Capítulo Doce: Deseo

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  Wish You Were Here

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Capítulo Doce: Deseo


-Sería conveniente que durmieras una siesta antes de la cena – sugirió Charles -. Yo me quedaré junto a la cama leyendo para hacerte compañía.

-¿Qué tal si te acuestas conmigo? – propuso Erik -. Meg dijo que el contacto físico era necesario.

Charles sonrió. No podía estar más de acuerdo. Se acostaron como tantas otras veces: Erik mirando hacia afuera y Charles pegado a él. Cuando estuvieron acomodados, Xavier apoyó la mano sobre la abultada barriga y suspiró porque había soñado con descansar así por cuatro largos y tristes meses. Sin decir nada, Erik le apretó la mano y se acurrucó para dormir.

Charles estaba cansado pero también demasiado excitado para conciliar el sueño y permaneció observando la nuca de Erik, pensando mientras sonreía. Tenían mucho para trabajar en su relación pero ya reconciliados y después de las tormentas que habían vivido, podían superar cualquier obstáculo. De repente percibió las emociones de Erik, que como él, tampoco podía dormir aunque lo intentaba. Percibió que se sentía aliviado de que volvieran a acostarse juntos y también deseaba hacer el amor. Charles se entusiasmó con el deseo y quiso besarle la nuca, pero otra sensación lo detuvo, Erik estaba molesto con el tamaño de su cuerpo y no se atrevía a proponérselo por temor a que lo rechazara por no encontrarlo más esbelto y atractivo.

Charles se apretó los labios para no reír de ternura. Le besó el cuello y antes de que Erik reaccionara, lo abrazó con fuerza y se pegó a él.

-¿Cómo puedes dudarlo? – le reprochó al oído con un susurro -. Me sigues pareciendo extremadamente sensual y no veía la hora de que me lo propusieras.

-Charles – murmuró asombrado. Enseguida sintió la erección de Xavier endureciéndose contra su muslo.

Charles lo empujó con suavidad para que yaciera boca arriba. Él no podía moverse por la parálisis pero descendió las manos hacia el miembro de Erik y comenzó a masajearlo. Erik jadeó de placer, mientras su masculinidad se levantaba. Charles le besó la boca apasionadamente.

Erik respondió acariciándole la virilidad. Charles alzó una mano para circundarle el cuello mientras con la otra continuaba los masajes. De a poco, creció el sofocante deseo al tiempo que se preparaban para alcanzar el orgasmo. Charles recorría con el índice las venas del miembro, mientras que Erik ahogaba los gemidos, e imitaba sus caricias.

De pronto, alguien golpeó la puerta. No podía tratarse de otro más que de Hank.

-Erik, ¿vas a bajar a cenar? – preguntó sin abrir. Conocía bien a Magneto para saber que una violación a su intimidad arrancaría los metales de toda la casa.

Erik aspiró profundo, mientras apartaba a Charles de un empujón y trataba de reponerse.

-Sí, claro – trató de que la voz le saliera lo más casual.

-Bien, la cena estará en diez minutos. Voy a la biblioteca a buscar a Charles.

-Yo estoy aquí, Hank – contestó sin contener la risa.

A Erik no le causó mucha gracia que se delatara de esa forma y Hank enmudeció detrás de la puerta.

-Lo siento – tartamudeó el joven –. Pensé que . . . tú . . .

-Mejor no pienses nada – respondió Erik seriamente -. Bajamos en diez minutos.

-De acuerdo – murmuró Hank y oyeron cómo se alejaba acelerado.

Al sentir sus pasos brincando los escalones, Charles estalló en carcajadas.

-¿Qué tiene de gracioso? – preguntó Erik con indignación.

Charles tuvo que cubrirse la cara con la sábana.

-¿Te das cuenta que Hank parece esos niños que sorprenden a sus padres en pleno acto?

-Es lo más ridículo que escuché en mucho tiempo – se ofendió Erik y con cuidado se movió para levantarse.

-No seas melodramático – rió Charles -. Quizás creyó que estábamos discutiendo.

-Por eso no quiso abrir la puerta – contestó Erik tajante, mientras se calzaba una bata -. Esto es humillante en extremo.

-¡Erik! ¡Por favor!

Sin responder, Erik se encerró en el baño. Charles se cubrió la boca mientras sonreía, estaba demasiado feliz para preocuparse por Hank o cualquier trauma que pudieran haberle provocado.

Minutos más tarde, cuando Erik regresó y pasó cerca, Charles lo cogió de las muñecas y empujó para que yaciera en la cama. Erik simplemente se dejó llevar. El enojo se le esfumó al sentir los nuevos masajes de Charles a su miembro, y atrapó la virilidad de su amante para responderle con las mismas caricias. Con una ansiedad desaforada comenzaron a comerse a besos sedientos, y entre caricias fogosas y masajes, alcanzaron el clímax. Se limpiaron uno a otro y se acostaron mirándose de frente con las manos entrelazadas.

-Eres hermoso – jadeó Charles, acariciándole la mejilla -. Nunca más dudes de tu sensualidad.

Erik le atrapó los labios y se los succionó entre risas cómplices. De pronto, Charles miró el reloj sobre la mesa de luz y suspiró de mala gana: habían pasado cuarenta minutos. La cena del pobre Hank debía estar helada para esta altura.

••••••••••••••

Nadie dijo una palabra durante la cena. Hank seguía sonrojado, Erik indignado, o se hacía el indignado, y Charles era el que actuaba con más naturalidad.

-Como pudiste notar, nos reconciliamos – expresó al fin Xavier, cansado del silencio.

-No hay que ser genio para darse cuenta – murmuró Erik entre dientes.

-¿Qué les dijo Meg? – habló Hank al fin -. ¿Está todo bien?

-Erik debe seguir una dieta y tomar vitaminas – explicó Charles -. También necesita mi presencia para terminar de desarrollar su cuerpo, por lo tanto, necesitamos estar juntos.

Hank se acomodó las gafas.

-¿Juntos como. . . intimando?

Erik bebió rápido antes de contestarle una grosería.

Charles sacudió la cabeza con indulgencia.

-No es necesario pero lo haremos, si uno y otro lo desea.

Erik no dijo nada.

Hank se había puesto nervioso y quiso cambiar de tema.

-Bueno, ahora que vuelven a estar juntos y pueden llevar una vida más, no sé, normal, los dos se sentirán más tranquilos – y sonrió, bajando la cabeza.

-¿Sucede algo? – indagó Erik, sarcástico, y le clavó la mirada.

-No – se encogió de hombros. Miró a Charles y luego a Erik -. No sé, pero desde hace tiempo me pregunto qué antojos tienes, Erik.

Charles rió.

Erik alzó una ceja.

-Me gusta beber coca-cola – contestó tranquilamente.

-Antes no bebías refrescos – recordó Charles sorprendido.

-Bueno, dicen que los antojos son eso – explicó Hank con aire de conocimiento -. Comer y beber alimentos que antes no llamaban la atención. Podría traerte cocas cuando vaya al supermercado.

-Está bien – asintió Erik.

•••••••••••••

Antes de acostarse, fueron los dos al despacho de Charles a jugar una partida de ajedrez como en los viejos tiempos.

-Hank es un encanto de persona – comentó Charles, moviendo la primera pieza -. Se preocupa por ti, yo también me preocupo por ti, ya ves que estás rodeado de personas a quienes les importas.

Erik no dijo nada pero se sintió tocado. Después de todo, era la falta de afecto lo que lo había mantenido alejado esos cuatro meses.

-¿Lo recuerdas? – preguntó Charles, mientras esperaba su jugada.

-¿Recordar qué?

Charles lo miró a los ojos.

-Aquella vez en París, cuando conseguiste ese alojamiento y nos encerramos. Teníamos un poco más de media hora y aprovechamos cada segundo.

Erik sonrió, recordando.

-Hicimos bien en no desperdiciar el momento porque nos trajo consecuencias importantes – se acarició el vientre. Movió un alfil y luego preguntó -. ¿Te ofendiste mucho después?

Charles asintió.

-Dos horas después casi matas a Raven y decidiste huir por segunda vez, Erik – se mordió los labios -. Sentí que nuevamente me habías abandonado.

-Y el rencor te duró hasta que me rescataste de las garras de Trask – rememoró Erik -. Ah, no. Fue después de que te diste cuenta de cuánto te necesitaba que decidiste abrirte un poco.

-¿Es reproche? – sonrió Charles para demostrarle que no estaba enojado.

-No, es solo para darme cuenta de lo obstinados que somos los dos. Yo tardé cuatro meses en aceptar tus disculpas.

-Entonces, las has aceptado.

Erik asintió y lo miró intensamente.

-Es hora de volver a empezar.

-Tenemos mucho que construir – suspiró Charles -. Pero como te dije esa noche, si nos queremos nada está perdido.


•••••••••••••••••••••

París. Seis meses atrás.

La habitación que habían conseguido tenía la único e indispensable: una cama y un baño para asearse antes de correr a buscar a Hank y a Logan. Erik llevaba la llave y abrió la puerta apresuradamente. Tenían poco tiempo, cuarenta minutos para ser exactos. Como no quería desperdiciar los segundos, Charles entró detrás y mientras cerraba la puerta con el pie, abrazó a Erik por la espalda. Magneto volteó la cabeza y se besaron. Sin separar los labios, llegaron hasta el lecho y Erik giró a Charles para acostarlo boca arriba en un extremo del colchón. Apresurado, se desabrochó y bajó los pantalones, mientras que Xavier estiraba las piernas para hacer lo mismo.

Los dos ya tenían los miembros erectos y endurecidos. Charles atrapó a su compañero de las caderas con los dedos extendidos para rozar su masculinidad, y lo empujó para que se recostara con él en la cama. Erik se ubicó boca arriba y Xavier brincó para ubicarse encima de él. Le separó las piernas, mientras que Erik extendía las rodillas. Se miraron a los ojos y leyeron claramente que los dos ansiaban lo mismo.

Charles acarició la cavidad de su amante y cuando sintió que se dilataba, introdujo el primer dedo. Erik soltó un gemido, echando la cabeza hacia atrás. Cuando sintió que estaba preparado, introdujo el segundo. Erik lo abrazó de la nuca y estiró para que yaciera encima de él. Sus erecciones se rozaron. Los dos jadearon al tiempo que se mojaban los rostros con besos llenos de necesidad y pasión. Charles introdujo un tercer dedo y lo movió junto con los otros para dilatarlo por completo. Erik aullaba de placer y lo mejor aún estaba por llegar.

Xavier retiró su mano del interior. Volvió a saborear la boca efusiva de su amante y se apartó apenas para observarlo.

-¿Estás listo? – pidió permiso.

Erik asintió. Charles quedó un rato en suspenso, solo contemplándolo, y le acarició la mejilla. Erik se veía demasiado atractivo, con la fascinación de un misterio a punto de ser revelado. Después de once años de tratar de sentir odio, sentía sin culpa que otra vez lo amaba. Nunca había dejado de amarlo, de ahí venía el origen de su adicción y su amargura. Ahora podía creer otra vez en el amor y en la vida.

-¿Vas a devorarme con la mirada o con esto? – lo apremió Erik, y al decir "esto" le acarició el miembro y se lo llevó hacia su propia cavidad.

Charles apretó los ojos y gimió. Así era Erik, de a ratos le daba el control y de a ratos se lo quitaba. Una vez que lo acomodó en la entrada, retiró las manos para permitirle a Charles seguir manejando la situación. Charles abrió los ojos para contemplarlo mientras empujaba su virilidad hacia el interior. Una sensación húmeda y electrizante.

Erik jadeó al sentir la penetración. Era como una caricia y un latigazo a la vez: suave y a la vez dura, inmensamente grata y levemente dolorosa.

Una vez que estuvo acomodado adentro, Charles comenzó a balancearse. Erik lo atrapó de los omóplatos para empujarlo hacia su rostro y sus labios. Se besaban y saboreaban con la lengua la boca y las mejillas. Xavier desaceleró los movimientos para prolongar el placer. Los dos estaban embelesados con lo que se provocaban. Erik pellizcó los glúteos de su amante, mientras que Charles le acariciaba y masajeaba los muslos. Cuando sintieron que el clímax se acercaba, apartaron los rostros mojados de sudor y saliva para observarse. Erik gritó primero y apretó las rodillas contra las caderas de Charles. Xavier soltó un aullido y liberó su semilla adentro.

Quedaron paralizados y jadeando, hasta que Charles retiró su miembro con suavidad y se arrojó de espaldas junto a su amante. Erik le pasó la mano por el cabello, lo miró y le plantó un beso en los labios.

Charles quiso creer que podrían empezar de nuevo, borrar los once años pasados y soñar como lo habían hecho antes del accidente. Pero dos horas después Erik creyó que asesinando a Raven cambiaría la Historia y decidió huir, matando una vez más al Charles optimista y a su esperanza.

(Fin del flashback)
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Charles abrió los ojos en medio de la oscuridad. Había revivido en sueños ese encuentro mágico en París pero se había despertado con el agrio sabor de la posterior ruptura. Sin embargo, apenas el halo onírico se despejó, notó que estaba abrazando a un dormido Erik y recordó que ahora todo había cambiado y la esperanza reinaba otra vez en su corazón.

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¡Hola!

Disculpen la demora pero tuve problemas con mi conexión y no pude actualizar antes. Estaré de viaje este fin de semana así que más adelante subiré el próximo.

Espero que se entienda el "flashback" porque no podía dejar de narrar ese encuentro en París que trajo tales consecuencias.

Besitos y ojalá que les siga gustando.

Midhiel  

Wish You Were Here (Cherik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora