19. Bienvenidos a Montana

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Tan pronto arribaron a Helena, allí se despidieron los agentes Simmons y Palmer para terminar la travesía solo en compañía de Powell y Udrich. El grupo se hospedó en un hotel cercano a la Catedral de Santa Helena. Durante el trayecto en auto desde el aeropuerto hasta el hotel, Catalina olvido por completo la razón por la que estaba allí. Atravesar aquella cuidad para ella fue como meterse dentro de una película americana con una típica ciudad ranchera. La naturaleza impregnaba todo a su alrededor, frondosos árboles y lindos jardines, aunque ya habían perdido las hojas y el color por la proximidad del invierno, el llano sobre el que estaba apostada la cuidad y las montañas al fondo trajeron los recuerdos de las decenas de libros del viejo oeste cuando montana no era un estado, sino un "territorio" de los estados unidos. Camionetas rancheras circulaban por doquier, edificaciones tradicionales animando aún más el ambiente ranchero de la cuidad. Tanto asi, que Catalina esperaba que en cualquier momento apareciera un guapo Sheriff sobre el lomo de un hermoso caballo.

Lastimosamente no estaban allí por vacaciones, y solo le permitieron salir de la habitación del hotel, para que Black pudiese hacer sus cositas y relajarse un poco.

- Pobrecito mío. – exclamó Cat mientras acariciaba la cabeza de Black quien no se arriesgaba a retirarse mucho de su lado, solo olfateaba, observaba a su alrededor y buscaba un sitio alejado para sí mismo. – creo que has perdido una buena cantidad de peso por el estrés.

- Si se le ve un poco decaído. – Aseguró la agente Powell.

- No te preocupes, mañana estaremos en la zona segura, allí permanecerás tranquila hasta que el juez dicte fecha para el juicio. – indicó Udrich.

- ¿Y donde es eso?, ¿ustedes estarán conmigo?

- No, Catalina, te daremos todo lo necesario para que puedas mantener una vida más o menos normal. No nos tendrás pegados a tu espalda y podrás hacer amistad con la población. Sin embargo siempre nos tendrás cerca.

- Estaré viviendo cerca de ti. – aseguró Powell. – y habrá uno o dos agentes más de incognito cerca. No tienes por qué preocuparte, y Black podrá hacer su vida de nuevo.

Catalina suspiró con fuerza.

- Es lo que más deseo, poder estar tranquila.

- De seguro que allí lo estarás.

El día siguiente, después de una noche completamente reparadora, tomaron un tranquilo desayuno, y emprendieron el viaje por tierra hacia la zona segura. Lo cálido del clima, les obligaba a vestir con ropas un poco más ligeras que las acostumbradas en Nueva York, pero el otoño estaba llegando a su fin, así que con una chaqueta ligera se cubría fácilmente. Catalina les solicito hacer una parada técnica en un pequeño centro comercial para comprar ropa abrigada adecuada para el invierno que se avecinaba en las montañas. Los agentes aceptaron su petición y con ayuda de la detective Christine Powell escogió no solo chaquetas, sino pantalones, calcetines y dos pares de botas para la nieve, y varios artículos más, que ella por conocimiento de causa sabría que necesitaría, inclusive para el hogar.

Después de un viaje de casi dos horas por carreteras secundarias llegaron a una pequeña población llamada Lincoln.

- Santo Dios, si Helena me pareció una cuidad ranchera, esto parece la adecuación de un set de una película. – exclamó Catalina extasiada.

- Verdad que si – afirmó una sonriente Powell. – mi familia es oriunda de esta población, son apenas 1000 habitantes, aunque son personas amables y cálidas. Mis tíos tienen un hotel y restaurante a las afueras y yo estaré allí pasando un tiempo de vacaciones, ayudándoles un poco.

DESEOS CUMPLIDOS |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora