Pedacitos de pastel

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⊹ Partes: 1/1
⊹ Advertencia: Contenido sensible, pensamientos negativos.
⊹ Edad: (B): 17  (C): 18
⊹ Pareja secundaria: No.
⊹ Alternative universe: Belson bulímico.

Lunes

¿Y si faltaba a clases ese día?

Total, no tenía nada de interesante ir al colegio los lunes.

Martes

Olvidó hacer la tarea de matemáticas. Tal vez faltar nuevamente no le haga daño.

Miércoles

A su madre no le preocupaba mucho lo que él hiciese últimamente. Estaba con su nuevo novio, Johnny, tal vez hoy tampoco note que no se levantó para ir al colegio.

Jueves

Las irritantes clases de educación física, ¿De qué servía el practicar una vez a la semana? Seguía estando igual de gordo, y odiaba aquello. Por eso decidió que ese día no bajaría a comer. Y por supuesto tampoco fue al colegio.

Viernes

Una semana perdida. Tenía hambre pero se negaba a bajar.
Con pesadez se levantó y fue hasta la, ahora, vacía habitación de su madre. La enorme mansión estaba vacía igual. Y él, se sentía vacío igual, tan vacío como la gigantesca mansión.

Buscó los laxantes que usa su madre desde que comenzó a salir con Johnny, leyó las indicaciones y luego bebió dos pastillas con agua.

Él también quería estar delgado. Sentía que no podía ni cargar su propio peso.

Sábado

Es de mañana y él sólo bajó a recordar cómo se veía el salón, se sentía cansado y hambriento.

Sin su propio consentimiento fue a la cocina, y para cuando se dio cuenta, estaba con el refrigerador abierto frente a él.
En un plato, del segundo estante de éste, se hallaba un pastel de fresas y chocolate a medio comer. Un café amargo con esa dulzura no le caería mal.

Pero al terminar e ir a cepillarse los dientes, se miró al espejo nuevamente. Y se asqueó. Tenía chocolate por todo el rostro, chocolate, desbordando por las comisuras de sus labios. Y una mancha de café derramado lo saludaba en su blanca camiseta que usaba de pijama.

Se daba asco.

¿Cómo pudo siquiera pensar en comer? ¡Todo iba bien! ¡Lo llevaba perfectamente bien!

¡Maldita sea! No pudo controlar su hambre un día más.

Se apresuró a subir la tasa del váter, buscó su cepillo y abrió la boca, mientras se asomaba a la brillante cerámica blanca.

Ding-Dong

¿El timbre? ¿Quién lo visitaba a esa hora de la mañana un sábado? Seguro eran las revistas y catálogos de suscripción de su madre.

Debía bajar a recibirlos.

Dejó el cepillo en el lavabo y bajó.
Abrió la puerta y en definitiva no era la señora de las revistas.
Clarence, con su deslumbrante e imperturbable sonrisa se paraban frente a su puerta. ¿Cómo carajo saltó la valla?

—¡Hey, Belson! –Se adentró a la casa sin invitación, como si fuese la suya.

—Clarence, ¿Qué mierda haces en mi casa? –cerró la puerta detrás de sí y siguió al chico, quien ya dejó sus cosas en el sofá del recibidor.

—Te traje las tareas. El maestro dijo que debes ponerte al día.

Finalmente, después de haberse ubicado en el sofá, se fijó en el demacrado rostro de su, para él, amigo.

—¿Belson? ¿Estás bien? –Se levantó, muy preocupado, y corrió hasta donde se hallaba el susodicho.

Belson comenzó a llorar. No, ya no podía aguantarse.
Abrazó a Clarence con fuerza, inhalando su perfume natural y el aroma a suavizante de ropa con esencia de lavanda que expedía su abrigo azúl.
Y lloró, y siguió llorando, y se cansó de llorar.

—No estoy bien. No estoy bien...

Estuvieron así, y así siguieron por una hora. Hora en la que Clarence se dedicaba a escuchar lo que Belson tenía para decirle, oía sus problemas, sus complejos, pues a falta de un oído para que lo escuche, se abrió a la primera persona que se interesó en él, e hizo una buena elección.
Finalmente Belson calló.

—Yo creo que eres hermoso –le dijo, como confesión, más que palabras de aliento. Acarició su mejilla y le sonrió–. Con todo y relleno de chocolate en el rostro.

El adolescente rubio, con su más sinceros sentimientos concentrados en sus ojos, se acercó al más joven (por sólo unos meses) y besó su mejilla. Se comió el pedazo de chocolate que se pegó en su rostro.
Lo saboreó y luego se comió otro pedazo, el cual estaba en la mejilla contraria. Luego otro pedazo, mientras se acercaba más a sus labios.

Hasta que, en medio de la confusión que se cargaba Belson, los labios de ambos finalmente se encontraron y él pudo sentir, a través de los húmedos labios del contrario, que era apreciado, y que el beso era sincero.






El día llegó a ser noche. Clarence se fue hace dos horas, luego de haber almorzado un delicioso plato de espaguetis, luego de haber tomado un baño juntos, tímidos como dos niños de primaria, luego de haber hecho toda la tarea de la semana entre unas cuantas caricias traviesas y abrazos acurrucados, luego de haber cenado una pizza de extra queso que pidieron a domicilio, y luego de que lo haya dejado en la cama nuevamente.

Ahora estaba acostado, acurrucado, con un cálido, muy cálido, sentimiento en el estómago... Tanto...






















...Que le daban ganas de vomitar...







Gift for you [Clarence x Belson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora