Cαᴘíтυʟᴏ 10

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—¿Dónde está?...— Preguntó Leonardo y se suspiró.

—Está fuera, llegó por la mañana— Respondió Donatello y miró a la puerta.

—Entiendo...— Leonardo miró a la ventana, la luz de la tarde relumbraba por toda la cuidad, suspiró pesadamente y se rascó la nuca —Dejenme hablar con ella...

—Como digas, intrépido— Rafael miró a sus demás hermanos y suspiró para salir de la habitación.

—Sé delicado...— Aconsejó el más alto al saber lo duro que puede ser su hermano en ocasiones.

—Lo seré...— Respondió con una leve sonrisa.

Donatello y Miguel Ángel se levantaron de sus respectivos lugares y salieron de la habitación, para que la azabache pudiera hablar con más comodidad con Leonardo.

—Buenas tardes— Saludó Briana cerrando la puerta tras de sí.

—Hola— Respondió al saludo el ojizafiro.

—¿Cómo te encuentras?— Preguntó Briana y se sentó en una silla a lado de él.

—Bien, gracias— Respondió con una sonrisa, aunque el latido lento de su corazón comenzaba a ponerlo nervioso.

Me alegro— Respondió la azabache y giró la mirada a la ventana.

Todo se quedó en un silencio incómodo, ninguno de los dos se dignaba a hablar. Leonardo carraspeo y se rascó la nuca, suspiró pesadamente y miró a Briana.

—Lamento lo que pasó...— Se disculpó.

—No importa... ¿Por qué no dijiste que te sentías mal, Hamato?— Interrogó rápidamente y lo miró.

—Porque, no me dejarían tocar...— Respondió y bajó la mirada —Lo que menos quería, era fallarte, y fallarme a mí...

—Ciertamente eso hubiera arruinado mi oportunidad de ser reconocida...— Respondió y lanzó un suspiro —Pero, pudiste haber muerto...

—Eso no importa, lo que me importaba era tocar en ese lugar... Desde niño ese ha sido mi sueño...— Levantó una mano, como si quisiera tomar algo, pero que estuviera fuera de su alcance —Quería ser reconocido antes de morir...

—¿No crees que pensar en la muerte, es algo inútil a estas alturas?— Preguntó Briana, arqueando una ceja para luego mirar a Leonardo.

—No para mí...La muerte es algo venidero, algo que llegará sin querer esté preparado para ello...— Mencionó y bajó su brazo.

—¿Qué es lo que tienes, Hamato?— Preguntó Briana preocupada mientras lo miraba con una mirada suplicante —Sé que verdaderamente no soy la persona mejor indicada para dar ánimos, o la persona más alegre del planeta... Pero, por favor, te lo suplico... Dime qué tienes...

Leonardo la miró y suspiró pesadamente mientras cerraba sus ojos, había llegado la hora. La habitación había dejado de brillar a los ojos de Leonardo, ahora, un color oscuro y opaco reinaba en su lugar.

—Yo... Briana, moriré antes de cumplir los veinte años de edad...— Respondió llendo directamente al grano.

—D-Debe ser una mentira...— Tartamudeó Briana. Por primera vez en su vida hallaba a una persona que podía entenderla, que la ayudaba... Y lo perdería, sin darse cuenta de ello antes...

—No lo es... Mi corazón, es muy débil... Necesito un transplante, pero... Para cualquier órgano son meses de espera, y para obtener un transplante de corazón...— Hizo jna larga pausa y suspiró, lanzando un sollozo en ese momento —Es imposible hallar a un donador...

—¡Nada es imposible!— Gritó Briana y se levantó de golpe —¡Eso me lo dijiste tú!.

—Era diferente-

—¡¿Diferente?!— Interrumpió la azabache, no había llorado en toda su vida, y este no sería el momento... Al menos no aún —¡¿En qué es diferente?!.

—¡En que mi vida pende de hilo!— Gritó Leonardo, haciendo que la máquina se acelerara —¡¿Cómo comparas una vida a una simple canción?!.

—¡Lo hago, tú me enseñaste eso!— Briana siguió gritando —¡Decías que una simole melodía podía expresar mil emociones, pintar colores en el viento y hacer a las personas sentir más que nunca!...

—Es diferente... No puedes entender esto— Respondió el ojizafiro.

—Tampoco entendía lo que decías...— Confesó y bajó la mirada —Pero, cuanto toqué frente a todos, cuanto toqué contigo... Algo cambió, pude ver colores en el escenario inundando con tanto esplendor, simplemente no lo podía creer, tenías razón... Es día, sentí más emociones y sentimientos que nunca en mi vida habían sentido... ¿Qué pasó ese Leonardo, ese Leonardo con el que toqué y pude sentir esas emociones?...

Leonardo la miró, su corazón comenzó a sentir esperanza de nuevo, algo que hacia tiempo había perdido... Miró hacia le ventana, el atarceder pintaba de colores el cielo. Azul marino se desvanecía en un azul más claro, ese azul se desvanecía en un anaranjado intenso y ese color se combinaba con un amarillo brillante. Las nubes parecían pintarse de rosa pastel. Cuántos colores uniéndose para crear aquel placer para los ojos, le recordaba la sensación de estar frente al escenario, esa emoción y esos colores que había visto al tocar, todo volvía a tomar sentido para él.

—¿Ahora lo entiendes?...— Preguntó Briana —Tu corazón, es el centro de todo... Gracias a él puedes sentir todo eso... No puedes, simplemente rendirte. Quiero tocar de nuevo con Leonardo Hamato, y no tienes escusa para morir antes de eso...

Leonardo rió, soltando un para de lágrimas en el proceso...

Su esperanza de vivir por más tiempo, volvía...



Continuará...

Al ritmo de mi corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora