II

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— Remus por favor, déjame acompañarte — rogaba la muchacha de cabellos rojizos, mientras Remus frotaba de forma brusca sus lágrimas.

—No Lily, necesito estar solo. Nos vemos el lunes — se acercó y le dio un suave beso en la mejilla, para luego seguir su camino sin mirar atrás.

Necesitaba esconderse, para poder liberar lo que en realidad estaba sintiendo en esos momentos. Apenas llegó al horrible departamento en el cual vivía, terminó por derrumbarse aún más, las lágrimas caían de forma descontrolada mientras él no paraba de maldecir en un vago intento por calmarse, se abrazó a si mismo, mientras por su cabeza pasaban aquellos recuerdos que le quemaban la piel.

Esa noche no durmió, temía que, al cerrar los ojos, Fenrir se hiciera presente en aquellas horribles pesadillas, sobre todo, lo que ocurrió aquella noche.

No pegó los ojos, su cuerpo dolía y sentía nauseas, pero debía ir a trabajar ya que no recibía ayuda económica. Tenía una beca por desempeño académico que cubría sus estudios y parte de sus gastos personales, pero no le alcanzaba del todo.

Por suerte había encontrado trabajado en una café literario, un lugar que mezclaba lo que más amaba en la vida, además, el ambiente era grato y la paga no estaba mal para lo que le tocaba hacer.

Tenía un par de mensajes de Lily, le respondió que todo estaba bien y que ya se verían luego, aunque estaba seguro de que su amiga se pasaría por la cafetería para asegurarse que sus palabras eran reales. Luego de tantos años sin tener contacto con la pelirroja, aún no se acostumbraba a la idea de tener amigos, de tener a una persona que se preocupara por él o que quisiera cuidarse, el ya no sabía lo que era depender de alguien.

En su descanso se escondió en una escalera trasera a la cafetería, se sentó a leer un libro mientras tomaba un ristretto y le daba un par de jaladas a su cigarrillo, odiaba ambas cosas, pero las había hecho un vicio que lograba calmarlo. Un par de lágrimas se le escaparon, quizás eso de empezar una nueva vida lo tenía más sensible que de costumbre.

El lunes por la mañana lo único que quería era rodar por la cama, hacerse un ovillo y dormir hasta el año siguiente, pero no se podía permitir ese tipo de lujos, ya iba atrasado un año y si no obtenía buenas calificaciones podían quitarle su beca, y de ser así, ya no podría seguir costeándose sus estudios.

Remus prácticamente no había dormido mucho menos alimentado el fin de semana, se demostraba en sus constantes temblores, su pálida piel y unas marcadas ojeras violáceas bajo sus ojos. Lily de forma maternal lo regañaba, mientras sacaba algo de comida saludable de su bolso y lo obligaba a comer pese a la cara de desagrado de su amigo.

Si bien, la situación tenía a la pelirroja inquieta, aún así no quiso preguntar nada, sabía que habían ciertas líneas que no podía cruzar o perdería a Remus para siempre, lo único que podía hacer era estar con él tanto en sus días buenos como en sus días malos, un escalofrío recorrió su espalda al recordar aquella llamada, movió su cabeza de forma enérgica como si aquello esfumara esos horribles recuerdos, para luego concentrarse en obligar a Remus que comiera su granola con yogurt.

En el almuerzo, James con su galante sonrisa se hizo presente. Sólo que ahora la pelirroja no lo echó, más bien le hizo un espacio y luego procedió a presentar formalmente a su amigo, ya que los primeros encuentros habían sido algo incómodos.

James le dio la mano de forma cálida, mientras más avergonzado que de costumbre pidió disculpas por el incidente de la fiesta, el cual no recordaba gracias al alcohol y del que sólo tenía vestigios gracias a los relatos de Sirius. Remus agradeció internamente que el azabache no recordara su total acto de cobardía, o al menos, que haya sido lo suficientemente amable para no comentarlo.

Curando tus heridas (Wolfstar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora