Desperté. A duras penas me puse de pie para dirigirme al baño y abrir la regadera. En cuestión de segundos el agua tomo la temperatura perfecta. Deje caer mi ropa en el piso y entre para que junto el agua y el jabón se llevaran cualquier rastro de sudor.
Salí después de algunos minutos, y envolví mi cuerpo en una toalla blanca. Tome un conjunto una blusa de tirantes floreada que se pegara a mi cuerpo perfectamente y una falda exactamente igual que me quedaba un poco más arriba de las rodillas.
Hoy más que nunca tenía que ir arreglada. Sabrina y yo habíamos terminado, así que no podía haber rastro alguno de debilidad. Al contrario, debía demostrar que todo seguía siendo más que perfecto. Deje mi cabello suelto, permitiendo que ligeras ondas se formaran en el. Puse levemente maquillaje, delineé mis ojos con lápiz negro, mascara para pestañas y solo un poco de brillo labial, sobre mis gruesos y bien definidos labios.
Tome mi bolso, el cual traía algunos libros. Ya que la mayoría estaban en mi casillero. Baje las escaleras. Mi madre estaba en la sala. La mesa de centro como siempre estaba llena de papeles, su laptop y sus tres teléfonos celulares. Sin duda alguna una mujer ocupada.
-Me voy...- le avise antes de salir,
-Que te vaya bien- me contesto
Hace dos meses que no conducía. Sabrina siempre iba por mí y me llevaba a la escuela, saliendo nos regresábamos juntas y cualquier cosa que necesitaba lo hacía Sabrina.
Llegue al campus y estacione mi auto. Me gustaba llegar algo tarde. Y así lograr capturar la atención de todos. Obviamente, no era algo difícil de lograr.
Baje y todas las miradas se posaron en mí. Las de los chicos eran despectivas al contrario de las de las mujeres que solo indicaban deseo.
Solo que esta vez todos murmuraban cosas entre ellos. Seguro seria la ausencia de Sabrina a mi lado. Abrazándome por la cintura y cargando mi bolsa. Lo ignore y seguí caminando lentamente agitando mis caderas suavemente en un ritmo único.
-¡Rayos!- pensé molesta -¡Donde demonios esta Sarah!- No lograba verla. Y realmente la necesitaba.
Llegue a mi casillero. Saque mi celular y comencé a presionar botones, escribiendo un mensaje para Sarah.
-¿Por qué tan acelerada?- una voz burlona casi hace que el celular cayera de mis manos.
-¡Donde estabas!- le conteste alterada
-¿En mi casa?- contesto extrañada
-No me dejes sola...- le dije seriamente
-Ves... Chloe necesitas más amigas- se burló
-Bien sabes que Chloe y amigas... no van juntas en la misma oración, a menos que lleve un 'no necesita' en medio- comenzamos a caminar hacia el salón. Las clases transcurrieron rápido, debido a mi ansiedad por que diera la hora del receso y hacer que Sabrina se arrepintiera de haberme dejado.
Finalmente el estruendoso timbre nos liberó del maestro de álgebra. Espere a Sarah.
Ya acompañada por esta, caminamos hacia la cafetería. Acomode mi cabello antes de entrar y escuche una carcajada de Sarah.
-Ves lo que te digo... ella tiene toda la razón mujer- la fulmine con la mirada y empuje las puertas de la cafetería para entrar.
-Adiós linda...-
-Preciosa...-
Halagos de ese tipo aunados a leves chiflidos y besos tronados se escuchaban al momento en que yo pasaba entre las mesas. Ya se habían enterado. Ya que estando con Sabrina absolutamente nadie se atrevía a abrir la boca.