12. Sí se quien eres

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Foto: Kylling Starkling

Capitulo 12:
se quién eres

—Muevete y no me obligues a usar la magia—se quejó Karoline

—Pero es que estás tan fría que pareces muerta, así al menos te doy un poco de calor

—El único muerto aquí serás tú cómo no te apartes—gruñia Karoline en desesperación, se estaba agobiando, Lyam la estaba agobiando.

Ya eran casi las 7:30 y pronto empezarían las clases. En vez de estar preparándose estaba intentando quitarse de encima a un insistente Lyam. Empezaba ha hartarse.

—Vale leona, ya me quito—alzo sus manos en símbolo de rendición.

En un abrir y cerrar los ojos Lyam se encontraba solo en la habitación de Karoline. Aprovecho para fisgonear en ella. La cama estaba anclada en la pared en posición vertical. En frente de ella un tocador enorme, en la parte derecha del tocador estaban los artículos de maquillaje de Karoline, en la izquierda había una máquina de coser junto algunos papeles desordenados y rollos de telas de todos los colores texturas y patrones. Le entró curiosidad por ver su armario. Era del mismo largo del tocador, puede que un ligeramente más ancho, pero el material era el mismo, madera blanca, la cual constataba perfectamente con las paredes negras. El armario estaba decorado con algunas luces en forma de bombillas y fotos de ella con su familia y amigos, aunque también había fotografías simples: un paisaje, un árbol, la luna y un cuervo. Miro detalladamente las fotografías, se veía a Karoline con distintos colores de pelo: morado, rosa, azul, blanco, negro,rojo, naranja y gris. Abrió el armario para ver qué había dentro. Ropa negra y blanca, poco color, zapatos, bolsos, gorras y sombreros, cajas pequeñas. Junto las puertas del armario, sellandolo. Se sentó en el asiento de la ventana, cansado. Cerró los ojos debido a la blanquecina luz que entraba por la ventana que le molestaba.

—¿No dormiste bien?—la voz de Karoline estaba próxima, estaba en la habitación, no se atrevió a abrir los ojos. Por alguna razón le daba vergüenza.

—No del todo—hizo una pausa y suspiró, exahusto— me ha costado controlarme. En cuento me relajaba sentía la necesidad de besarte. No ha sido mi mejor noche precisamente.

—¿De besarme?— La risa de Karoline era áspera, pero suave, volver a escuchar una risa tan sincera por su parte hizo que Lyam sonriera—Maldito idiota levanta, llegarás tarde

—Siempre arruinas los momentos—Lyam se levantó riendo, camino hasta ella quedando en frente de Karoline. Ella siempre llevaba tacones muy altos, Lyam nunca llegó a preguntarse por qué. Hasta que en ese momento, vio la bajita que era. No podía llegar al 1.65—Roly.—Karoline frunció el ceño ante el apodo— No sabía que eras tan bajita, podría agárrarte ahora mismo como un saco de patatas, ¿sabes?

—Se llama problema de crecimiento idiota. Y ya te dije que no me llamases así— Se limitó a decir mientras se colocaba las botas más altas que encontró.

—¿Cuando mides, Roly?

—Que te den

—Venga, prometo no reírme—ante las protestas de Karoline negándose a decirse lo Lyam optó por el plan B. La agarró por las piernas y la cargó en su espalda. Bajo las escaleras de la casa con ella.— No te voy a soltar hasta que me lo digas

—Pues espera sentado—protestó

—Mejor tu espera boca abajo

—Lyam, la gente nos mira raro, bajame, ¡ahora!

—No.—a medida que iban por lo pasillos de la universidad la gente los miraba y cuchicheaban a su alrededor.

—¡Vale tu ganas! Mido 1.57 cm

—No fastides— Exclamó Lyam dejando caer a Karoline.

Esta consiguió conjure un hechizo rápidamente, para que el golpe en la cabeza no la doliese a ella, si no a Lyam.

—¡Idiota! Te juro que como me vuelvas a dejar caer te voy a arrastrar por todo el puto condado no sabes....

—Quien soy—Lyam terminó la frase mientras la ayudaba a levantarse. Sin darse cuenta, se encontraban solos.—Pero sabes una cosa,—Lyam agarró la mano de Karoline y le atrajo hacia el, provocando que ambos pechos chocarán y quedarán juntos— si se quién eres. Eres la chica tan maravillosa que me vuelve loco. Además, prometo no volver a dejarte caer, más que nada, porque nunca te voy a soltar.

Mi vida,

No te voy a soltar nunca,

Eres lo único que tengo,

Eres todo lo que tengo.

Los recuerdos invadieron la mente de Karoline. Se alejó rápidamente de Lyam. El quiso protestar, pero al mirar la a los ojos vio que estaba al borde de las lágrimas. Con un hilo de voz ella dijo:

—Mentiroso, ya te has ido, ya me has soltado— acto seguido. Corrió lejos de Lyam.

En el fondo, Lyam sabía que eso no había ido para él. Pero no había otra persona. No había nadie más.

Esta contigo por qué sabe que me recuerdas a alguien.

¿A quién? ¿Quién era aquella persona a la que Karoline confundía con Lyam? Esas y un montón de preguntas más surcaron su mente al pensar en las palabras de Karoline.

Mientras que Lyam se estrujaba los sesos por encontrar una respuesta. Karoline corrió al bosque, a llorar, sola. Donde nadie pudiese verla y oírla. Donde nadie pudiese sentir el dolor que la provocaba recordarle.

—Lo siento—decía ella entre sollozos.

Pero si había alguien allí. No era humano. Era un espíritu, el único espíritu al que Karoline no podía ver, ya que así el lo quería. Al ver a su pequeña llorar de esa manera se le encogió el corazón. Desapareció, dejándola sola con su dolor, para vigilar al individuo que la había hecho recordar. Se tomó su tiempo para observarlo. Era igual a él, las misma facciones, solo había una diferencia, Lyam era rubio y el moreno. La única diferencia entre ellos dos. Cualquiera diría que se había reencarnado en aquel muchacho.

Pero no era así, él seguía siendo un espíritu con un único propósito. Qué ella fuese feliz.

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