Invierno VI

3 0 0
                                        

Me bañe, mire el celular y marcaba las 17:47 del viernes 28 de septiembre. Me cambie y salí decidida a ir a la casa de Alaia. Después de todo ella quería que le haga compañía esa noche. No sabía si iba a seguir en pie pero lo iba a intentar. Que mejor momento que después de sentirme la mayor mierda del mundo. Si las cosas no salían bien la caída iba a ser tremenda, pero no me importo. Por Alaia me habría tirado de un avión.

Toque timbre unas tres veces sin recibir respuesta alguna, empecé a asustarme.

Pero al cuatro timbrazo me abrió, si, era ella pero completamente rota. No estaba llorando ni tampoco había señales que lo haya hecho, pero su mirada estaba completamente perdida. Algo dentro de ella había cambiado y no podía saber qué.

-Pasa, pensé que no ibas a venir, después de que te fuiste tan rápido de la clase- No entiendo si estaba avergonzada o peor aún, decepcionada.

-Te prometí que iba a quedarme con vos y acá estoy – trate de disimular una sonrisa- Emm si, es que el café de la universidad me callo algo mal y me dieron ganas de vomitar, pero estoy bien, no fue nada. ¿Pero vos porque te fuiste? Salí a buscarte pero no te encontré por ningún lado.

Y en ese momento fue cuando mi mundo se vino abajo, aún más que antes. Ali soltó unas cuantas lagrimas, no me abrazo, no se movió de donde estaba pero sus hombros subían y bajaban. Se cubría su pequeña cara con ambas manos tratando de esconder su rostro. No lo pensé, no me importo que vaya a tocar este saco de huesos que es mi cuerpo, esta vez fui yo quien se le lanzo a abrazarla, no podía verla así. No sabía que le pasaba, solo quería que volviera a estar bien, escucharla reír. Cerré la puerta de un suave golpe con la pierna mientras envolvía con mis brazos a Alaia que era unos centímetros menores que yo. La guie hasta el sillón que estaba a unos metros de la entrada. Nos sentamos ahí, ella seguía sollozando, mientras que le acariciaba la espalda y la cabeza. No podía hablar, hasta que después de unos minutos empezó a decirme.

-Sé lo que haces, sé porque lo haces. Siempre lo supe pero esperaba que fuera mentira, y hoy –hipo un poco- ...y hoy lo confirme – Dijo en susurros apenas audibles-

No tenía idea a que se refería, o mejor dicho si tenía idea pero no quería escucharlo de su boca, el temor inundo mi cuerpo. Aún así le pregunte a que se refería.

-¿De qué hablas Ali? – Ali, era la primera vez que le decía ese apodo en voz alta, siempre pensaba en ella como "Ali"-

-Nunca queres comer delante de mí, estás muy flaca, hoy comiste y vomitaste. Tengo miedo que te pase algo. Deja de hacer lo que estés haciendo, por favor. No quiero perderte. – Era casi imperceptible lo que decía, hablaba muy bajo a causa de que todavía lloraba desconsoladamente-

Sabía todo y a la vez no sabía nada. La causa por la cual estaba mal era yo, increíble.

Ay Ali, ojala pudiera parar, de verdad quería, pero no podía, hacerlo me hacía feliz. Me dejo sin palabras, no sabía que contestar, ella sabía que había algo mal en mí, no podía negarlo pero no podía admitirlo tampoco. ¿Cómo era posible que una persona que conocía hace un mes se diera cuenta que estaba enferma y mi propia familia que vive conmigo no?

-Estoy bien, Ali, nada más me callo mal el café, perdóname pero no llores por mí, de verdad. Si estoy flaca es que no estoy comiendo bien últimamente, nada más desayuno y ceno un poco, pero te juro que voy a comer mejor ¿sí? Pero no llores – Me hubiese gustado creerme esas mentiras así de fácil como Alaia me creyó-

-¿Me lo prometes? Si te pasa algo te juro que me muero – al decir esto pude notar que se puso colorada y se avergonzó bastante, no dejaba de mirar para abajo-

-Te lo prometo. ¿Pero por mi hiciste todo esto? Ni que fuera tan importante –Disimule una sonrisa-

Moría porque me dijera que si era importante, pero no lo hizo, solo me veía como su amiga. Está bien, supongo que si estuviera en su lugar también me vería como una amiga.

Esa noche me pidió que me quedará con ella y así fue, tuve que comer es verdad. Pero por primera vez en casi siete meses no me molesto comer enfrente de alguien, pedimos pizza, comimos mientras nos reíamos de cualquier estupidez. No vomite esa noche, ni en la mañana tampoco. Me sentía bien.

La vi dormirse y la vi despertarse, ¿acaso podía haber pasado una mejor noche?

Dormimos juntas, ella tiene una cama grande y estuvimos toda la noche ahí. Recuerdo que nos dormimos como a las 4 am, estuvimos hablando de cosas banales y otras no tanto.

Juro que fue una noche increíble, hacía tiempo no hablaba con una amiga, mejor dicho hacía tiempo no tenía una amiga con la que pueda ser yo. Bueno si, hay cosas de mí que no sabe y no quiero que sepa pero fuera de eso fui totalmente yo. Y fui feliz, al menos por una noche.

Renacimiento.Where stories live. Discover now