba por dentro del ducto, espero ver caer cualquier cosa, menos a ella. Cuando la vio caer, su asombro fue inmenso, así como el alivio de saber que Catalina había hallado la manera de salir, aunque hubiese sido la manera menos ortodoxa de escapar, pero lo había logrado. Por un momento esperó que Roger viniese detrás de ella, pero sabía que el peso de su compañero sería demasiado.

- Ven ocúltate detrás del contenedor mientras verifico que podamos llegar al auto. – le pidió llevándola hacia el lugar, pidiéndole que se agachara.

Oscar fue hasta el final del pasillo, y verificó que no hubiese nadie. Regresó por Catalina trayéndola consigo. Lograron salir del pasillo y doblar la primera esquina cuando se escuchó la primera detonación de arma, y tras de ella una lluvia de disparos que espantó a todas las personas que desafortunadamente transitaban inocentemente por la calle. Aquel no era un barrio violento, por lo cual las personas huyeron espantadas buscando refugio. Oscar aferro la mano de Catalina para no perderla por el camino y empezó la apresurada huida hacia el auto, tratando de mantenerse siendo un blanco no fácil de apuntar. Sin preverlo de uno de los laterales de la calle, salió de repente Roger. Uniéndose a ellos en la escapada, tratando de cubrirles la espalda con el arma también desenfundada.

- ¡Demonios!. – expresó – Me dieron.

Catalina trató de detenerse para ayudarle, pero Oscar no se lo permitió.

- Sigue, sigue. – exigió Oscar – No podemos detenernos.

- Pero Roger está herido. – Protestó angustiada con voz ahogada por la marcha y el miedo.

- Nada grave, sigue. – aseguró Roger.

Llegaron al auto, subieron apresuradamente. Los policías de la patrulla que los había acompañado, estaba tratando de contener a los maleantes. Oscar tomó el puesto del conductor, Roger el del acompañante, a Cat la hicieron acostarse en el asiento trasero en posición fetal, mientras emprendían la huida.

Oscar condujo como si lo estuviese persiguiendo el diablo, se pasó varios semáforos en rojo. Casi poniendo en peligro a los demás conductores por sus maniobras osadas. Roger, mientras tanto vigilaba constantemente que ningún otro vehículo los estuviese siguiendo, y deba aviso por la radio a su superior y a la base para que estuviesen al tanto de la situación, con el fin de que trataran de despejarle las vías y prepararan su llegada.

- ¿Donde estabas?. - Preguntó Oscar a Roger.

- Estaba frente a la puerta de Catalina, escuche un ruido extraño cerca de las escalera, me dirigí hacia allí, pero luego solo sentí un golpe en la cabeza y no recuerdo más. Solo desperté un momento después escuchando una conversación a gritos de unos hombres que bajaban corriendo por la escalera, los seguí y llegue a ustedes desde detrás de ellos.

Oscar mantenía el ceño fruncido mientras pensaba y seguía conduciendo.

- ¿Qué demonios fue lo que paso? ¿Y ella por dónde salió?

- La encontré por el costado del edificio, nosotros solo tratábamos de llegar hasta el auto cuando el tiroteo comenzó. Salimos por los pelos. Solo espero que nadie haya salido herido. – anunció Oscar aferrando fuertemente el volante del auto sacando su frustración.

Roger asintió con la cabeza, el silencio se sumió dentro del auto, Oscar y Roger cada uno de ellos se planteaba preguntas sin respuesta dentro de sus cabezas tratando de encontrar la lógica de todo el asunto, algo que era imperativo de esclarecer. Catalina, muerta de miedo se aferraba a su gatito, tratando de calmarlo con palabras suaves. Tanto para calmarlo a él como a ella misma. Sabía que la vida tranquila, y apacible que había llevado hasta ahora, que antes le parecía aburrida había llegado a su fin, y ahora quien sabe hasta donde la llevaría.

DESEOS CUMPLIDOS |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora