No emití sonido alguno ¿de verdad se estaba disculpando conmigo? Con el rabillo del ojo podía verla con su mirada en el horizonte.
-No hay nada peor que una disculpa forzada- dije seriamente al igual que ella con mi mirada fija en algún punto invisible en el campus.
-Cuando una disculpa no es forzada- dijo irónicamente.
-Cuando de verdad lo sientes y no lo haces por lástima- acomodé un mechón de pelo que se había salido de su lugar -Pero está bien, acepto la "disculpa"- hice comillas con mis dedos -¿Ahora ya me puedes dejar sola?- la verdad quería estar sola, no tenía ganas de pelear y con Sofia a un lado era todo lo que podía hacer.
-No, no puedo- se volteó y me miró. Bufé con fastidio y tomé mi bolso para ponerme de pie -No, no y no- repitió tomándome del tobillo para evitar que caminara -¿Qué se siente cuando quieres estar sola y alguien está ahí sin dejarte en paz?- se refería a lo que yo hacía con ella.
-No- alargué -Yo estaba detrás de ti porque quería conocerte y tú ahora lo haces por molestarme- dije mientras intentaba liberar mi tobillo de su agarre. La ventaja era que no dejaría la mitad de mi zapato entre la tierra.
-¿Y ya no te interesa?- con un rápido movimiento me hizo caer en el césped.
-No, en lo absoluto- mentí
-No te creo- aseguró
-No me interesa si me crees o no- le dije seria.
-Vamos, aprovecha antes de que me arrepienta- sonrió. Insisto, la sonrisa de esta mujer es hermosa.
-¿Aprovechar qué?- contesté sin entender.
-Responderé todo lo que quieras- pasó su mano por su cabello castaño dejándolo de lado
-¿Lo que yo quiera?-
-Bueno sólo 5 pregunta- ya era un avance.
-¿Por qué solo cinco?-
-Porque no debe tardar en tocar el timbre y tengo que entrar a clases. Te quedan cuatro- dijo sonriente.
-¿Qué?- alargué molesta, esa no valía.
-Que sólo te quedan cuatro- repitió -Ahora sólo te quedan tres.-
-¡No!- grité entre molesta y riendo -A ver...- dije mientras que analizaba en mi mente bien las preguntas que le haría -¿Por qué estás un año atrás?- ¡Qué estúpida! ¿Por qué pregunté eso?
-Tenía que encargarme de Paulina, así que trabajaba mañana, tarde y noche. No podía seguir estudiando, entonces me salí por un año para juntar la mayor cantidad de dinero y luego poder regresar.-
-¿Por qué te encargas tú de Paulina?- dijo que respondería todo.
-Mis padres fallecieron hace tres años- mi corazón se estrujó ante su seriedad al hablar -Como era menor de edad una tía se hacía cargo de nosotros- rió -Pero ella tenía bastantes problemas e hijos como para mantenernos a nosotras- sonrió -Hablamos y después de mucha insistencia, nos dejó regresar a nuestra casa y desde entonces yo me encargo de todo- mis ojos estaban como un par de platos
-Y la última pregunta...-
-La última...- dije pensativa. Sonreí y me acerqué más a ella quedando a sólo centímetros de distancia
-¿Por qué no te agrado?- soltó una risa.
-Esa es fácil- dijo divertida y mi mandíbula casi perforó el piso -Para empezar... odio el rosa, eres una superficial, crees que sólo por usar vestidos caros y tener un lindo cabello puedes tener todo lo que se te antoje- ahora ella se acercó más a mí y sentí como mi estómago se retorcía -Pero por alguna extraña razón, mi hermana te adora- subió su mano y acarició mi mejilla ¡Dios mío! ¿Qué pasó con la Sofia antipática? -...Y creo que a mí comienzas a agradarme- la única acción que pude hacer fue cerrar mis ojos y esperar a que sus suaves labios hicieran contacto con los míos.