Capítulo 8: Hungover.

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Perdí la cuenta de cuánto había bebido al tercer chupito. La última vez que había hecho esto tenía diecisiete años y me acababan de romper el corazón, como consecuencia, conservaba borrosa prácticamente toda aquella semana, y juré que no se volvería a repetir nunca, y sin embargo, aquí me hallo, a mis diecinueve años de edad. Andando de lado a lado con mis dos mejores amigas a lo largo de la calle Velázquez.

— Vamos Miriam, no mientas, ¡te enrollaste con el! — exclamaba Emma.

— Eso no es para nada verdad, solo hablamos — aclaré —. Ya te lo dije.

— Ay, mi dulce e inocente Miriam... — suspira Brisa —. Ya tendréis tiempo para hacer otras cosas que no sean hablar — me guiña un ojo.

— ¡No-

— Al principio Manu y yo solo hablábamos — esta vez es Emma la que me guiña el ojo. — ¡Miriam se enrolló con Asensio! ¡Miriam se enrolló con Asensio! — canturrea.

— Un día los ves romper el cascarón... y al siguiente ya vuelan... que rápido nos ha crecido la niña — comenta Brisa colocando un brazo sobre el hombro de Emma.

— Tengo sueño — digo canturreando, intentando que espabilasen para llegar cuanto antes al piso y poder dormir. — Dios, y estos malditos zapatos me están matando Emma.

— Pero si vas divina — comenta Brisa.

— Os odio — confieso —. ¿Sabéis qué? No aguanto más — digo mientras me agacho para sacarme las sandalias. ¡Vaya alivio!

— Si... la verdad es que son un poco incómodas — admite Emma.

Seguimos caminando hasta que Brisa se para delante de un escaparate. Después de eso no tengo memoria, de nada, absolutamente nada. Asumo que llegamos a casa y ni me molesté en quitarme el incómodo conjunto que Emma me había dejado, ni de quitarme el maquillaje, lo cual deducía por la cantidad de manchas granates en mi almohada.

Miraba el techo mientras baraja las opciones de suicidarme para acabar con el dolor de cabeza. Cierro los ojos e intentó recordar cómo acabó la noche, pero mi cabeza está llena de imágenes borrosas de Emma, Brisa y yo bailando, desayunando los benditos churros, y en un lugar extraño... un estudio de tatuajes. Espero que no haya pasado lo que estoy pensando.

Rápidamente me levanto de la cama y me planto delante del espejo para inspeccionar mi cuerpo milímetro a milímetro y asegurarme de que no había hecho nada de lo que arrepentirme. Después de analizar mi cuerpo una y otra vez puedo respirar profundo al confirmarme a mi misma que no hay ningún rastro de tinta en mi cuerpo.

Tras esto, mi cabeza vuelve a concentrarse en el dolor de cabeza, por lo que decido ir a la cocina a tomarme algo para pararlo, y si tal comer algo.
Al pasar por el salón me fijo en el cuerpo prácticamente inerte de Brisa tirado en el sofá, y no puedo evitar que se me escape una risa.

Me siento en la mesa de la cocina con mi taza de café después de tomarme la pastilla e intento hacer memoria de todo lo que había pasado. Sonrío como una tonta al recordar la parte de la noche que pasé con el mallorquín, quién me lo diría a mi hace tan solo una semana. No, de hecho, quién me lo diría hace tan solo doce horas...

Oigo a Brisa removerse en el sofá sin abrir los ojos y luego dirijo mi mirada hacia el reloj de la pared, las cuatro menos die... Podría ser peor.

Después de un rato mirando a la nada, sin que el dolor de cabeza me haya abandonado decido tumbarme otro rato en cama, y ver la vida pasar, sin más.

Me paro en frente del espejo de mi baño para lavarme los dientes. Me fijo en mi rostro y observo cierto hinchazón en mis labios... no tengo ni idea de por qué, hasta que cojo el cepillo de dientes y me fijo en una mancha negra. Por Dios, que no sea lo que estoy pensando que es.

—¡Ah!— chillo

—¡Miriam! ¿Estás bien? — responde Emma a mi chillido y en un abrir y cerrar de ojos se encuentra a mi lado.

—¡Mira esto! — exclamo a la vez que agarro mi labio inferior y le enseño lo que pone — Pone 'miau'. Un tatuaje Emma, ¡es un tatuaje!

—Lo sé... ¡yo también tengo uno!

—¿Puedo verlo?— Emma asiente y hace lo mismo que hice yo anteriormente para enseñarme un tatuaje en el interior de su labio inferior, en el que pone 'guau'.

— Pero... ¿y esto? — estallo a carcajadas— Guau y miau... Emma, ¿en que estábamos pensando? — me río.

— ¡No tengo ni idea! — exclama a la vez que se ríe conmigo — Pero molan.

— ¿Verdad? Dios, creo que aún sigo algo borracha.

Emma asiente y a las dos nos da la risa floja por un rato, hasta que ambas decidimos sacar a Brisa del sofá y hacer maratón de Harry Potter, que arregla cualquier mal.

***

(N/A): Hola, este capítulo es cortísimo y malísimo.

Bueno antes de nada perdón y eso por no actualizar, but 1) esta chica que veis aquí empezó la uni antes de lo previsto y tuvo que andar a mudanzas y 2) crisis de inspiración por lo cual no fui capaz de escribir mucha cosa.

En fin, espero que os haya gustado esto aunque a mi opinión sea algo wack. ¡No os olvideis de comentar cual es vuestra parte fav!

Un saludillo venga bye.

Besa la verdad | Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora