Invierno VII

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Antes de seguir siento la necesidad de contarles un poco como era ella, era más que solo una cara linda, aunque siempre lo dije, su cara no era fuera de lo normal, podría pasar como solo una persona normal para la mayoría de los mortales, pero para mí era todo lo que estaba bien y aún más. No quiero caer a hablar de lo físico porque sinceramente es lo menos importante. Ella, Alaia, Ali era mucho más que eso, era... es la persona más inteligente que había conocido, podías hablar de cualquier cosa con ella, desde lo más insignificante hasta teorías de universos paralelos, me encantaba.

La noche que pasamos juntas me conto que se crío en un orfanato porque sus padres la abandonaron cuando tenía 5 años y vivió allí hasta los 8 cuando sus papás la adoptaron.

Calculo que por eso era tan solidaria con todos. También me conto que antes de que se mudase hacía voluntariados en distintos orfanatos y geriátricos. Pero sobre todo que siempre volvía adonde ella se había criado. Quería encontrar uno cerca de casa para ir a hacer la merienda, ella siempre mencionaba eso. Y siempre se hacía un tiempo para ir a llevarle leche y pan a un señor que vivía en una esquina con su hijita. ¿Qué clase de persona hace eso? ¿Cuántas veces te encontrás con alguien que se tome el tiempo de hacer ese tipo de cosas? Bueno Alaia lo hacía. Ella siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás.

Esa noche me dijo que la ayudará yo también.

-Vos, vos deberías venir conmigo. Nooooo sabes que, me tenes que prometer que me vas a acompañar al orfanato donde me críe, tenes que conocer a todos allá, podríamos ir en vacaciones, ¿qué te parece? -¿Cómo decirle que no si hablaba tan alegremente de ese lugar? Bueno Ali, era así hablaba alegremente de cualquier tema, pero este en particular, se llenaban los ojos de un brillo especial-

- Si, ¿Para vos es importante que vaya con vos? Si es así voy a ir jajaja – Reímos mucha esa noche-

-Pero boluda, te hablo enserio, te lo tomas todo para la joda.

-¿Te enojaste? –solté una risa que hizo eco en todo el cuarto- si voy a ir con vos. ¿Hoy no te dije que voy a cuidarte siempre? Voy a hacerlo.

Después de eso me abrazo, pero fue un abrazo distinto a los otros dos. Este se notaba más sincero, más real. Le correspondí el abrazo. Una parte mía ya no me importaba que al abrazarme a mí sienta los huesos. Me sentía protegida con ella.

Cuando nos separamos quedamos frente a frente. No puedo describir que fue lo que paso en ese momento o como me sentía pero puedo jurar que el mundo se paro. Los minuteros de los relojes dejaron de moverse, los autos en las calles se pararon, las computadoras en las casas de todo el mundo se tildaron, pero nuestros corazones seguían latiendo al unísono. Nada más paso, ¿pensaron que íbamos a besarnos? Yo también, pero no. Alaia se alejo y se acostó.

Se durmió, pude escuchar como su respiración se tranquilizaba a medida que los minutos pasaban y también note el segundo exacto en el que ella se durmió. Yo también caí en un profundo sueño, pero algo me despertó, era ella. Se acomodaba en mi pecho, trataba de no despertarme pero no pudo. La vi, ella vio que la vi. Nos vimos pero ninguna dijo nada, se acomodo y seguimos durmiendo.

Me transmitía paz, y hasta el día de hoy lo sigue haciendo.

Sabía que iba a tener que desayunar, pero no quería, empezaba a sentir la pesadez de la pizza de anoche. Puse una excusa...

-Mira Ali, me encantaría quedarme pero si no voy a mi casa mi mamá me mata. Si queres hoy en la noche te hago compañía otra vez – Dije esperando que por favor me rogara que vuelva esa noche. En cuanto a la excusa era totalmente mentira, a mis padres le daba lo mismo si estaba en mi casa o no-

-¿Prométeme que vas a comer y te dejo salir?

-Sí, te lo juro.

-Bueno está bien. –Estaba por salir pero me agarro del brazo- Para, no quiero ser una molestia, pero si queres podes venir hoy también.

-Hoy a la noche me tenes acá... Nos vemos ¿sí?

Y partí, me sentía bien pero necesitaba llegar a casa e ir al baño. Necesitaba vomitar. Perdón Alaia.

Llegue a casa, como de costumbre no había nadie me dirigí al baño casi corriendo. La escena del día anterior se repitió. Me desvestí y me quede mirándome en el espejo, ese día si necesitaba ver la sangre en mi cuerpo, y así fue saque una cuchilla de afeitar que había en el baño y empecé. Los cortes los hice en los muslos. Esa parte no la veía nadie.

La sangre comenzó a salir lentamente y después de golpe. Me sentía viva. Es irónico, pero si duele es porque existe, ¿verdad? Un corte, dos cortes, tres cortes, cuatro cortes en cada pierna me hice ese día. Pare porque quería vomitar. Después de hacerlo si me sentía mejor. Me metí a bañar, el agua caliente ardía demasiado en los cortes pero no me importo mucho.

Decidí comer algo, pero cuando abrí la heladera se me fueron las ganas, solo tome una botella grande de agua y me la bebí en unos cuantos segundos. La tarde paso rápido mientras hacía algunos ejercicios. Tengo que admitir que odio la gimnasia, pero esa noche iba a tener que comer y mantenerlo adentro, lo mejor era que hiciera unos cuantos abdominales. Volví a bañarme y llame a mi madre, no tenía buena relación con ella pero vivía en su casa y estaba hace más de un año desempleada, creo que tenía que darle notificaciones de donde me encontraba a veces.

-Hola madre, ¿cómo estás?

-¿Qué necesitas Guim? Hay plata arriba de la heladera, agarra lo que quieras, hoy no voy a cenar-

-Ok, nada más quería decirte que voy a...... ¿me cortaste? ¿Hola? Seh, me cortaste. VOY A QUEDARME EN LO DE UNA AMIGA. Y NO QUIERO TU PLATA. – dije gritando estúpidamente porque no me escuchaba-

Renacimiento.Where stories live. Discover now