CAPÍTULO 10

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Theo

Años atrás

No puedo mover un solo músculo, respirar duele. Seguir existiendo duele más.

Pedro, mi compañero de celda, limpia mis heridas.

—Tienes mucho que aprender si quieres sobrevivir aquí, hijo.

—Quién... —Los labios partidos me impiden hablar con claridad—. ¿Quién dijo que quiero sobrevivir?

Mis ojos son dos hendijas negras que no me dejan ver su rostro, pero debe estar sonriendo. Siempre está sonriendo. A veces creo que es el único que sonríe en este lugar.

—Diste pelea, no te dejaste matar. Eso dice que quieres sobrevivir.

—Yo... inicié la riña, no lo olvides.

—Eres nuevo, el encierro aún no te cambió.

—No... no todos cambian.

—Tú sí, lo vi en tus ojos cuando llegaste.

Quiero sonreír y decirle que me paso su espiritualidad por las pelotas, pero los músculos de la cara no me responden.

—¿Qué viste?

—Resignación. Estás cansado de estar enojado con el mundo, cansado de sentir tanto odio, de dejar que te consuma. Esa es la grita, ese es el principio del cambio.

Mi cabeza atontada por los golpes quiere creerle, quiere aferrarse a esa ridícula posibilidad, porque sí, estoy cansando. Vivir lleno de tanto odio es agotador.

—Cuando salgas de aquí serás un hombre nuevo.

Futuro. ¿Cómo se piensa en el futuro si en el presente estás muerto?

Trago, el interior de mis mejillas duele. De milagro conservo todos los dientes.

—¿Por qué estás tan seguro?

—Porque me veo reflejado en ti, porque yo también me cansé de odiar.

—¿Tú... eres un hombre nuevo?

Suspira.

—Aún no soy lo que me gustaría, pero enterré al que entró por esa reja. Eso es suficiente por ahora.

Me concentro en mi respiración errática, en la punzada en mis costillas, en cualquier cosa para no pensar, para no ver el carrusel de imágenes que desfila por mi mente.

Un golpe en la reja, mi cuerpo se sobresalta.

—Hey, Blas, tienes visita. ¿Estás presentable?

El hijo de puta del guardia ríe, se divierte a mi costa, sabe que no puedo levantarme.

¿Irías si pudieras hacerlo? ¿Te atreverías a mirarla a los ojos?

—No...

—No puede —Pedro responde por mí.

—No quiero —recalco—. Dile que no quiero verla, que... deje de insistir.

—¿Le vas a decir que no a tu mujercita otra vez? Qué desperdicio... Tal vez le diga que estás hecho puré.

—No. —Sostengo mi estómago como si mis órganos fueran a salirse—. No... Dile que no —le suplico a Pedro.

Siento cómo se levanta del catre. Oigo murmullos, pero no entiendo lo que dicen.

—Primero tu amiga, después tu novia... Sabes que alejando a la gente que te ama solo haces que este infierno arda más, ¿no?

—No van a quemarse. No van a quemarse conmigo.

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⏰ Última actualización: Apr 06, 2023 ⏰

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