Capítulo 3

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 Ashley se encontraba en casa, envuelta entre las sábanas, recordando lo que había hecho ese último año. Recordó que, en más de una ocasión, se vio forzada a salir con algunos chicos para aparentar que era una mujer normal, aunque en el fondo ella sabía que algo no encajaba, pues se sentía diferente. Esa tarde, cogió el manojo de llaves que reposaba en la mesita de noche, ese que se distinguía por sus colores llamativos y salió para despejar su mente. Fijó su mirada en la franja color gris para guiar sus pasos, pero se dio cuenta de que a su alrededor pasaban las personas de un lado a otro como en cámara lenta. No comprendía por qué la sociedad poseía sus reglas convencionales, pretendiendo resguardar el secreto de algún placer lascivo que no podría perderse.

Aprovecho que el semáforo estaba en rojo para guiar sus pies por el paso peatonal, pero iba tan inmersa en sus pensamientos como para darse cuenta de que había detenido su andar a mitad de la calle, frente a montones de automóviles que esperaban la luz verde. Por una milésima de segundo, se quedó quieta sin saber qué hacer, pero aquel ruido ensordecedor le hizo retomar su marcha. Cuando llegó a su destino, escuchó los ladridos constantes de los perros que se mostraban muy amenazantes al ver pasar una bicicleta frente a ellos, le prestó atención por muy poco tiempo, ya que otro ruido le trajo una enorme curiosidad. Situó su mirada en el cielo y observó un grupo de golondrinas en busca de un refugio. Sonrió para sus adentros, recordando lo fácil que sería la vida, si no tuviese que cumplir con sus obligaciones.

En la lejanía, percibió aquel banco de madera donde solía tomar asiento, que estaba ocupado por una pareja mayor y se cuestionó si era posible que ella encontrase a alguien para compartir los buenos y malos momentos de su vida. De pronto, la imagen de Lydia vino a su mente, generando cierto cosquilleo en su interior y tuvo que desechar la idea tan pronto como llegó. Continúo su camino, pero esta vez en dirección al muelle, a cada paso que daba, sintió una punzada en su corazón, al recordar tantos años de soledad y se estremeció, al percatarse del aislamiento que había sufrido su corazón. Una suave brisa acarició su rostro juvenil, acompañado de un aroma a algas, que indicaba que el océano estaba cerca. El día estaba nublado, había llovido o quizás solamente lloviznado, pues podía divisar los rasgos de humedad en el suelo. Inhaló profundamente el aire salado que se encontraba a su alrededor, como queriendo renovar su espíritu, procurando que un poco de calma llegase a su interior. Proyecto su mirada en dirección al horizonte, a la inmensidad del mar que se rendía ante ella, se adentró a la playa, retirando su calzado para percibir el contacto de la arena en sus pies.

Caminó a paso ligero por toda la orilla, disfrutando de la suave sensación del agua chocar con sus dedos y por un momento, se olvidó de sus deberes e inquietudes. Continúo su caminada hasta detenerse en una roca gigante color grisácea con tonalidades verdes, blancas y doradas, echó un vistazo a su alrededor para cerciorarse de que no hubiese algún animalito que pudiera producirle algún daño físico. Al ver que todo era seguro, dejó su calzado reposar en la arena, trepó la roca con firmeza y tomó asiento. Desde su ubicación, podía distinguir como el sol descendía de manera lenta intentando ocultarse e interiorizó la imagen que contemplaba, creyendo que era una viva personificación de una pintura plasmada por Vincent Van Gogh, quien capturó la esencia de los atardeceres. Estuvo en ese lugar por un buen tiempo, imaginando que la chica que conoció por internet estaba a su lado y justo allí, se dio cuenta de que nunca se había enamorado.

Creía firmemente que la sociedad estipulaba que el amor solo debía existir entre un hombre y una mujer, como lo había intentado todo este tiempo en relaciones frustradas, pero la sociedad jamás pronunció algo acerca del amor entre mujeres, ¿Acaso era algo prohibido? Se preguntó, al mismo tiempo que sintió el frío apoderarse de su cuerpo. Recorrió el mismo camino que había trazado hace unas horas, compró algunos víveres y se topó con un local que tenía por nombre "El Canon, los mejores libros" Situó su vista en aquella fila de libros que estaban tras el mostrador, pero ninguno logró capturar su interés. Se adentró en aquel lugar y percibió que toda la propiedad exhalaba una atmósfera de melancolía antigua. Desde la penumbra, observó estantes repletos de libros, situado de derecha a izquierda y viceversa, desbordando cierto misterio.

—Buenas tardes, ¿Se encuentra alguien? —indagó, con cierta timidez, pero al no escuchar una respuesta, su toqué de curiosidad, la llevó a recorrer los pasillos. En busca de aquello que pudiese saciar su intriga.

Llevaba unos diez minutos aproximadamente, transitando aquellos estantes repletos de novelas por doquier, hasta que sus ojos cafés se detuvieron en una cubierta color verde aceituna "El Manual del imperfecto viajero" tenía por título aquel libro. Ojeó su interior con cierto nerviosismo, como buscando algo que la motivara a comprarlo, hasta que un párrafo la cautivó. 


<<Por esos mundos hay obras mías, donde intentó descubrir paisajes físicos y humanos de distintos países. He pensado que quizás sería curioso contar como llegue a ellos, por si mi experiencia puede servir a futuros descubridores de nuevos mundos>>


—Veo que encontró lo que buscaba —escuchó a su espalda.

—Lo siento, no vi a nadie —se excusó Ashley—¿Cuál es su valor? —preguntó, señalando el libro.

—Diez mil colones —respondió el hombre.

Mientras el señor tomaba entre sus manos el libro para facturar la compra, Ashley decidió detallarlo con detenimiento. Era un viejo recio, alto, con cabello corto muy canoso, las manos estaban agrietadas producto de su edad y sus uñas mostraban algo de suciedad.

—Espero disfrute la lectura —mencionó el hombre.


Publicado: En Wattpad, agosto 10 del 2018

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Los personajes, eventos y sucesos presentados en esta obra son ficticios. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora