🖇 ; 8.-

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¡No!

Jimin había despertado primero. Su trasero dolorido había enviado señales de alerta por todo su cuerpo tras sentir el peso de una mano que no era la propia en ellos.

Se pasó una eternidad observando el rostro relajado de su acompañante. La suave respiración que exhalaba y su cara tan blanca como la nieve eran opacadas solo por unos leves ronquidos dulces, casi imperceptibles.

Se preguntaba cómo una persona podía ser tan detestable, dura y (¡joder, sí!) caliente estando despierta si lucía así durmiendo. Anoche había probado un pedacito de cielo, y a pesar de que sabía que estaba mal, no quería dejarlo. Se sentía dependiente en muchas maneras, e incluso si algo dentro de sí detestaba al pelinegro, otra parte de él clamaba desesperada por su atención.

No entendía cómo había podido desarrollar aquellos sentimientos por alguien que probablemente sólo lo quiere follar (y no es que se queje); pero el problema estaba, en realidad, en que era un rehén. Había sido secuestrado y no había vuelto a casa en una semana, más o menos, e incluso si nadie se había preocupado por buscarlo, estaba mal. No era correcto, bajo ningún motivo o circunstancia.

— ¿En qué piensas, muñeco? — una voz adormilada interrumpió sus pensamientos.

Volvió en sí y alzó la mirada, ejerciendo contacto directo con los ojos del mayor. Un escalofrío recorrió su espalda baja y terminó en su nuca, provocándole una sensación de alerta.

— En ti. — murmuró, adormecido aún por la acción de anoche. Ni siquiera tras las extensas horas de ejercicio a las que se sometía voluntariamente en el gimnasio eran tan agotadoras.

Una sonrisa genuina adornó los labios del pelinegro y asintió, convencido de que así era. Agarró las nalgas del rubio entre sus manos y las masajeó perezosamente, con mimo.

Yoongi seguía dentro del menor y su erección matutina estaba más que contenta, al parecer.

— ¿Qué piensas sobre papi, bebé? — cuestionó con sorna. Su sonrisa se convirtió en una mueca orgullosa cargada de arrogancia.

Jimin, quien yacía boca abajo sobre la cama, había suspirado ante la familiar sensación del tacto adverso. No prestó siquiera atención a la pregunta, negándose a sonrojarse por la mención de su vergonzoso fetiche. Relajó sus músculos y cerró los ojos con suavidad cuando sintió al pelinegro posicionarse sobre él nuevamente, sin quitar su polla en ningún momento de su entrada adormecida.

El de piel más pálida simuló una embestida suave.

— En que no sé tu nombre. — gimió entre dientes — Y quiero saberlo, papi.

Tres embestidas más lo despertaron por completo. Los movimientos enloquecedores del hombre ubicado sobre su trasero eran tan certeros y expertos que debía morder sus labios para no gritar a toda voz. Había algo en la conexión y familiaridad de sus cuerpos que lo volvía adicto al mayor.

Quizás el que fuera un jodido dios follando fuera parte de la ecuación, pero ¿era realmente una característica necesaria para completar el producto final? Estaba enloqueciendo.

El silencio —a excepción por los gemidos de Jimin y los jadeos entrecortados de Yoongi— inundó la habitación, poniendo punto final a su charla matutina.

issues ➳ yoonmin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora