Theo
La sangre zumba detrás de mis oídos.
Todo pierde color, excepto él. Intento contenerme, actuar como un hombre y no una bestia.
—¿Qué mierda estás haciendo aquí?
—Hijo de puta, ¡estás gigante! ¿Qué les dan de comer en la cárcel?
Una palabra de su boca, y todo mi cuerpo se pone alerta.
—Me siento generoso hoy, te doy la oportunidad de irte en una sola pieza —mascullo y escupo hacia un costado.
—¡Vamos! —Abre los brazos y sonríe como un niño—. ¿Ya olvidaste cómo tratar a un amigo?
Hierve. Burbujea. La ira corre espesa por mis venas.
—¿Amigos? —Entrecierro los ojos y ladeo la cabeza.
—¡Vamos, Theo! —Tira su bolso al pasto. ¿Por qué mierda trae un bolso?—. ¿Me vas a decir que olvidaste todo? —su voz suena inofensiva, pero su mirada esconde un desafío implícito—. ¿Las fiestas, la coca, las carreras, los billetes, las mujeres? La vida que nos une...
Cierro los ojos, trago las apuestas, los gritos, el alcohol, la hierba, las putas y esa sonrisa. Esa maldita sonrisa. Trago esa noche.
—Te recomiendo que saques tu culo de esta casa antes de que pierda la paciencia.
—Estoy en problemas —dice, acercándose a paso desgarbado—. No tengo a dónde ir.
—Me importa una mierda. —Lo esquivo y busco las llaves en mi bolsillo—. Gracias por la visita, Alejo. Hasta nunca.
Intento poner la llave en la cerradura, pero todo mi puto cuerpo tiembla.
—¿Me vas a dejar en la calle? ¿A mí? ¿A tu amigo del alma, tu hermano?
Pruebo con la segunda llave, pero no entra.
—¿Volviste a verla? —pregunta.
Mi estómago se revuelve.
Mudo. El mundo es mudo. Solo escucho el sonido de mi respiración, solo siento la sed de sangre.
—Qué... —Se agarra el labio partido—. ¡¿Pero qué te pasa?!
Miro mis nudillos, su sangre hidrata mi piel.
«¿En qué momento lo golpeé?»
—¡¿Qué mierda estás haciendo?! —grita y se limpia con el puño de la camiseta.
Reacciono solo cuando lo tengo acorralado contra la pared y sus pies tratan de tocar el suelo.
—No vuelvas a mencionarla. ¿Entendiste? —Lo sacudo—. Ni siquiera pienses en ella.
—Está bien. ¡Está bien!
Lo estampo una vez más antes de soltarlo.
—Si no quieres saberlo, no hablaremos de ella. Pero, hermano, déjame pasar la noche. No tengo dónde caer, estoy desesperado y...
—¿Saberlo? —Mi pecho sube y baja de forma animal—. ¿Qué mierda tengo que saber?
—¿Podemos entrar y te lo cuento todo? —Saliva rosado y vuelve a limpiarse—. Me gustaría limpiarme el labio. Carajo, me diste un buen derechazo.
ESPACIO
Tiene una cerveza en la mano y una bolsa con hielo pegada al labio.
—Habla —ordeno.
—Estoy... —Titubea y se queja como el maricón que siempre fue—. Vine por una razón.
—¿Por qué no tienes dónde mierda caerte muerto? —Levanto una ceja—. Ya te dije que no me importa lo que le pase a tu culo, ya no somos amigos.

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EXIMIDOS
General FictionENCONTRALA EN TODAS LAS LIBRERÍAS. (Aquí disponibles solo los primeros capítulos) ¿Cómo se sobrevive al horror? Hay dolores y situaciones imposibles de olvidar. Hay rencores que se encarnan en lo más profundo del alma y no logran disolverse con el p...