Family.
Suran había desaparecido. Yoongi se notaba inquieto. La seguridad en el lugar había aumentado, también. Jimin nunca creyó que sería capaz de ver tantas armas en un sólo lugar, pero tal parecía que estaba equivocado. La Casa lucía como un maldito arsenal preparado hasta para la peor guerra.
Sin duda, un apocalipsis zombie habría sido una preocupación minoritaria mientras estaban allí.
Habían pasado exactamente tres días. El pelinegro se había portado de una forma tan dulce que Jimin no tenía idea de cómo tomarlo. El hombre era una caja de sorpresas. Por supuesto que no le molestaba su mimosidad; pero no podía evitar sospecharlo. Él lo había traicionado una vez, utilizándolo y manipulándolo como si se tratara de cualquier cosa.
Como si fuera su juguete.
Por más masoquista e independiente que fuera, se negaba a permitir que lo destruyeran otra vez. Al menos se preparaba mentalmente para la inevitable colisión que tarde o temprano le rompería el corazón en miles de pedacitos.
Aún caía sobre sus hombros el peso de la humillación y la vergüenza, el fantasma de las palabras crueles de ambos cerniéndose sobre su mente como un recuerdo constante de que él no era bienvenido. La pelirroja se había ido; sin embargo, eso no significaba que él era más aceptado ahí. Las chicas lo miraban con lástima y desprecio, murmurando cosas maliciosas mientras sus ojos lucían recelosos.
Cuando el amo aclaró todo, él vio una chispa renacer de las cenizas. Joder, ¿cómo no hacerlo? Si se perdía bajo su tacto. Se derretía con su voz, se excitaba con sólo mirarlo. Era inevitable. El sentimiento de pertenencia que se adueñaba de sí mismo cada vez que se acurrucaba en los brazos de Yoongi compensaba todo el dolor del mundo. Él estaba decidido a quedarse ahí. No se podía imaginar fuera del confort que le entregaba el pelinegro. No se sentía correcto.
— ¿En qué piensas, nene?
La voz profunda lo sacó de sus pensamientos. Aún no era capaz de revelar las cursilerías que revoloteaban en su cabeza cada vez que se pegaba observando hacia un punto inexacto; se sentía increíblemente abochornado de sólo pensar que Yoongi lo descubriera.
— En JungKook — mintió.
Si bien no era cierto, tampoco es como que no fuera la verdad. Desde que se enteró de que Jeon lo llamaba, su celular había desaparecido mágicamente. Pudo notar cómo la tensión se hacía presente en los hombros del hombre de tez pálida; enderezando de inmediato su postura y ahuyentando enseguida el espectro de una actitud relajada. No entendía nada.
— Yoon... — murmuró — yo no lo preferiré a él sobre ti otra vez — dudó antes de decir lo siguiente, mordiéndose el labio inferior —, no debes estar celoso.
Una carcajada desde lo más profundo del pecho de Yoongi escapó. ¿Celoso él? Ni de coña. Sólo estaba un poco preocupado por la guerra que estaba pronta. No tenía tiempo que perder en celos estúpidos, y aún si los tuviera, nunca se lo haría saber al rubio. Demonios, hasta tendrían fundamentos. El chico le pertenecía y él era extremadamente posesivo. No tenía que ver con sentimientos o alguna mierda parecida.
— Cállate — respondió mordaz.
Sus ojos habían perdido la diversión, al igual que el color había abandonado el rostro del peliclaro. Yoongi lo había estado tratando tan bien últimamente que se había olvidado de aquellos tratos en los que perdía por completo el poder de hablar y ser escuchado. Se había olvidado de que el hombre sólo se divertía con él. Que seguía siendo su muñeco.
— No puedes confiar en alguien como Jungkook — musitó, tomando al más joven en brazos y montándolo con cuidado sobre su regazo, frotándose contra sus nalgas — sólo en mí.
¿Así se sentiría el paraíso?
Santo cielo. Claro que lo haría. Confiaría en él aún si lo vendiera a cualquiera, aún si se burlara de él. Era una pequeña mierda contradictoria, ¡pero demándenlo! No estaba bien de la cabeza, y nadie estaría en su sano juicio con los movimientos tan placenteros del dios del sexo que montaba. Era imposible.
— Tú me perteneces.
Jimin estaba perdido. Sus labios se acercaron a devorar los del contrario con ansias, consumiéndose en una pasión lenta y desgarradora, chupando la lengua de Yoongi mientras sonidos malditamente obscenos escapaban de su garganta, casi como si ronroneara. Se mordieron, succionaron y lamieron como si no hubiera mañana. Si los besos fueran considerados porno, ellos habrían sido las mayores estrellas del entretenimiento.
Tan necesitados.
Un ruido sordo atravesó la estancia justo cuando la mano de Yoongi se había acomodado en el culo redondo de su chico; masajeándolo con excitación mientras friccionaba sus pollas hinchadas. Paciencia. Él se había tensado nuevamente, bajándolo de su regazo sin demora y tomando el arma que se encontraba en su mesita de noche.
— Escóndete — ordenó, poniéndose en posición de alerta y acomodándose la bragueta para acomodar su erección — debajo de la cama, nene. No le respondas a nadie que no sea yo.
Y así, tan pronto como había hablado, desapareció. Un torbellino de emociones se adueñó de Jimin; volviéndolo tan inquieto que creyó que podría hiperventilar. Un mal presentimiento recorrió su columna vertebral con un escalofrío en seco, erizando los vellos de su nuca. Eso no podía ser bueno.
Disparos.
¿Estaba oyendo bien? El sonido de las balas resonando en el pasillo invadieron la habitación con estruendo y el rubio pareció perder los nervios. Se congeló sobre la cama, empuñando las sábanas con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos. El miedo lo había embargado de una forma tan patética que apenas pudo moverse bajo la cama antes de que se abriera la puerta.
Pánico.
Unas botas negras recorrieron a pasos lentos la estancia, como si la persona dueña de aquellos zapatos buscara algo. La diestra de Jimin estaba acomodada en su boca para evitar gritar, quitándola sólo cuando se aseguró de que los bribones se marcharon.
Nuevos disiparos hicieron eco, y él estaba seguro de que alguien había muerto cuando oyó el peso de unos cuerpos cayendo al suelo. ¿En qué se había metido? Tenía tanto, tanto miedo. No quería morir todavía. Por favor, él al menos necesitaba decirle a Yoongi que lo quería. Él ansiaba confesarlo antes de que le sucediera cualquier cosa a alguno de los dos. No podría quedar...
— ¡Te atrapé! — su tobillo fue jalado con fuerza y su anatomía se arrastró por el piso con dificultad. Aulló un grito de auxilio, enterrando las uñas en la madera mientras destrozaba sus dedos en un intento inútil de pertenecer bajo la cama. Sangre se derramaba desde sus cutículas.
Por dios, necesitaba ayuda.
Lágrimas descendieron de sus ojos cuando fue tirado con fuerza sobre la cama, como si no fuera nada más que un saco de papas. El sollozo lastimero que escapó de su boca cuando un cuchillo fue puesto en su cuello le recordó al mismo sonido que haría un cordero antes del sacrificio.
— Así que tú eres la puta por la que el imbécil rechazó a mi hermana — susurró el hombre. el filo de su voz cortando todas las esperanzas que Jimin tenía sobre declararse — patético. Aunque puedo entenderlo, claro. A todos nos atraen los culos dulces.
El borde del cuchillo se presionó bajo su mandíbula, y él estaba seguro de que había aunque sea un poco de sangre saliendo del lugar.
— Será una pena desperdiciarte, ¿sabes? — sus ojos conectaron por primera vez. El hombre pelirrojo tenía un perfil perfecto y una sonrisa tan brillante que llegaba a ser siniestra. — pero nadie juega con el honor de mi familia.
Y justo cuando creyó que sería degollado ahí mismo, sobre la cama en la que el pelinegro le había hecho el amor tantas veces, un ruido abrasador le invadió los oídos. Un disparo.
— Quita tus putas manos de él, Hoseok. O voy a quebrarte de tantas maneras que tu puñetero cuerpo quedará irreconocible.
Su salvador. Min Yoongi.
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issues ➳ yoonmin [+18]
Fanfiction"Arruinaré todo de mí sólo para arreglarte." yoonmin ; daddy kink ; baby boy. angst ; +18 ; sexual ; gay.