Parte 3

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Yuki

La vista por la ventanilla del avión es oscura, me gusta viajar de noche porque si duermo, el viaje es mucho más rápido.

No puedo dormir. Estoy ansioso, excitado. No puedo creer que Lucas haya dicho que si.

Suspiro profundamente y me acomodo en mi asiento.

-Yuki-Kun, no puede dormir?- me dice la señora que ha cuidado de mi los últimos años. Es de confianza y parte de nuestra familia.

-Solo estoy un poco ansioso Saori-san - le digo dando una media sonrisa adormilada.

Giro nuevamente mi rostro hacia la ventana. Supongo que no queda mucho para aterrizar.

Me despierto con el movimiento del avión creo que ya estamos aterrizando.

-Yuki-kun, estamos aterrizando,.- la señora Saori me comunica.

Asiento con la cabeza. Estoy un poco atontado todavía, creo que me dormí profundamente por un buen rato.

Estiro mis brazos para desperezarme. Comienzo a caer nuevamente en la emoción. Estoy tan feliz. Fue difícil convencer a mi madre y al entrenador de que esto sería mejor para mí. Pero lo logre.

Nos metemos en una Minivan blanca traemos varios bolsos que supongo lo llevara el resto del personal de la casa familiar.

Me asegure de poner lo más importante, como mis trajes favoritos, mis patines, las calzas negras, mi pijama de Pooh.

Me recuesto nuevamente en la ventana, pero esta vez de la Minivan. Mis ojos se pierden el infinito del paisaje del aeropuerto. El vidrio esta frío. Mi respiración empaña el vidrio. Esta amaneciendo. Este es un nuevo comienzo. Voy a entrenar con Lucas. Este pensamiento provoca un vuelco en mi estomago. Lucas el chico más extraño que he visto patinar.

La primera vez que note a Lucas fue en el campeonato europeo de hace 2 años. Recuerdo estar mirándolo. Recuerdo el cosquilleo de mis manos. El olor a hielo. Los ruidos a lo lejos. De repente, Lucas comienza su programa. Silencio. La música inunda el lugar. La luz ilumina su rostro. Sus cabellos rubios ondulados, brillaban con la luz de la pista. Sus labios rojos expresan una gran sonrisa de dientes perfectos y blancos. Su piel tostada por el sol. ¡Es hermoso!

Siento un poco de dolor en la cara y me doy cuenta que deje caer mi mandíbula. Miro a los lados por si alguien se había dado cuenta. la cierre lentamente mientras lamo mis labios con disimulo.

Lucas era la perfección hecha hombre. Sus pómulos se elevaban con la sonrisa y sus ojos se achicaban casi imperceptibles. Podría jurar que lo había visto en una película americana si no fuera porque dicha película ya era demasiado vieja. Como se llamaba. ¿Perdidos en la isla? No lo recuerdo.

Vamos Yuki concéntrate- me digo a mi mismo.- este es tu rival tienes que lograr hacerlo mejor.

La señora Saori me observa, se que sabe leer mis emociones. Después de tantos años cuidando de mi, se ha vuelto mi sombra. Mi madre un poco más lejos, habla animadamente con uno de los representante comerciales. Supongo que ya están evaluando alguna propuesta nueva. chocolate. ropa deportiva? que sera esta vez?

Vuelvo mi mirada a la pantalla. Lucas no solo brilla por su belleza, Lucas brilla sobre los patines. Su forma de desplazarse es totalmente diferente a lo que he visto. Es confiado, es libre. Si, es libre. Su estilo de patinaje es suelto. Puedo ver como se entrega en cada salto. Ver a Lucas en la pista hace parecer que los saltos fueran la cosa más fácil del mundo. Lucas vuela.

No puedo salir de mi fascinación. Lucas baila, Lucas gira, Lucas sonríe al público.

Yuki-san se encuentra bien? Lo veo un poco pálido. - la señora Saori me pregunta con esa mirada maternal que suele hacerme.

Asiento con una pequeña sonrisa.

Trago, mi garganta está seca.

Llegamos al hotel donde nos hospedaremos hasta que consigamos una casa. Nos recibe los botones del hotel de forma muy agradable y servicial.

El chico es bastante guapo debe tener mi edad.

Nos observa entre asustado y amable.

- Yuki-san apresúrate- me ordena la señora Saori- creo que se dio cuenta que estaba observando al chico.

Siempre supe mi orientación sexual y eso fue muy perturbador para mi familia.Cuando aun era un niño, solíamos jugar a los marcados. Por una extraña razón que aun no comprendía, solo quería tocar a los niños. Era divertido, me gustaba todo de ellos. Las niñas directamente no existían para mí. Mi madre se dio cuenta de esta situación y en su intento de que nadie más lo sepa, fue alejándome de la vida social. Así fue como termine mi educación con tutores privados y siendo bajo la vigilancia de mi madre.

Luego llego la señora Saori, quien supongo se entrego completamente a mi cuidado, ya que la vergüenza de mi condición y la culpa de mi confinamiento hizo que la relación con mi madre se haya hecho distante y fría.

La señora Saori de a poco comenzó a ocupar las actividades que eran de mi madre y mía. Un día ya no me cocino la cena, otro día ya no me acompaño a comprar ropa, otro día desperté y ya se había retirado al trabajo sin despedirse.

Al principio fue difícil, pero creo que él, entregarme por completo al patinaje y mi obsesión por mejorar mi técnica han ayudado a superarlo. La señora Saori es una muy buena persona y es quien ha estado a mi lado en los últimos años. Se ha convertido en una buena amiga y consejera, y hasta cómplice en algunas oportunidades, como cuando compraba chocolates escondido de mi madre y ella fingía no verlos, o cuando trasnochaba mirando películas románticas americanas y al otro día mi rendimiento no era el mejor. Mi madre se enfadaba y ella la calmaba diciendo que tal vez me faltaban vitaminas.

La señora Saori también ah sido de gran ayuda en mis crisis. Cuando odie a mi madre. Cuando no puedo hacer lo que quiere. Con gentileza y paciencia sabe consolarme. Realmente aprecio a la señora Saori.

La habitación es amplia, es blanca.

Yuki cariño duerme un poco- me dice desde una de las esquinas mi madre una vez que caigo en el sofá. - como si pudiera hacerlo. Estoy a horas de estar con Lucas Flores. El más perfecto hombre sobre la tierra y mi más duro rival.

Desafío en el HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora