Arcano 3: La emperatriz

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Lo estuve pensando mucho. Déjenme decirles que no ha sido fácil. Por momentos, puedo ser dinamita. Alguien que avance y tome lo que necesita, quite del camino a quien amenace a los suyos. Todos desean seguirme, llegar hasta el borde y convertirse en mí. Incluso los más pequeños, que en su número son tantos que no alcanzaría con las cajas de la casa para proveerlos en su ambición. Solo hay dos de mi clase. Y no más de una en cada bando. Pero, una vez que la función termina, vuelvo a la oscuridad y mi realidad de plástico blanco que se aplasta contra los demás no es tan divertida.

Lo he pensado. He intentado convencer al grupo. No me han hecho mucho caso, así que me he rendido con ellos. No sé qué esperaba, en realidad. No es que todos pudiésemos llegar muy lejos, con caballos que no saben lo que es una línea recta.

Así que voy a tomar la aventura por mi cuenta. Mi rey encontrará a otra que quiera seguirlo, un paso a la vez. Voy a dejar esta vida de negro y blanco, cuadro tras cuadro. Voy a rodar, a caer y perderme entre las pisadas de los gigantes. Si puedo, haré que la bestia peluda de esta casa me lleve a otros lugares, mientras más lejos, mejor. Tal vez alguien me vea, en el suelo, y me eche en aquel tarro que luego sacan afuera y una máquina enorme y mágica se lo lleva, más allá de los límites de...

—¡Mamá! —grita uno de los niños de la familia, sentado frente a su tablero y con las piezas esparcidas en el pasto—. ¡Otra vez se me ha perdido la reina blanca!

—No voy a comprarte otro ajedrez, Juancito —se oye, desde el interior de la vivienda—. Usá un poroto o algún muñeco en su lugar.

—Está bien —asiente el niño, a punto de llorar.

Parece que está por tener una rabieta y mira el desorden en el suelo, como si fuese a patearlo todo. Traga saliva y se contiene. Entonces corre a buscar un sustituto entre los juguetes de su baúl.

Detrás de él, una paloma gorda y de plumas marrones levanta el vuelo, llevándose en su pico la pequeña pieza de la dama blanca.

Detrás de él, una paloma gorda y de plumas marrones levanta el vuelo, llevándose en su pico la pequeña pieza de la dama blanca

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♦Veo que ando con el tema recurrente de los viajes, el escape y los nuevos horizontes. Es que no hay otras cosas que una adivina encerrada en un libro mágico pueda soñar. Me pone los pelos de punta la interpretación pasiva y suave que hacen del principio femenino encerrado en esta carta algunos tarotistas. Para mí el poder de una emperatriz está más allá de eso. Y, como es mi libro, voy a escribirlo así.

Si lo encuentra en su tirada:

Al derecho: Vas a ganar un boleto de avión, con vuelo directo a la playa de arena más blanca que hayas visto. Aunque tendrás que pagarte la comida y traslados. Ser una reina no quiere decir que todas las cosas vengan de arriba.

Al revés: Despertarás una mañana con un nido de palomas en la ventana. Te llenarán la casa de plumas y el canto de los pajaritos bebé no te va a dejar dormir. Pero la semana siguiente te darán un descuento enorme en productos de limpieza en el supermercado.

***

Nota: La finalidad de los significados de cada carta es entretener al lector y a la loca que escribe estas cosas. Ningún dato de este libro debe ser tomado como referencia seria, ni aplicarse a situaciones de la vida real. Dicho esto, sean libres de enviar sus propias interpretaciones de este arcano.

Hasta la próxima.

Los saluda, Madame Ceyene

Arcano IV: El Emperador »

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