Si antes creía que estaba sudada, ahora estoy el doble y aún más cansada. Agradezco a mi yo del pasado por tirarme dos litros de desodorante antes de venir, de otra manera mi olor se esparciría por todo el lugar. Mientras camino, o más bien lucho por pasar entre la gente, mi mano se encuentra rodeada por la de Margo. Todo su estado ahora se encuentra el doble de peor, no ha pasado tanto tiempo desde que fuimos al baño pero ella rompe récords.
Quería tomar aire un rato, pero no la iba a dejar sola. Gracias a algún santo, en la pared que se encuentra antes de los pasillos para ir a los balcones, encuentro a Mei. No está sola, de hecho tiene a Faid apresado contra la ya nombrada estructura, y no haciendo cosas que necesariamente me importen.
Llego al lado de la pareja casi arrastrando a la rubia, y dejo que se siente a un lado. La tailandesa me observa con el ceño fruncido, y luego sonríe.
-¿Es en serio? ¿Es la primera fiesta y ya está a punto de desmayarse?.-Ríe a carcajadas Mei mientras sus brazos se enredan en el cuello de Faid.
-Si, necesito que te fijes un rato. Yo quiero tomar aire, se me ha bajado la presión.-Literalmente siento que estoy a punto de desmayarme, el suelo vibra tanto con la música que me descompone, las luces confunden mis ojos y comienzan a aparecer manchas grisáceas. El alcohol no me ayuda en nada.
Me tomo de la columna que se encuentra a mi lado y empujo a las personas tratando de formar un camino hacia la puerta. Como era de esperar, me termine desviando. De igual manera llegue a otra puerta y pude salir. He visto que en los balcones no hay mucha gente, supongo que es por el frío que hace. Ese que se infiltra en mi piel apenas doy un paso fuera del lugar.
La transpiración y el viento no son buena mezcla. Ahora me encuentro tosiendo e inhalando todo el aire fresco posible. Las luces de colores me han dejado algo cegada, por lo que casi llego al extremo del balcón arrastrándome.
Mi piel parece la de un gallo, pero siento un frío deleitable. El calor que hace allí adentro es inhumano. No he nombrado que el edificio se encuentra frente al Río Adigio, algo que lo hace más espeluznante. Las luces se ven reflejadas en el agua, del otro lado de éste hay un camino de árboles que cubren algunas estructuras, pero aún así se ven sus techos anaranjados. La ciudad desprende romanticismo por donde se la mire, ahora entiendo a Romeo y a Julieta.
Lástima que mi embeleso se ve interrumpido por un susto. De reojo veo una figura oculta en la oscuridad del otro rincón del espacio que ahora se me hace casi claustrofóbico, a pesar de estar al aire libre. Aturdida dirijo mi campo de visión hacia ese lado, y prefiero haberme quedado dentro del lugar antes de toparme con Tomm.
Se encuentra sentado sobre un sillón que juro no haber visto antes. Tiene la camisa entreabierta dejando ver prácticamente la mitad de su abdomen. Supongo que acaba de salir de un polvo de dos horas, está despeinado, tiene marcas en el cuello y el pecho, su camisa prolija ahora es un pedazo de tela que cubre sólo su espalda y lo único que aún mantiene es su incipiente sonrisa plena de arrogancia.
-¿Por qué me caes tan mal?.-Pensé en voz alta y me dieron ganas repentinas de tirarme por el balcón. No quiero comenzar una conversación con ese sujeto. Como esperaba, su sonrisa no decrece, más bien aumenta dejando ver sus dientes.
-La última vez que me preguntaron eso, la chica me la terminó mamando.-Quiero culpar a mi estado por reírme de la estupidez que dijo.
-Ya lo recordé.-Con intención dije exactamente lo que pasó por mi cabeza.
Un silencio se extiende, pero no me resulta incómodo. Me siento en el piso, y paso mis piernas por los balaustres. Tranquilamente me podría impulsar y matarme. Sería más agradable que compartir aire con éste alemán.