Hoy tardé más tiempo eligiendo que ponerme, pues me vería con Sofia. Bajé las escaleras corriendo al escuchar la bocina del auto de Sofia.
-¿A dónde vas?- preguntó mi madre desde la sala, donde leía unos papeles.
-Sofia me invitó a cenar- dije con una enorme sonrisa.
-¿Y cuándo me pediste permiso?- lo hacía intencionalmente, ¿cierto? Podía faltar dos días a casa y no se daba cuenta, pero no podía ir a cenar y regresar si no le había pedido permiso.
-Te lo dije el martes- mentí, de todos modos no recordaría.
-Está bien- dijo sin despegar la mirada de las hojas. Rodeé los ojos y caminé hacia la puerta.
-Wow- levantó ambas cejas al verme -Creo que tendremos que ir a un lugar más elegante de lo que había pensado- ambas reímos.
-Si quieres me cambio- dije señalando hacia atrás.
-No, no- negó con la cabeza -¿Vamos?- caminamos hacia su auto, ella hacia el lado del piloto y yo al del copiloto. Abrió la puerta y subió, al contrario yo puse mis brazos en mi cintura y la miraba a través del vidrio frontal. Me miró y rió negando con la cabeza. -¿Es de verdad?- preguntó con la sonrisa en sus labios.
-Pues en mis tiempos las cosas se hacían así- dije como si fuera una mujer de noventa años.
-¿En tus tiempos?- preguntó saliendo del auto.
-Sólo hazlo y no preguntes- mordí mi labio inferior reteniendo mi risa.
-Como ordene 'princesa'- rodeó el auto y abrió la puerta.
-Aww- dije enternecida -Me dijiste princesa- la miré con ternura.
-Fue sarcásticamente- puso los ojos en blanco.
-Yo sabía que había una Sofia dulce detrás de esto- hice un ademán señalando su ropa.
-Sar-cas-mo- separó en sílabas -Lo conoces de sobra- quería reír a carcajadas, era divertido molestarla así.
-¿Y a dónde tenías planeado que fuéramos?- le pregunté y subió los hombros en señal de 'No lo sé' -¿McDonald's?- una vez más rió y me miró por un par de segundos. Luego regresó la mirada al camino y condujo al menos cinco minutos.
-Es broma ¿verdad?- esta vez sí solté una risa muy fuerte.
-Tú querías venir aquí, ¿no?- sonrió divertida mientras parqueaba el auto en el estacionamiento del mencionado restaurante.
-Sofia, era sarcasmo...- bufé y bajé del auto, se estaba vengando por lo de "princesa".
-¿No te gusta?- preguntó cerrando la puerta del auto y caminó hacia mí.
-Si lo hubiera sabido antes, no me hubiera partido tanto la cabeza tratando de encontrar un lindo vestido.-
*
-Yo quiero un combo número uno y una malteada de...- dije pensativa tratando de decidir que sabor –Fresa- dije segura y el chico tocó la pantalla -¡No! Mejor chocolate- reí –Disculpa- le dije apenada ya que lo había marcado.
-No te preocupes, tómate tu tiempo- dijo el rubio con una galante sonrisa. Sentí como la mano de Sofia pasaba por mi espalda, para llegar a mi cintura y lentamente me apegó a ella. ¡Bienvenidos celos! -Vainilla, mejor vainilla- dije finalmente y volteé a ver al chico y su galante mirada había sido sustituida por una atemorizada –Sofia- la llamé y cambió su intimidante mirada por una más suave.
Pagó y el chico le entregó un pequeño letrero con el número de nuestra orden.
-Lo bueno es que llamé temprano para reservar una mesa- bromeó pasando su brazo por mis hombros.
-Cielos- fingí estar sorprendida -Creo que te debió haber costado demasiado conseguir esta mesa, es una de las mejores del lugar- nos sentamos en la supuesta mesa especial.
-¿Se les ofrece algo más?- se refería el chico en específico a mí, ya que sentía su fija mirada.
-No- contestó Sofia duramente, de inmediato voltee a verla –Gracias- dijo mirándome.
-No te pongas celosa- le dije cuando el rubio se fue.
-No estoy celosa- afirmó desenvolviendo su hamburguesa que era dos veces más grande que la mía.
-¿Ah sí?- dije con el muy empleado en esta noche: Sarcasmo -Porque la verdad parecía que querías desarmarlo a golpes- suspiré -Seguro es mi imaginación.-
-Sí, eso es... - seguimos platicando de cosas sin sentido. Me hacía preguntas le respondía, le hacía preguntas me respondía. No podía parar de reír, aunque ella intentaba no reír, terminaba haciéndolo.
-¿Sigues pensando lo mismo sobre mí?- pregunté cesando un poco las risas.
-¿Por qué preguntas?- se recargó en el auto.
-Porque...- miré hacia abajo -En realidad me importa lo que piensas tú de mí- mordí mi labio inferior
-No... - dijo tomando mi barbilla y alzando mi rostro -No pienso lo mismo- se acercó lentamente con un objetivo fijo: Mis labios. Me acerqué al igual pero desvió mi rostro y llegué a su mejilla, donde depositó un suave beso.
-No beso en la primera cita- susurré entre risas en su oído.
-Me has besado antes sin siquiera tener una cita-dijo también en mi oído.
-Pero ahora la tenemos- golpeé su estómago en señal de juego -Y no hay beso en la primera.-
*
-Sarah, tenemos que hablar- cerré de golpe el casillero de Sarah.
-¡Estás loca mujer! Casi me quedo sin cabeza- exageré
-Que lástima, ahora tenemos que hablar.-
-¿Sobre?- preguntó abriendo nuevamente su casillero.
-Cancelemos la apuesta- dije sin rodeos.
-Tienes que estar bromeando, ¿no?- preguntó riendo mientras seguía sacando libros.
-¡Sarah! no es broma- volví a golpear la puerta haciendo que se cerrara otra vez.
-¿Entonces te rindes?- preguntó abriéndolo de nuevo y matándome con la mirada.
-No, sé... bueno no, sé pero no de ese modo- ni siquiera yo me entendía -Yo... yo me siento mal por estar jugando con ella...- dije con toda la sinceridad del mundo.
-No me digas- dijo burlonamente -Te enamoraste- solté una carcajada
-No seas idiota- pasé con desespero mi mano por mi cabello.
-Creí que querías recuperar a Sabrina y vengarte de lo que te hizo Daccarett, ¿no?- tenía razón, no podía olvidar los motivos principales.
-Sí...- dije con confianza -Estás en lo correcto. Olvida lo que te dije, la apuesta sigue en pie.-