Invierno I

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Era un día de julio, el invierno está con nosotros, el frío está acá conmigo como todos los días. Me pregunto una vez más para que esté acá, para que vine a este lugar. No encuentro ninguna respuesta. Mañana vuelvo a retomar las clases de la facultad, otra cosa de la que no estoy orgullosa, ¿para qué sigo estudiando si no me gusta? Es obvio que es para no defraudar a mis padres. Estoy sumamente resignada, mi vida se basa en fracasos continuos, lo mejor en estos casos es cerrar los ojos y seguir con la rutina.

No me puedo dormir, vengo hace varios meses con un insomnio que me tiene en vela hasta pasadas las 5 am. Me pongo los auriculares, tecleo oasis, me ayuda a relajarme desde que los empecé a escuchar. Sin darme cuenta caigo en un profundo sueño.

Lo primero que escucho es la alarma de mi celular, Me despierto, La rutina de la vuelta a clases comienza. No quiero levantarme pero debo hacerlo.

Otra mañana completamente sola, a pesar de vivir con mis padres todas las mañanas, bueno todos los días estoy sola. Me cambio y decido salir, en el viaje practico que voy a decir, cuáles van a ser mis palabras. Si, así soy, necesito tener todo bajo control, necesito saber cuál va a ser mi discurso, sobre todo porque las primeras clases eran de presentación. Sin darme cuenta llegue a mi universidad, entre y me dirigí rápidamente al baño, mi único refugio, ahí nadie puede molestarte, nadie se te queda viendo, nadie habla de vos a tus espaldas, decidí quedarme ahí unos minutos hasta que se hiciera hora de entrar. Cuando el reloj marco 7:55 de la mañana salí y me dirigí al aula que tocaba ese día, estaba semi-llena, trate de sentarme en un lugar donde no haya tanta gente, el salón no era grande lo que era una buena noticia. Los alumnos seguían llegando, yo no conocía a nadie. Había tratado de cambiarme de turno para evitar ver a mis antiguos compañeros. Tenía la intención de volver a empezar, sin que nadie me conociera. Nadie iba a saber nada de mí, nadie iba a saber que era la rara que salía dos o tres veces en mitad de la clase para ir a vomitar al baño. Trate de ocultarlo los primeros meses pero después era obvio, lo fue más cuando Erica, una compañera me escucho que vomitaba. Nunca entendí porque le sorprendía tanto, ¿eran tan raro encontrarse con alguien que se sintiera mal y tenga nauseas? La respuesta es ¡NO! Pero ella hizo un tremendo alboroto por eso, me preguntaba todos los días como estaba y si había comido y hasta que había comido. ¿Qué le importa? Nada, no se para que se metía tanto.

En fin, ese fue el motivo por el cual decidí cambiarme de turno.

Renacimiento.Where stories live. Discover now