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Había llegado a su casa.
Estaba feliz por lo que había pasado, sentía un peso menos.

Cuando se despidieron, ella lo beso de una manera dulce. Al parecer se reconciliaron.

Salió de bañarse y su teléfono no dejaba de sonar. Era su alarma que le indicaba a que hora tomar su pastilla.

Se recostó en su cama y recordo como su pequeña había mencionado una y otra vez su nombre. Sintió como su cuerpo se erizaba.

Se empezó a reír, después de su encuentro ambos habían empezado a hacer comentarios graciosos del otro.

"—Mmm... Pudo haber sido mejor.

—¿Y quien te lo iba a hacer mejor? Quizás el problema fuiste tú.

—Eres un idiota, cariño."

Tomo su teléfono de su mesa de noche y entro a su conversación.

No había ningún mensaje, Bulma no le había escrito.

•Buenas noches.

•Bulma.

•¿Todo bien, mujer?

•Bulma, por favor, contestame.

Dejo su teléfono y sintió una presión en el pecho, se estaba poniendo nervioso.

¿Hizo algo que a ella le disgusto?

°No teníamos por que volvernos a ver. Perdón.

•Claro que debíamos, ambos lo necesitábamos, ¿No es así?

Apagó su teléfono y se levantó de la cama, fue a su armario y se empezó a vestir. Le estaban sudando las manos.

Sonó nuevamente su teléfono.

°Lo mejor es que no nos volvamos a hablar.

°Fue un error, no tenía porque pasar.

•Hey, no puedes estar hablando en serio. No juegues conmigo.

°Estoy hablando en serio Vegeta, lo que pasó en mi casa fue un error. Nos dejamos llevar

•¿Y por qué no lo evitaste? ¿Por qué no dijiste que no estabas dispuesta?

•¿Bulma?

°Lo nuestro se terminó. No me vuelvas a buscar.

Apagó su teléfono nuevamente y sintió como el calor empezó a subir su cuerpo. Empezó a respirar rápido, se estaba alterando.

—¡MALDITA SEA!

Aventó su teléfono a la pared y este se abrió, la pantalla se le estrelló y se partieron algunos pedazos de el armazón.

Tarble, que desde su cuarto escuchaba como su hermano gritaba maldiciones, se acercó a la puerta de su hermano y por una pequeña abertura vio como Vegeta intentaba detener el sangrado de su nariz.

Exploto de rabia que le había sangrado.

—Se que estás en la puerta, ve por un trapo para poder limpiar el piso, por favor.

Tenía los labios llenos de sangre y su mano era más roja que color canela.

Miro el cuadro que tenía colgado en dónde estaban Bulma y él. Tomo un cojín embarrando lo de sangre y lo aventó a la pared, el cuadro se cayó y rompió.

Llegó Tarble y atrás de él su padre.
Tarble empezó a limpiar el piso y su padre se acercó a Vegeta.

—Tarble, retirate. Cierra la puerta cuando te vayas.

Vegeta miro a su padre, seguía apretando su tabique nasal. Escucho que la puerta se cerró y su padre lo abrazo.

—No te lo guardes hijo...

No me olvides -VBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora