16. Dando vueltas

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Habían estado aproximadamente conduciendo por cuatro horas por carreteras secundarias, dando vueltas sin rumbo específico. Catalina se mantenía despierta y en guardia en el asiento trasero de la camioneta, Oscar conducía hacia donde se le daba la gana, por más que Roger preguntaba el destino, el otro no le respondía lo que quería saber. Cat había cesado de esperar una respuesta correcta, así que ella simplemente observó la llegada del día, salir de la oscuridad y sombras de la noche, hasta quedar totalmente cubierta por la radiante y calurosa luz del sol. Arribaron a una estación de gasolina en la carretera, y bajaron cautelosamente.

- Llenaremos el tanque de combustible, compraremos alimentos suficientes y volveremos a marcharnos en máximo 20 minutos. – Aseguró Oscar.

- ¡Tú no das las órdenes! – protestó Roger, quien se encontraba bastante molesto que su compañero no compartiera los planes con él.

- No me importa. Iremos todos juntos a cualquier sitio.

- ¿No me escuchaste?. ¡Tú no das órdenes! – Espetó alzando la voz.

La paciencia de Oscar se colmó, empujó fuertemente a Roger contra el vehículo, tomándolo por la camisa y ejerciendo presión amenazadoramente. Catalina solamente corto su respiración un momento por la sorpresa y temor que le provocó esa veta violenta de Oscar.

- Los tres a todos los sitios. – siseó. - Y sí, Haremos lo que yo digo, hemos sido delatados en dos ocasiones y esto, ya no es casualidad.

Catalina quien se encontraba al lado de los dos hombres, no pudo más que intervenir.

- Creo que Oscar tiene razón. – Argumentó Catalina tímidamente.

- Sí, tengo razón. Muy pocas personas sabían de nuestro paradero. Así que ya no correremos más riesgos. Andando!

Roger simplemente mantuvo un silencio sepulcral. Llenaron el tanque, después aparcaron cerca de la entrada de la tienda. Compraron las provisiones alimenticias necesarias para asemejarse a un desayuno y algo para comer más adelante. Por sugerencia de Oscar reunieron dinero en efectivo entre los tres para no cancelar con tarjetas. Fueron a los servicios sanitarios juntos, saltándose las normas, los tres ingresaron al baño de damas y cada uno hizo sus necesidades en cubículos diferentes, pero sin alejarse uno del otro. Permitieron que Catalina llevara a Black a estirarse un poco en el jardín cercano, utilizando un lazo para perros un poco largo, grueso y pesado que ella compró en la misma tienda de las provisiones

El jefe de policía solicitó a García y Brown realizar la entrega del testigo en otro sitio, no tan lejano del primero. Oscar internamente decidió esperar las próximas instrucciones.

- ¿Hacia dónde vamos? – preguntó Roger.

- Hacia algún sitio, donde no puedan encontrarnos

- ¿Y tiene que ser en medio de la nada? – refutó molesto por estar en la completa ignorancia.

- Si, definitivamente es mucho más conveniente para nosotros que la mafia no sepa la dirección en la que estamos, y en medio de la nada es perfecto para que no nos encuentren.

- Creo que Oscar tiene razón. – aseguró Cat desde la parte de atrás.

Se detuvieron al lado de la carretera junto a la cerca que la separaba de los predios privados. Todos aprovecharon el momento de descanso. Roger se veía inquieto, después de los últimos acontecimientos no estaba para nada en su elemento, no había podido controlar las anteriores situaciones, así como no podía controlar la actual... y basados en el histórico, el resultado había sido muy malo. Oscar por su parte, trataba de mantener alguna conversación con los altos mandos de la policía. Ellos también sabían que la información se estaba filtrando por algún sitio y no querían correr de nuevo riesgos, por lo que se estaba fraguando una nueva estrategia para ponerla a salvo, sin ponerla en el blanco de la mira. Cat por su parte caminaba por los pastizales cerca del auto, con su gatito sujeto por la correa, quien aprovechaba para refregarse en la hierba y perseguir mariposas.

Permanecieron en el sitio alrededor de 40 minutos hasta que Roger desesperado exigió respuestas.

- Estoy harto de no hacer nada, García – Espetó. – como pretendes obtener información si en este sitio ni siquiera tenemos cobertura de internet. – expresó observando su teléfono que le mostraba lo mismo desde que estaban allí

- Eso es lo que deseamos. – respondió con parsimonia.

- Si, pero también estamos incomunicados.

- Ellos lo están disfrutando.

Aseguró observando a catalina jugar con Black atrayéndolo con una ramita para que la siguiera, riendo a carcajadas, relajada como no había estado en una semana.

- No me importa. – explotó. – estamos aquí para trabajar no para hacer de niñeras. Me preocupa más su seguridad que su felicidad.

Oscar le devolvió la mirada entrecerrando los ojos.

- Tenía una opinión diferente de ti.

Roger respiró profundo tratando de calmarse, y volvió a ser la persona afable que era.

- Lo siento amigo. Esta situación me frustra.

- Creí que la chica te interesaba un poco, y no me refiero a como una testigo.

- Yo también lo creo, pero es demasiado pronto para descubrirlo. – contesto con convicción.

- Igual. Ya debemos irnos, ya sé cuál es nuestro destino.

- ¿Cómo que sabes?

Oscar no contestó, solo se dirigió a llamar a Catalina. Esta obedeció de inmediato a su llamado, regresando junto a ellos. Durante ese corto espacio de tiempo, se despejó un poco de tanto estrés. Jugar con su gatito para ella siempre había sido un bálsamo. Los animales eran tan bellos, inocentes y transparentes que siempre la impregnaban de una energía tan pura que lograba restablecerla.

- Está haciendo un poco de frio catalina, deberías usar la chaqueta, además de que te protegerá. – le sugirió Roger

- No tengo frio, pero gracias. – contestó un poco cohibida ante esta clase de atenciones que Roger tenia para con ella.

Tomaron el almuerzo en otro restaurante de carretera, en donde nuevamente ninguno de los tres se separó del grupo, para finalmente casi con el ocaso del día, llegaron a una pequeña población llamada Reading, pidieron una habitación doble, con dos camas. El encargado los miro extrañado, pensando quien sabe que cosas harían los tres en una sola habitación, pero se guardó su comentario. Y allí pasaron la noche, Catalina y Roger cada uno en una cama y Oscar en el sofá. La guardia se la repartieron entre los dos chicos, descansando por primera vez en tres días.

DESEOS CUMPLIDOS |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora