Capítulo 8

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—¿Te encuentras bien? —preguntó Paulo preocupado.

El corazón de Lydia se aceleró por razones que no podía cuestionar y cubrió su rostro con ambas manos. Se sentía algo avergonzada por dejar caer el envase.

—Sí, solo estoy distraída —contestó. Había pasado dos meses desde que Ashley, le pidió que fueran novias y deseaba darle un regalo por ese tiempo juntas, pero la lejanía se lo impedía.

—¿Hay algo de lo que no me he enterado? —le dedicó una mirada inquisitiva y pudo observar cómo las mejillas de Lydia se sonrojaron.

—Ashley, me pidió que fuéramos novias —confesó.

—¿En serio?—preguntó Paulo. No podía creer que aquella costarricense diera el primer paso—¿Cuándo sucedió eso? —expresó.

—Hace dos meses —dijo apenada.

—¿Y por qué hasta ahora me lo dices? —la regañó. Era la primera vez que su amiga no le contaba sobre su vida amorosa.

—No surgió el momento adecuado—dijo—Pero antes que saques tus propias conclusiones, déjame decirte que mi respuesta fue un sí —exteriorizó Lydia, con una sonrisa.

—Propongo que nos vayamos ahora mismo a un bar, debemos celebrar tu compromiso —sugirió.

—¡Estás loco!—exteriorizó Lydia—No podemos dejar el restaurante, recuerda que somos los chefs principales —señaló alarmada.

—Cierto, pero podemos persuadir a Mauricio —sugirió Paulo. A fin de cuentas, su compañero le debía un favor y que más razón que el compromiso de Lydia para retribuirlo.

—Tú no cambias, ¿Cierto? —refutó su amiga.

—Ve a cambiarte y nos vemos atrás —le ordenó.

Lydia consideró sus opciones cuidadosamente, si salía del restaurante se enfrentaría al interrogatorio de Paulo, pero si se quedaba, sería el mismo resultado. Aunque debía admitir que la idea de ir a celebrar no sonaba tan mal.

—¿Qué le ofreciste a Mauricio? —preguntó Lydia, al ver a su amigo.

—Eso es confidencial —dijo, al pasar su dedo índice y pulgar por sus labios. Tal como si estuviese guardando un secreto.

—¿Para dónde vamos? —indagó. Estaba segura de que Paulo no la llevaría a ningún bar como lo prometió.

—No seas curiosa —la regañó.

Recorrieron la gran plaza que tanto les gustaba, comieron un helado y pasearon por un pequeño centro comercial. Lydia, le comentó a Paulo sobre las conversaciones que mantenía con la costarricense, pero se guardaba para sí misma los detalles que incluía la misma. Sin embargo, Paulo quería conocer si aquello que sentía su amiga, era real o solo un amorío sin sentido.

—¿Realmente la amas? —preguntó, sin dejar de mirarla.

—Sí, jamás imaginé sentir algo similar por una mujer —confesó Lydia.

—¿Estás segura de que esa niña siente lo mismo por ti? —le cuestionó. A pesar de que se atrevió a escribirle a Ashley, él todavía tenía sus dudas.

—Claro que estoy segura, lo he visto en su mirada cuando conversamos por videollamada —explicó.

—¿Tienes alguna fotografía? —inquirió, deseaba conocer aquella mujer que había conquistado el corazón de su amiga.

—Sí, dame un minuto—dijo, al buscar su celular—Ella es Ashley Herrera —le mostró la fotografía.

—Es muy hermosa, de eso no cabe duda—respondió—Me da gusto que al fin encontrarás a una persona a quien amar —sonrió.

—Hubiese deseado conocerla antes y compartir todos los días a su lado —desvió su mirada. Lydia sintió un poco de nostalgia, al ver que había desperdiciado toda su vida en los brazos de otras personas.

—Ashley llegó a ti, en el momento justo —mencionó Paulo.

—¿Te invito a cenar? —expresó Lydia.

—Me parece perfecto —respondió Paulo.

Abordaron un taxi y en menos de lo planeado, ya estaban en la casa. Mientras Paulo colocaba la mesa, Lydia, se encontraba en la cocina, preparando un delicioso Pad Thai, comida tailandesa.

—Celebremos por tu nueva relación —señaló Paulo, levantando la copa de vino blanco.

—Por un nuevo comienzo —Lydia imitó el gesto.

Antes de continuar con la velada, Paulo se incorporó para buscar un pequeño presente y cuando lo tuvo entre sus manos, le pidió a su amiga que cerrara sus ojos.

—¿A qué debo el honor? —indagó, al sujetar sus rosas favoritas.

—Digamos que una personita muy especial, me encomendó este regalo para ti —sonrió Paulo.

—¿Una personita?—arqueó su ceja—¿A quién te refieres? —preguntó Lydia. Desconocía quién podría darle un regalo tan lindo.

—Te lo envía tu novia y te pide disculpas por no entregártelo personalmente —expresó.

Lydia se estremeció. Jamás se hubiese imaginado que ese par se pusiera de acuerdo para darle un obsequio. Sin poder evitarlo, unas lágrimas recorrieron su mejilla producto de la emoción y deseo llama a su novia para darle las gracias.

—Gracias —expresó.

—Liz, no me agradezcas—limpió su mejilla—Solamente fui un intermediario entre ustedes —expuso.


Publicado: En Wattpad, agosto 10 del 2018

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Los personajes, eventos y sucesos presentados en esta obra son ficticios. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

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