Cαᴘíтυʟᴏ 6

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Narrador omnisente.

Leonardo entró a clases, como normalmente haría un estudiante. A excepción de que el azabache, no le quitaba la mirada de encima a Briana, ella solamente se cubría la cara con pelo, avergonzada de las miradas que Leonardo le lanzaba.

—¿Qué le pasa a Hamato?— Le susurró a su amiga, la pelirroja.

—Creí que sólo yo lo había notado— Susurró de vuelta y le sonrió a su amiga —Quizás ya se enteró de la presentación.

Briana miró a su amiga y suspiró pesadamente, luego miró al de ojos azul zafiro, este le sonrió amigablemente y le saludo moviendo su mano de un lado a otro, el sol hacía ver su pelo con un toque azulado y sus ojos se veían llenos de vida, Briana saludo de vuelta y miró sus notas musicales para seguir prestando atención.

—¿Tocarás con él?— Preguntó Abril en un susurró.

—Tal vez... Depende, de que tan bueno sea...— Susurró de vuelta y le sonrió levemente, su amiga tan sólo sonrió ampliamente y cerró su puño emocionada.

Briana negó un par de veces con la cabeza y miró a su maestra. Las calses corrieron más rápido de normal ese día, al dar el toque, la maestra se tumbó en su silla agotada mientras que los alumnos salieron rápidamente del salón. Briana caminaba por los pasillos abrazando su notas musicales cuando, Leonardo llegó por detrás y tocó su hombro.

—Hola...— Saludó con una amplia sonrisa.

—Buenos días, Hamato— Saludó Briana de vuelta.

—Escuche que nos toca una presentación, en el teatro, ¿Cierto?— Comentó a lo cual la chica asintió —Ya veo...

Ambos jóvenes se miraron entre sí por unos segundos hasta que Briana de entre sus cosas, sacó una libreta blanca y se la entregó a Leonardo, quien la recibió un tanto confundido.

—Estas son las partituras.— Dijo Briana con la mirada baja mirando al costado —Tocaremos la melodía que Abril y yo practicabamos ayer. Pero, si no quieres tocar conmigo, no hay ningún problema.

Leonardo comenzó a hojear las partituras y le sonrió a la chica.

—Me parece bien.— Dijo, a lo cual la azabache lo miró con lo ojos abiertos de par en par —¿Qué día practicaremos?.

—Hoy mismo. Claro, si tiene tiempo.— Respondió —En cuanto las clases terminen, podremos practicar en la sala de música.

—Bien, entonces después de clases te veo en la sala de música.— Dijo Leonardo con una sonrisa y enrolló las partituras para luego meterlas en su mochila. —Nos vemos hasta entonces, Briana.

La chica asintió, Leonardo sonrió y comenzó a caminar hacia la cafetería, en el camino sus hermanos le encontraron y le saludaron amistosamente, Briana miró la escena y sonrió levemente.

Los Hamato fueron hasta la cafetería para poder almorzar juntos, Briana y Abril hicieron lo mismo.

—¿Y bien?— Habló Donnie —¿Tocarás el piano?.

Leonardo sonrió y de su bolsillo sacó las partituras que la azabache le había dado anteriormente, para luego entregarselas a su hermano.

—Sí— Dijo y siguió comiendo.

—¡¿Estás hablando en serio?!— Gritaron al unísono los tres hermanos.

—Sí— Asintió y miró a sus hermanos —¿Por qué se sorprenden tanto?.

—Número uno, por que creímos que no harías presentaciones, al menos no de nuevo. Y segundo, por que tocaras en la nueva escuela...— Explicó el de rojo.

Leonardo miró a su hermano de reojo para luego posar su vista en la comida frente a él. Jugó un poco con ella, dio un profundo suspiro y miró a sus hermanos.

—Sé que es repentino, pero, creo que llegó la hora.— Dijo —No podré ser el pianista más reconocido, o cumplir mis sueños a cabalidad, por ellos es mejor aprovechar las oportunidades que se me presenten ahora.

—Entendemos...— Comentó el genio y miró a su hermano con compasión —Sólo no te exedas, ¿Entendido?.

Leonardo asintió y continuó comiendo, ahora estaba más feliz con lo que sus hermanos le habían dicho, y más aun por el apoyo que le estaban brindando.

[...]

Después de clases todo transcurrió normal, a excepción de que Briana y Leonardo fueron a la sala de música para practicar la canción.

Briana llegó primero a la sala de música, miró detalladamente cada instrumento. Las gitarras de color negro y café, estaban colocadas en hilera, una tras otra, mostrando su belleza, tal y como los árboles a la orilla del rio. Había instrumentos de música clásica, bellísimos y cuidadosamente puestos en sus dichos lugares, el piano reposaba justo en el medio del lugar, el gran ventanal a la izquierda hacia que su color carmesí se notara con mayor intensidad.

Briana amaba ese lugar, lo amaba como si fuera una parte de ella, se sentó en el pequeño sillón que había frente a aquel piano, la luz del atardecer entraba con intensidad, haciendo que su pelo azabache se viera con cierta tonalidad de rojizo, sus ojos se iluminaron al estar frente a aquel artefacto único y esplendoroso, su tez morena brillo con esplendor.

Con sus delgadas y delicadas manos descubrió las teclas de aquel instrumento, dejandolas a la vista, una brisa fría y reconfortadora entró, moviendo de un lado a otro su cabellera al igual que las mangas púrpuras de su camiseta. Tocó una de las teclas, haciendo que emitiera un sonido especial, los orbes de Briana brillaron y un pequeño sonrojo junto con una sonrisa se formó en su rostro.

—Por lo visto, te gusta el piano— Comentó Leonardo mirando con una sonrisa a la azabache.

—Ciertamente, Hamato— Respondió esta cortezmente y se levantó del asiento —Llegaste tarde.

—Lo siento, tenía cosas que hacer— Dijo con una sonrisa nerviosa —¿Podemos empezar?.

—Sería lo más correcto.— Dijo ella y abrió el estuche de su violín para sacarlo y mirarlo de arriba abajo con una leve sonrisa —Dame la oportunidad de ticarte una vez más, te prometo que lo haré bien.— Le susurro al violín y miró al azabache.

—¿Qué fue eso?— Preguntó este en cierto tono de burla.

—Eso fue algo que no es de tu incumbencia— Dijo esta seriamente.

Leonardo sólo bufo y se sentó frente al piano, sacó las partituras de su mochila y las puso en el soporte. Briana, por el contrario, puso su violín sobre so hombro delicadamente.

—Yo empezaré— Comentó Briana y miró al azabache.

Y así, comenzaba una nueva aventura.

Continuará...

Al ritmo de mi corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora