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Drugs.

La noche pasa relativamente rápido si nos convertimos en Park Jimin.

Sí, Park Jimin. El chico que aparentemente odiaba el alcohol y que al pasar de las horas se ha cargado dos botellas de vodka puro sin el más mínimo gesto de asco, ardor o embriaguez.

Y aún así, sus acciones lo delataban. La forma en que su mirada se posaba, desorbitada y lasciva sobre el cuerpo de algún chico guapo de la pista, o tal vez en cómo se tambaleaba cada vez que se acercaba al hombre pálido que le había lanzado el dinero hace un rato son suficientes motivos como para darle una palmada en el culo y decirle: "Tío, estás pasando pena."

El tipo de piel pálida y ropaje oscuro lo observaba expectante, acompañado de cuatro (probablemente dos, en realidad) mujeres con vestidos vulgarmente cortos y maquillaje excesivo.

Jimin pudo haberlas confundido con zorras si no fuera porque, en realidad, sí lo eran.

— Hey, muñeco. Ten cuidado. — gesticuló el más alto, sonriendo ladino ante la mirada irritada que el rubio le lanzó. Se acomodó en su asiento, aparentemente calmado ante las manos traviesas de una morena ebria. — Te caerás y tu trasero quedará lastimado. Me dolería pensar que el que te lo lastimó no soy yo.

Jimin se tambaleó una vez más y finalmente llegó a la mesa, a duras penas. Un tierno sonrojo cubría sus mejillas cuando se apoyó a sobre el mueble, acompañado de una mirada iracunda.

— No podrías lastimar mi trasero ni aunque quisieras, imbécil.

Qué equivocado estás.

Dentro de la mirada del chico de piel pálida y ojos grises, Jimin pudo ver un brillo de compasión.

Pero fue sólo un destello; porque el desafío en los ojos del alto opacó cualquier indicio de sentimiento piadoso que pudo haber sido avistado por alguien... Como Jimin.

Una carcajada surgió desde lo más profundo de su pecho y estiró sus brazos frente a él, tronando sus dedos.

— Siéntate, muñeco. — suspiró, aún riendo. Parecía genuinamente divertido.

El rubio obedeció por inercia, sentándose al lado de una chica pelirroja, demasiado inquieta y lasciva para su propio gusto.

— Toma ésto. — Alargó su brazo nuevamente, cargando en sus manos un vaso de líquido aparentemente transparente. — Te sentirás mejor.

El rubio, dispuesto a beber hasta el agua de un florero, tomó el vaso. Lo acercó perezosamente a su boca y suspiró antes de ingerir todo de una vez.

No terminaba por comprender la amabilidad repentina del hombre frente a él. No tenía sentido, mucho menos en su mente borracha y demasiado confundida como para procesar todo lo que estaba sucediendo. No era capaz de pensar con claridad. Su mundo dio miles de vueltas por unos cuantos segundos y luego todo se volvió oscuro.

" Ayuda. "

issues ➳ yoonmin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora