Subí a mi auto, no me molestaba en lo absoluto pasar el día con Paulina. Después de todo, si no lo hiciera me la pasaría totalmente aburrida en mi casa.
Conduje hasta el colegio de Paulina, batallé un poco para recordar el camino. La vez que había ido con Sofia me la había pasado observándola.
-¡Chlo viniste!- alargó Paulina con felicidad al verme.
-¡Si!- le contesté igual de entusiasmada -Y no solo eso...- sonreí ampliamente -Hoy yo te voy a cuidar- le conté y un alegre "wiiii" salió de sus labios.
Se sentó en el asiento del copiloto y sola abrochó el cinturón de seguridad. Partimos ahora con rumbo a su casa.
-¿Qué se te antoja de comer?-
-Tiras de Pollo- dijo la pequeña castaña –Espagueti- continuó
-¿Ambos?-
Según la pequeña, había pollo en su casa, así que solo habría que comprar los ingredientes para el espagueti. Fuimos a un supermercado cerca de la casa para comprar las cosas.
-Chlo, ¿podemos llevar este?- preguntó Paulina agitando una caja.
-¿Qué es?- pregunté y me la entregó -Pau, pero yo no sé hacer pasteles- le advertí cuando me di cuenta de lo que era.
-Detrás vienen las instrucciones-
-Pero tú me vas a ayudar- la pequeña asintió y yo dejé caer la caja en la canasta junto con las demás cosas. Hicimos de comer, comimos, y la ayudé con sus tareas. Así el sábado y domingo los tenían libres. Jugamos, vimos televisión y justo a las siete con treinta minutos comenzamos con el pastel. Paulina mezclaba los ingredientes, yo leía las instrucciones y la ayudaba con ciertas cosas que ella no podía. Vaciamos la mezcla de chocolate en un recipiente especial para pasteles y luego yo me encargué de meterlo al horno.
Ocho cuarenta. Sofia aún no llegaba y el pastel tampoco estaba listo.
-¿Por qué no subes, te das una ducha, te cambias y así bajas cuando el pastel esté listo?- la pequeña obedeció y subió a su habitación
Saqué el pastel del horno y comencé a ponerle la cubierta, de chocolate también. No demoré ni cinco minutos en hacerlo. Una vez terminado lo dejé sobre la barra, mientras que me llevaba todos los artefactos con los que lo hicimos al lavabo.
-Llegué- era la voz de Sofia que se escuchaba en el living. Hace una hora que tenía que llegar. Continué limpiando las cosas que habíamos usado para el pastel, ya casi terminaba solo faltaba guardarlo todo en su lugar -¿Y la muñeca?- dijo, refiriéndose a su hermana, ahora más cerca. Me di la media vuelta para poder verla.
-Arriba- giré nuevamente hacia el lavabo -Se fue a dar una ducha y a cambiarse- sequé mis manos con una pequeña toalla blanca y caminé hacia la barra.
-Wow...- dijo sentándose a un lado de la barra -A Dan le tomó semanas lograr que lo obedeciera- enfocó su mirada en el pastel que aún estaba en la mesa -¿Y eso?- preguntó viéndome.
-Pau lo hizo-
-No te creo- negó con la cabeza.
-¡De verdad!- reí -Yo solo la ayudé a meterlo y sacarlo del horno- era cierto.
-Sigo sin creerte- rió
Su risa era hermosa, no sé por qué no lo hacía más seguido. Acercó su mano al pastel y tomó un trozo.
-¡No!- alargué en tono de reproche -Toma un plato y cubiertos- me di la vuelta para tomarlos, pero cuando se los entregué ya tenía la boca llena –Sofia...- le dije riendo.
-Disculpa mis malos modales, no soy como Carpenter- tomó otro pedazo y lo llevó a su boca.
-¿Y qué tiene que ver Sabrina en esto?- se estaba delatando -No me digas que...- dije sorprendida acercándome más a ella -No me digas que estás celosa- sonreí mordiendo mi labio inferior.
-No te lo digo porque no es cierto- otro pedazo de pastel fue llevado a su boca para ser masticado de la manera más sensual que había visto.
-Tienes chocolate aquí- le dije señalando mi comisura de los labios mientras comenzaba a reír.
-No me importa- articuló y siguió comiendo.
-¡Basta!- dije con desespero -Deja de comer con las manos- tomé un tenedor y una servilleta que había dejado en la mesa y se los acerqué
-Me niego a usarlos- ¿Qué no podía parar de comer? -Eres una maleducada- le dije riendo al mismo tiempo que alejaba el pastel –Dame-
-No- le respondí -Déjale algo a tu hermana- rodó los ojos y cruzó los brazos recargándose en la mesa –Ven- tomé la servilleta y me acerqué a ella tomándola del brazo para hacer que junto con la silla, girara hacia mi. Su mirada vagaba por el techo, mientras que yo por dentro me debatía por limpiar ese chocolate con la servilleta o con mis labios. Tenía que hacerlo, a pesar de haberle dicho que la dejaría en paz. Puse mi mano suavemente en su mejilla para luego acortar la poca distancia que había entre nuestros rostros.
No era precisamente un beso. Puse mis labios en la comisura de los suyos y deslicé lentamente mi lengua, llevándome todo rastro de chocolate. Era delicioso el sabor del dulce, pero no tanto como el de sus labios. Algo ¿apenada? me alejé
-Ya n-no tienes m-más chocolate- limpié con la servilleta tratando de ignorar su fija mirada -Creo que será mejor que me vaya- acomodé mi pelo y le saqué la vuelta para salir de la cocina, pero frustró mi huida tomándome de la muñeca -Lo siento, dije que no molestaría más pero...- comencé a hablar aceleradamente. La miré y estaba de pie nuevamente con esa intimidante mirada, luego dio dos pasos que había de distancia entre nosotras. Puso decisivamente su mano en mi cintura y sin perder el contacto visual, soltó mi muñeca para tomarme de la nuca y atraerme a sus labios.
-el extra que me pedían-