Era de noche, habías salido al jardín frente a la piscina solo para admirar el agua de ella. De repente ves una figura del otro lado, de la cual no estabas percatada. Asustada das unos cuantos pasos atrás pero una risa muy conocida para ti te frena.
— Hey, solo soy yo cariño. — aquella seductora voz inunda tus oídos y te hace sonreir. — Ven aqui, ven. — te invitó estirando una mano.
A medida que te acercas te percatas de que Nat al igual que tu lleva puesto un bañador pero ya había estado adentro del agua.
— Veo que no soy la única que no podía dor...
— Una confesión que quiero hacerte no me deja dormir. — admitió mirando el agua de la piscina. Yo la mire atenta, sus ojos parecían asustados, apagados.
Y tu pecho se comprimia al verla de esa manera.— ¿De qué me hablas? — preguntas acercándote tomándola de la barbilla obligando la a que te mire, ella esconde su rostro en la palma de tu mano. — Nat, dime.
Ella no responde, tan solo vuelve a agacharse, pero la tomas de nuevo.
— Es que tú...
— ¿Yo?
— ¡Mierda! Tú me encantas.