Viernes, por fin es viernes. Camino por los pasillos del campus en busca de las oficinas para entregar el papeleo necesario para hacer el Erasmus el curso que viene. A pesar de quedar más de diez meses era necesario entregarlos ahora por si pasaba cualquier cosa. Tampoco tenía claro si realmente quería ir, pero prefería entregarlos y tener opciones a no entregar nada y luego perder tal oportunidad.
Mientras espero a mi turno repaso los papeles para ver que todo está en orden. Destinos en orden de preferencia: 1. Milán; 2. Roma; 3. París; y 4. Amsterdam. Todo correcto.
— Siguiente, por favor.
Sin más, me levanto del banco y entro en la oficina para, acto seguido, entregar los papeles a la coordinadora de los intercambios Erasmus, quien lee hoja tras hoja para mirar que todo esté en orden. Acto seguido sella unos papeles y me da el justificante para iniciar con el papeleo de traslado en caso de ser elegida para cursar un año de la carrera en el extranjero, lo cual no sabría hasta comienzos del segundo cuatrimestre.
— Bien, todo perfecto — me dice —. Ya te puedes ir, ¡mucha suerte!
— Muchas gracias — le agradezco, y tras esto salgo y cierro la puerta detrás mía.
Camino ahora por el campus en dirección contraria hasta llegar a la boca de metro. Una vez allí, bajo al andén que me corresponde y me siento a esperar a que llegue el metro, que tarda pocos minutos.
El trayecto desde el campus a casa se me hace largo y aburrido, como siempre que voy sola en metro, y si a eso le sumamos que en esa línea no tengo cobertura... un drama.
Cuando llego a casa todo está silencioso. Supongo que Brisa se habría marchado de fin de semana con Olivier como nos había contado, y Emma sale a las dos. Son las dos y media, por lo que tiempo a llegar a casa tuvo.
Decido darle tiempo a llegar, así que me siento en el sofa y enciendo la tele, dejando en la 1 para ver los cotilleos del corazón. No dan ninguna noticia que pueda llamar interesante. Excepto los castings de Victoria's Secret. Agh, ojalá ser un ángel. Me acuerdo de mi etapa de quiero ser modelo y solo modelo a los trece años, solía hacer del pasillo de mi casa mi propia pasarela y desfilar por el innumerables veces aprovechando que mis padres no estaban en casa.
A eso de pasada media hora comienzo a escuchar el ruido de alguien abriendo la puerta, que me saca del casi trance en el que me hallaba.
— ¡Hola, hola! — dice la voz de Emma.
— ¡Hello! Estoy en la sala.
— Perdón por tardar tanto en llegar — se disculpa acercándose —. ¡Tuve un examen sorpresa! ¿Te lo puedes creer?
— Yo la semana pasada — comento —. Por si te sirve de consuelo, y eso... ¿qué tienes ahí? — digo señalando las bolsas que sujeta.
— Ah si, ¡traje sushi!
— Dios, que bien... no me apetecía nada cocinar — aclaro.
Emma se encargó se sacar el sushi de las bolsas y ponerlo en platos y yo de poner la mesa. Al pasar menos de media hora ambas nos encontrábamos llenas y recostadas en las sillas.
— ¿Estás segura de que no quieres más? — pregunta
— Hmm — asiento.
— ¿Pero quieres o no?
— Ojalá poder... estoy llenísima — aclaro —. Creo que tengo que aprender a comer más lento. Esto no es sano.
— No es, no — me confirma —. ¿Qué planes tienes para la tarde?
— Voy a dormir... y a pasar apuntes — contesto —. Toda una chica aplicada.
— ¡Venga ya Miriam! — exclama Emma.
— ¿Qué la pasa?
— ¡Vamos a dar un paseo! — me ofrece y la miro con mala cara —. Y nos tomamos un helado de esos tan ricos que venden en Gran Vía.
— Vale — cedo, esta chica sabe como ganarme —. Pero el domingo estudio. Si o si.
— Deal — me sonríe.
Mientras Emma y yo paseamos por Gran Vía en busca de nuestra heladería favorita no puedo evitar pararme a mirar fijamente hacia el escaparate de la tienda del Real Madrid, ocupado por Marco. Emma me sonríe pícara, al cual le contesto con un gesto de que no diga nada, pero ya es demasiado tarde.
— Te gusta... — me dice medio canturreando.
— No me gusta — niego —. No lo conozco lo suficiente como para eso.
— Hay algo que se llama amor a primera vista... — me sugiere.
— Yo no creo en eso.
— A ver Miriam, las cosas como son — se pone seria —. Sientes algo por Marco Asensio, ¡vamos! ¿qué te cuesta admitirlo?
— No Emma, en serio — aclaro —. Las cosas no son así. No puedo tener sentimientos por alguien a quien apenas conozco.
— Admite que no tendrías nada con el entonces — dice mirándome a los ojos —. Vamos, si no sientes nada por el, mírame a los ojos y dime que no tendrías absolutamente nada con Marco.
La miro, e intento articular las palabras que quiero decir. No tendría nada con él. Pero desgraciadamente las palabras no salen de mi boca.
— ¿No ves? No eres capaz — sonríe —. Eso es porque te gusta. Aunque sea solo un poco. Vamos Miriam... nunca te vi hablando tan a gusto con alguien a quien apenas conocías.
— Muy experta en el amor te has vuelto de repente — le doy un golpe en el hombre —. Pero en serio, Marco es agradable, y me parece un buen chico... pero no me gusta — niego con la cabeza —. Todavía — añado en un tono tan bajo que dudo que Emma me haya escuchado.
Pero en realidad, yo sabía que todo lo que acababa de decir era mentira. Puedo mentirle a Emma, pero no puedo mentirme a mi misma... Joder, me gusta Marco Asensio.
***
(N/A): ¡Hola! Si lleváis esperando más de una semana por esta actualización quiero que sepáis que os quiero. Espero poder ser constante actualizando a partir de hoy. Y que sepáis que os debo una doble actualización esta semana, y a ver si me da la vida y puede ser triple.
Gracias por ser pacientes, espero que la guste el capítulo y ¡nos vemos pronto!
Spoiler: En el proximo capitulo aparece Marco otra vez... Marco siendo Marco, nada de Emma y Miriam hablando de Marco i mean.
(Tenía ganas de decirlo, ¿adivináis como aparece?)No os olvidéis de comentar vuestra parte fav ❣️✨
ESTÁS LEYENDO
Besa la verdad | Marco Asensio
FanfictionNunca se iría de mi mente. Creo que parte de mi lo supo desde la primera vez que le vi, aunque evitase pensar en el. Sabía que las posibilidades de que algo así acabase sucediendo eran nulas, algo así como menos de una entre un billón, pero a toda c...