60. Preparando la llegada

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Después de la notificación del juicio, permanecieron dos días más en la Isla, preparando todo para su llegada a Nueva York. Tony se puso en contacto con varios amigos, estudió las zonas en las cuales estarían hospedados, la manera de poder entrar a Catalina a la cuidad, sin llamar la atención y sin delatar la posición en la que estarían. También contactó a Udrich, ideando en equipo una estrategia para garantizar la seguridad de ella.

En este momento Catalina se encontraba en la terraza de la casa, leyendo tranquilamente un libro de historia del arte, específicamente la historia de la fotografía. Ahora que se había vuelto su pasión, Catalina quería adquirir todos los conocimientos posibles en el tema, además que permanecía tan absorta en ello que olvidaba que pronto la paz que estaba viviendo, acabaría. Black también estaba inquieto, sentía la tensión en el aire, por lo tanto estaba más al pendiente de Catalina que antes. Ya había preparado las maletas y las cosas que necesitaría para el viaje, partirían muy temprano la mañana siguiente y serían días agotadores.

Aunque Tony le pidió que se relajara, prometiéndole que todo estaría bien, que el cuidaría de ella, Catalina no podía evitar sentirse tensa y nerviosa. Mañana emprenderían el viaje de vuelta, y lo harían tal y como habían llegado, en auto. Tony compartía toda la información con ella, para darle la seguridad de que él se encargaría de todos los detalles. Sabía que el viaje sería igual de agotador, pero comprendía la lógica de Tony de evitar los aeropuertos, terminales de autobús en los cuales probablemente pudiesen identificarla. Tenían una ventaja enorme, y es que nadie a excepción de Udrich y Christine sabían de la existencia de Tony, sabían que alguien le había ayudado a ella a escapar y que ese "alguien" había dado de baja a varios de los efectivos que habían enviado tras ella, pero nadie sabía la identidad, ni la clase de persona que era. El roce de la tela al caminar le hizo levantar el rostro del libro en sus manos. Encontrando a Tony a solo unos pasos de ella.

- ¿Estás bien? – le preguntó él.

- Perfectamente.

Tony sonrió levemente.

- Pequeña mentirosa. – aseguró sentándose al lado de ella, tomándola por la cintura y ubicándola en sus piernas. – has estado preocupada desde que sabemos que debemos regresar.

Cat suspiró profunda y pesadamente.

- Por supuesto que estoy preocupada. – contestó abrazándose a él. – me preocupa tu seguridad, Black, lo que tendré que enfrentar en el juicio y sobre todo, me preocupa..

- ¿Qué?

- Nosotros. – contestó mirándolo a los ojos. – no quiero irme de aquí, lo que construimos juntos es muy hermoso, y no quiero perderlo.

- No lo perderás. – Aseguró Tony. – Lo que siento por ti es verdadero Catalina, y si por un segundo piensas que cuando acabe todo, acabará también lo nuestro, estas muy equivocada. Cuando todo esto termine, seremos libres para estar tú y yo. Iremos a tu hogar a conocer a tu madre y tu familia, y empezaremos a construir nuestra vida, juntos.

Ella lo miraba directamente a los ojos, absorbiendo cada palabra mencionada, pidiendo a Dios que todo fuera tal y como él decía, así de sencillo.

- Te amo. – expresó en un susurro Catalina.

La mirada de Tony se iluminó como un árbol de navidad, como pocas veces ocurría.

- Y yo te amo a ti, eres lo más preciado que tengo, cariño, y no permitiré que nada malo te toque. Solucionaremos esto juntos. – prometió Tony.

- Juntos. – concordó Catalina.

Ella se abrazó a él fuertemente, impregnándose de su promesa, amándolo, creyéndole, pensando que todo estaría bien, mientras estuvieran juntos. Esa última noche fue especial, tomaron una deliciosa cena preparada por Rose y se despidieron de ella y Howard. Luego tomaron un par de tragos dando un pequeño paseo por la playa para luego regresar a la casa, donde se amaron lentamente, demorando lo más que pudieron su acto de amor, confiando el uno en el otro, haciéndose promesas en silencio. Ninguno de los dos tuvo que expresar con palabras lo que con caricias de demostraban, pero que el otro comprendía totalmente.

***

Nueva York

El teléfono de la línea segura de Yuri Záitsev sonó. Él se encontraba revisando junto a sus dos hombres de confianza la información de una mercancía que recién había llegado, discutiendo acerca de las ganancias que estaba generando e identificando a un par de sus distribuidores que se estaban pasando de listos. El timbre interrumpió la conversación, los tres hombre se observaron antes de contestar. Aquel número de teléfono solo lo tenían unas pocas personas, y estas hacían parte de las piezas claves dentro de su organización. Las personas que tenían el número, tenían un claro calendario de comunicación y todo para evitar ser rastreados. Cuando se daban aquellas comunicaciones, se desplegaba todo un operativo interno de desviación de señal y encriptación de la misma, para evitar que los hakearan, rastrearan. Yuri invertía mucho dinero en seguridad, todo para mantener completamente controladas las posibles situaciones críticas.

- Hola.

- Las cosas están empezando a moverse con demasiada velocidad. El juicio dará inicio en 15 días, eres uno de los implicados. La notificación te llegará en cualquier momento. – aseguró la voz de otro lado del teléfono.

- Era no es información relevante собака. No entiendo porque rompes el protocolo por esta mierda.

- Porque la testigo ya viene en camino. El FBI la traerá de vuelta, y por lo que he podido averiguar la fiscalía ha logrado reunir suficiente evidencia que te implica.

- Nada importante, sé que cubro muy bien mis pasos, todo será circunstancial. Mi abogado sabrá arreglárselas. – expresó con suficiencia Yuri. – Le pago una maldita fortuna para ello.

- No con una testigo de los hechos, y menos si excavan la información en general y encuentran entre los presentes a A y B. y ella testifica su presencia – aseguró la voz al teléfono, hablando en clave.

- ¡Maldición!. ¿Cuántas veces tengo que mandar a matar a esa mujer.

- Te estaré avisando cuando logre averiguar dónde está.

- De acuerdo... Y собака. Recuerda que si yo caigo, tú también.

La llamada finalizó abruptamente, "собака", el informante de Yuri, maldecía su suerte cada vez que tenía que hablar con el hombre. Sentía muy en el fondo de sí mismo que sus días de gloria llegarían a su fin, y el dinero que bien había amasado con los negocios que sostenía con Yuri no le servirían de nada, si iba a la cárcel o moría. No, él no podía permitir que aquello pasara, esta vez debía garantizar que las cosas se hicieran bien y que por fin ella dejara de ser un contratiempo.

DESEOS CUMPLIDOS |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora