Capítulo Cuatro: Ansiedad

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Wish You Were Here

Capítulo Cuatro: Ansiedad

Erik llegó a la mansión ya restablecido y bajó del coche sin problemas. A pesar de eso, no le había permitido a Charles retirar la mano en todo el viaje por temor a que los síntomas reaparecieran y también porque su contacto le agradaba.

Entraron los cuatro al hall donde estaba la imponente escalera de madera. Erik parpadeó recordando el mes que viviera allí, antes de la misión a Cuba. Había sido la época en que él y Charles habían afianzado la relación que empezaran en los cuarteles de la CIA. Un tiempo de sueños, proyectos juntos, esperanza y mucha intimidad. Sentían que tenían la vida por delante y que unidos podían llevarse el mundo a cuestas. Si en ese momento alguien les hubiera planteado que pronto se separarían, no lo habrían aceptado. Se tenían el uno al otro y Erik sentía, lo recordaba muy bien, que con Charles a su lado ya no necesitaría nada más.

-Cena algo liviano y luego hablaremos – dispuso Xavier y lo sacó de sus meditaciones.

Erik asintió, volviendo a la realidad. ¿Era ese el mismo Charles que una vez había amado? Se veía desahuciado, maduro y sin su perenne jovialidad. Pero sí, se trataba de él, de la única persona de la que una vez Erik Lehnsherr se había enamorado.

-Ahora que me siento mejor, mi estómago me reclama comida – contestó para decir algo -. Llevo más de doce horas de ayuno – iba a añadir que no era saludable en su estado, pero tenía que declarárselo a Charles recién cuando estuvieran a solas.

-Tienes que beber mucho líquido – intervino Hank con aire de conocimiento.

-Está bien – concedió Erik y bromeó -. Parece que esta noche tengo dos madres.

Hank sonrió levemente pero Charles se mantuvo serio y enfiló hacia la escalera. No estaba de humor para chistes.

-Te espero en mi despacho – se despidió a secas.

-No le hagas caso – aconsejó Hank -. Tiene sus días, todavía está resentido por una discusión que tuvimos esta mañana.

Erik siguió con la mirada a su viejo amigo. Luego se dirigió con Hank a la cocina. Allí ya estaba Raven terminando su plato. Cuando llegaron se estaba limpiando las comisuras con la servilleta. Al ver a Magneto, bebió de su vaso y se levantó.

-Te agradezco que me hayas ayudado – dijo Erik, mientras tomaba asiento junto a ella -. Me salvaste la vida.

-Tú me enseñaste que teníamos que protegernos entre nosotros – contestó Raven ásperamente -. Por eso me sorprendió cuando trataste de matarme en París.

Hank se acomodó los lentes y corrió al refrigerador, más nervioso que de costumbre. Erik la observó un rato y contestó.

-Cuando lo hice, pensé que así protegería a los nuestros de un futuro mortal. Lo siento.

-Te ayudé por Charles – soltó la joven finalmente -. Él jamás se hubiera repuesto si algo malo te ocurría. Buenas noches, Hank – se marchó.

-Buenas noches, Raven – respondió el muchacho y se sirvió un vaso de leche fría.

Erik se volvió hacia Hank.

-Antes de que lo menciones – bromeó ácidamente -, también me disculpo contigo por nuestros enfrentamientos en París y en Washington.

El muchacho se sentó con el vaso frente a Magneto.

-Quiero saber acerca de tu segunda mutación – confesó el joven -. Quieres contárselo primero a Charles, pero estoy preocupado. Solo respóndeme una cosa: ¿es algo violento, dañino? ¿Alteró tu salud?

Wish You Were Here (Cherik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora