VII

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Bin era bueno consolando a las personas, siempre tenía las palabras exactas para subirle el ánimo a las personas, siempre y cuando no fuera él la causa de esas lágrimas. No sabía que hacer con el hombre de cabello umbrío, sollozaba en silencio y él solo retrajo sus manos; era el responsable de todo lo malo que le estaba pasando a ese chico, jamás había sentido esa clase de culpabilidad, era diferente, hacía que su corazón se estrujara y le formaba un nudo en la garganta que cada vez cobraba más fuerza.

– ¿Podrás perdonarme algún día? Ya sé que fue muy estúpido de mi parte decir todo eso pero es que estaba tan molesto que no pensé en lo mucho que podría lastimarte – Moon pasó su brazo por detrás de la nuca del chico, a lo que este se recargo ligeramente en él. 

– Gente como tú, que nunca ha sufrido nada, creen que es fácil vivir con esto – Lee respiraba entrecortado, su punto más sensible siempre fue ese.

– ¿En serio crees que eres el único que tiene una vida difícil? – el rubio apretó un poco a Woo contra él – Tienes razón, no sé lo que es vivir sin ver, pero tú no sabes lo que es trabajar hasta caer solo para sacar a tu familia adelante. Mi padre murió hace ya muchos años y yo me quedé como el hombre de la casa, no podía dejar que mi madre se encargara ella sola de una niña de nueve años y de un adolescente. Entonces decidí dejar la escuela para ayudarle a mi madre con todo lo que me fuera posible, he trabajado prácticamente en todo lo que se te ocurra, me volví casi un padre para mi hermana. Ya tengo veintiséis y aún no he terminado la preparatoria, nadie contrata a un inútil como yo, bueno, eso creía hasta que Min Hyuk  me ayudó a conseguir este trabajo... pero, aún así es difícil ver como toda la gente a tu alrededor avanza mientras sigues estancado en el mismo punto desde hace mucho – la voz se le estaba quebrando poco a poco – Mi hermana está estudiando ya la universidad, me siento muy orgulloso y espero que algún día ella se sienta igual por mi.

– No sabía eso, Moon Bin... – Lee se apartó de su compañero.

– No te preocupes, Dong Min, nadie lo sabe a excepción de Min Hyuk y Eun Bi, actuar y cantar es lo único que sé hacer bien, este teatro es todo para mi.

Que egoísta había sido Eun Woo, creyendo que él era el único con problemas cuando tenía justo a su lado a alguien que podía estar en una situación incluso peor que la suya, él siempre tuvo las comodidades de un hogar medianamente "estable", lo educaron en las mejores instituciones del país y para conseguir empleo nunca tuvo problemas. Pero llego a sentir empatía por Bin, ambos pasaron por cosas difíciles los últimos años de su vida y cada uno lidió con ello de manera diferente; por la manera en que fue tratado prefirió apartar a casi todas las personas que lo rodeaban, razón de que no tenía muchos amigos pero Moon parecía feliz con todo y siempre estaba radiantemente alegre, ¿por qué él no podía sentirse así?

Ambos compartieron su pesar, ahora los dos sabían un secreto del otro y se sentían un poco confiados hablando con su contrario, conversaron y conversaron por quién sabe cuanto. Inclusive, Lee se enteró de que Moon sabía tocar un poco el piano por lo que juntos practicaron las partituras que tenía pendientes, todo ese rencor se disipaba lentamente, aquello sentaría las bases de su futura amistad.

Practicaron juntos por unos minutos más hasta que el rubio recordó el repaso que Rocky mencionó antes, se despidieron el uno del otro con una sonrisa febril y pacífica. Volvieron a sus actividades regulares pero con mucho más ánimo que antes, Lee sonreía como hace mucho no lo hacía, Moon hizo una interpretación con la que se superó a sí mismo y hasta recibió alagos de sus compañeros, ese mal día estaba mejorando considerablemente.

Luego llegó la noche, tan encantadora como siempre pero tan especial como pocas veces. Dong Min sacó un pequeño frasco de pastillas de un bolsillo interior de su gabardina negra, tragó rápidamente uno de esos analgésicos que le recomendó el doctor y siguió con su camino en dirección al hogar del chico. Le era difícil caminar mucho por las noches, su ojo izquiero apenas y le servía, menos mal que las calles de la capital estaban siempre iluminadas. Entonces, Binnie se le acercó por la espalda y lo asustó, causando un salto de impresión en el otro.

– Ay, carajo, ¿por qué hiciste eso, Bin? Casi me matas – mencionó el pelinegro, llevando una de sus manos a su pecho.

– Te acompañaré a casa, ya me dijiste lo difícil que es para ti caminar por las noches así que decidí llevarte hasta tu departamento – comenzó a caminar junto a su colega.

– No necesito que me lleves a mi apartamento, puedo ir yo solo, gracias de todos modos.

– No voy a dejarte ir solo por las calles si no puedes ver bien – Bin podía ser muy insistente cuando se le decía que no.

– Entonces si digo que sí, ¿me dejarás de molestar? – interrumpió el azabache mientras que una sonrisa involuntaria se pintaba en sus labios.

– ¿Quieres ir por un trago? Conozco un buen bar que no está muy lejos de aquí.

– Quizá luego, pero solo si prometes que no me vas a romper otras costillas.

Luego de reír, caminaron por las tintineantes calles de Seoul mientras tenían una amena plática sobre los buenos momentos que pasaron alguna vez. Quizá sus vidas no estaban yendo por el camino fácil pero al menos se tenían el uno a otro, compañeros en esa difícil misión de sus vidas, cada uno tenía sus problemas y podía estar seguro de que contarían con el otro.

Pasaron antes por el centro comercial, Lee necesitaba unas cuantas cosas y aprovechó su buena compañía para no tener que ir cargando tantas bolsas él solo, para Moon Bin no fue ningún problema, le encantaba sacarle un sonrisa a las personas pero la de Eun Woo tenía algo especial que le gustaba aún más que el resto.

Minutos más tarde llegaron hasta el apartamento del menor, estaba en un enorme edificio que parecía lujoso, más específicamente en el octavo piso del conglomerado. Se quedaron frente a la puerta marcada con un número "14".

– Bonito lugar, Dong Min, parece que puedes darte unos cuantos lujos – mencionó Bin mientras miraba todo el corredor – Como sea, nos vemos mañana.

Mencionó luego de bajar las bolsas y dando la vuelta para irse a casa, ese era su plan pero una mano sobre su hombro que le hizo girar cambió todo.

– ¿Quieres pasar un momento? Ya es algo tarde así que llamaré un taxi para que vayas a casa – dijo el pelinegro con voz firme.

Mellifluous || BinWooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora