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20/06/1946

Arrugo la nariz al ver mi vestido. Yo quería un vestido azul pero la estúpida novia de mi hermano quería que fuera violeta.

—Adela, estáte quieta de una maldita vez —refunfuña mi hermana con su barriga ya de 4 meses. Laura se casó hace unos 6 meses y vive en una casa no muy lejana junto con su esposo. Recuerdo que ella me dijo que no quería tener un bebé hasta varios años después de casarse para estar feliz con su pareja. No se pudo hacer realidad.

—Laura, la niña tiene que salir ya y empezar a echar flores —asoma la cabeza el esposo de mi hermana, Javi. Antes me caía bien, ahora ya no tanto. Es algo antipático conmigo aunque mamá me diga que es porque está ocupado con el trabajo.

—Si tanta prisas tienes, entra y vístela tú —le responde ella de mala manera y él frunce el ceño. Dice algo por lo bajo y se marcha dando un portazo —Bien Adela, solo tienes que esparcir flores como hiciste en mi boda —relaja el tono de voz cuando terminó de ayudarme a vestirme y yo asiento.

Bajo de la cama de un salto y cojo la canasta en donde están los pétalos de rosas rojos y blancos. Símbolos de pureza y pasión.

Salimos de casa y nos montamos en el carruaje que nos espera junto a la novia. Mamá y papá ya estarán allí con Isaías y Francisco.

—Estás muy guapa Adela —me dice Teresa intentando ser amable. Yo arrugo la nariz y miro hacia la ventana para ignorarla.

—Lo siento Tere. Mi hermanita estará un poco nerviosa y por eso no puede hablar —se disculpa Laura. Ella, a diferencia de mí, sí le agradó la presencia y el compromiso de Juan. Yo no sé por qué no me cae bien, solo sé que no y punto.

Llegamos al lugar, al lado de ese roble que tantos recuerdos le trae a Juan según me contó. La iglesia que se encuentra a su lado es pequeñita pero con aspecto de acogedora.

Bajo del carruaje de un salto y Laura ayuda a bajar a Teresa y acomodarle el traje. El padre de la chica se acerca y le tiende su brazo, tal y como hizo Francisco con mi hermana ya que papá no podía llevarla.

Me pongo delante de ella junto un chico que no conozco de nada. Creo que mamá me dijo que era un sobrino de ella. Las puertas de la iglesia se abren y la marcha nupcial empieza. Todos se ponen de pie y yo esparzo las flores como me indicó Laura con una sonrisa aunque sea algo fingida. Juan la espera en lo alto del altar con una sonrisa y un traje deslumbrante.

Llego al sitio y mamá me indica con un gesto que vaya con ella. Me siento en un banco entre ella e Isaías. Francisco sostiene la mano de Cristina, chica que al parecer se encuentra muy emocionada con el transcurso de la ceremonia. Cuando llega la parte del beso final. Mamá me hace ponerme de pie y me da una bolsita de arroz para que se los arroje cuando pase. No entiendo para qué, pero yo solo hago lo que me indica.

Nos montamos en un coche tras ver partir a los novios y vamos hacia una casa de campo que posee la familia de Teresa. Sitio donde se realizará la recepción y el banquete.

—Todo esto es increíble —me habla el chico que portaba los anillos.

—¿Cómo te llamas? —inquiero mientras dejo que mamá vaya a por más comida.

—Joaquín —me extiende su mano.

—Adela —le ofrezco la mía y él deposita un beso en ella haciendo que frunza el ceño.

—¡Qué lindo! Cortejando a una mujer desde tan pequeño —me giro hacia esa voz y veo a Cristina junto Francisco.

—¿Qué es cortejar? —le pregunto apartando la mano de ese niño.

—Cosas que todavía no necesitas conocer —interrumpe Francisco cuando Cristina abre la boca —Vamos a comer Adela —me coge de la mano y me aleja de ese niño.

La ceremonia pasa y solo corro de un sitio para otro jugando con los niños y niñas que vinieron a esto.  

80 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora