Capítulo 3 "Cercanas"

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  ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? Me pregunté mientras caminaba por una especie de laberinto. Sentía como si las paredes se fueran cerrando a mi paso y un tic tac de un reloj volvía loca mi cabeza. Llena de tics trataba de salir de ahí pero cada vez que llegaba al final del camino no había salida. De pronto llego al final de uno pero en vez de encontrarme una pared me topé con un espejo. Al verme en él me di cuenta de que llevaba un hermoso vestido de novia. Sorprendida di vueltas ante mi reflejo para poder verme bien con él puesto. De pronto una voz hizo que saliera de mi estado de vanidad. Oía como esa voz pronunciaba a gritos mi nombre -Flor, ¿Dónde estás?- repetía una y otra vez
   Espera un momento esa voz me es conocida, la he oído alguna vez... un momento es Jazmín. Esa voz que me llamaba desesperada era la misma voz dulce que tanto me había tranquilizado aquel día en el cementerio.
  Desesperada comencé a llamarla esperando su respuesta pero parecía no oírme pues seguía repitiendo -Flor, dónde estás?-
   Mientras más la oía más me desesperaba por encontrarla pero se me hacía imposible. De pronto las paredes comenzaron a abrirse a mi paso creando un pasillo recto. Al final del pasillo estaba ella mirándome de la misma forma que lo había hecho la primera vez que nos vimos. Vestía aquel mismo vestido blanco con flores y su pelo colorado se movía con el ligero viento que había. De pronto su mano se extendió hacia mí y de su boca salieron las palabras -Ven conmigo-
   No dudé y comencé a caminar hacia ella a través del pasillo. Mientras caminaba pude notar que en las paredes del pasillo colgaban unos misteriosos cuadros tapados por unas telas negras. A pesar de que llamaron mi atención no me detuve, solo tenía ojos para ella.
   De pronto el sonido de aquel molesto reloj paró lo que hizo que sonriera aliviada. Pero muy pronto mi sonrisa se borró al notar que algo raro le sucedía a Jazmín. A su vestido blanco comenzaron a salirle manchas del más intenso rojo. Confundida detuve mi paso y me quedé observándola confundida.
-¿Por qué no te diste cuenta antes?- me preguntó y en ese momento noté como le salía sangre de su cabeza y de su abdomen.
   Espantada me quedé petrificada mientras veía como la sangre corría y corría sin detenerse convirtiendo su vestido blanco en rojo. Estaba aterrada mientras que ella solo me miraba fijamente -Fue muy tarde- y sus ojos se apagaron y cayendo al suelo
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-Raba Fugitiva*- exclamé levantándome de un brinco de la cama. Ay, Dios, solo había sido un sueño. Gracias, que alivio.
  Agitada por esta horrible pesadilla me dejé caer sobre la cama nuevamente sosteniendo mi pecho el cual palpitaba sin control. ¿Qué había sido eso?  ¿Por qué soñé algo tan escalofriante? Me pregunté a mi misma muriendo de ganas de llamar a la colorada y comprobar si estaba bien, pero recordé que no había pedido su número.
   Tratando de calmarme fui al baño y mojé mi cara. Angustiada me miré en el espejo y me dije a mi misma -Fue solo un sueño. Jazmín está bien-
   Tras esto me metí en la ducha para quitarme todo lo sucio de esos dos días. Salí y me coloqué mi mejor ropa,  desayuné una tostada y cogiendo mi bolso salí de mi apartamento.
   Iba por la calle destino a la casa de Virginia con la que había quedado para conseguir empleo, pero al pasar por una calle vi un reloj en una de las vitrinas de una tienda. Al verlo se me hizo imposible no recordar aquel terrible sueño y mi corazón se llenó de preocupación por Jaz.
   Decidida cogí mi móvil y le marqué a Vir para cancelarle. Una vez hecho esto volví sobre mis pasos y fui al cementerio.
   No sabía si iba a estar ahí, no sabía si vendría pero era el único lugar donde podía encontrarla. Agitada llegué a aquel lugar y exactamente allí estaba ella. A unas tumbas de la de mi padre se encontraba la colorada poniendo jazmines a una de las lápidas.
   Al ver que estaba bien respiré aliviada y me acerqué tímida a ella. Antes de llegar a dónde estaba, ella se dio cuenta de mi presencia y me miró con los ojos iluminados, parecía que estaba feliz de verme -¿Volviste?- ilusionada
-Sí, volví- le dije tímida como una adolescente ante su primer amor
Esta dejo lo que estaba haciendo y se acercó a mí con esa bella sonrisa que siempre llevaba -Me alegra- mirándome feliz
-A mí también me alegra ¡La almeja!* Uh, perdón- avergonzada por mí Tourrette- No quise decir eso, lo que te quiero decir es que también me alegra verte- con mucha vergüenza, mi Tourrette me ponía muchas veces en evidencia pues sacaba mis más ocultos pensamientos
Ante toda esta escena ella solo sonrió y me dijo al ver mi vergüenza -No sientas vergüenza de  ser como sos, porque sos hermosa y muy especial-
  Estas palabras hicieron que mis piernas temblaran. Nadie me había hablado de esa forma en mi vida. Creo que ella sintió mi temblor porque tras esto se sentó en el mismo banco del día anterior para que yo la imitase.
   Una vez a su lado, nerviosa comencé a jugar con mis manos, no sabía qué hacer ni que decirle. Mientras que ella estaba igual que yo, solo me miraba de re ojo para evitar que me diera cuenta.
En ese momento vi sobre la tumba de mi padre un jazmín cosa que me sorprendió -¿Y esto?- dije levantándome y cogiéndolo en mi mano
Ella sonrió avergonzada y me dijo -Fui yo-
-¿Vos?- le dije sorprendida
-Sí, es que pensé que sería lindo. ¿Hice bien?- me dijo buscando mi aprobación 
-Sí, gracias. A mí siempre se me olvida comprarle. Es que aún no me hago la idea- le dije agradecida
-No es por ser muy egocéntrica pero los jazmines son mis flores favoritas- me dijo con una tímida sonrisa
-Los míos también, son muy hermosos... como tú- dije en un momento de valentía
  Al oírme alzó una ceja sorprendida por mi decisión. Pero al verla enseguida me entró el miedo y traté de arreglarlo -Como amiga quiero decir, como amiga que eres hermosa y buena- estaba muy nerviosa
  Jaz volvió a sonreír y en forma de burla me dijo -Menos mal que soy una amiga hermosa y buena y no una amiga mala y fea-
-No existen amigas malas- le dije riéndome
-Tenés razón, pero existen amigas buenas como tú y como yo- me dijo mirándome de otra forma. En su mirada se veía el más puro amor.
   Un silencio se apoderó del lugar, ambas nos quedamos mirándonos hipnotizadas. Yo solo podía mirar sus gruesos labios los cueles no paraban de llamarme con ese hermoso carmín. Jazmín miraba mi boca deseosa de ella, ambas lo queríamos pero cuando estaba a punto de lanzarme el miedo me invadió nuevamente y me separé disimulando.
  Pude notar como Jaz lanzó un suspiro y volvió en sí. Nerviosa comencé a buscar a mi alrededor temas de conversación cuando de repente vi los jazmines sobre otra tumba -¿A quién le traes flores todos los días?- Al oír mi pregunta la colorada bajó la cabeza triste, tal parecía como si le hubiera molestado mi pregunta
-Lo siento soy una re metida. Si no quieres hablar no lo hagas- le dije al ver su rostro agobiado. Al parecer era un tema delicado.
   Esta levantó la vista mostrándome sus ojos verdes ahogados en lágrimas retenidas -No, quiero hablar. Me va a hacer bien contárselo a alguien-
Yo me acerqué más a ella para escucharla mejor -Es mi hermanito pequeño-
Al oír esto me dolió en el alma, no sabía aun bien la historia pero por su cara aquel que yacía en la tumba era un niño pequeño -¿Qué edad tenía?- pregunté
-Lucho tenía solo 8 años cuando murió. Era el día de su cumpleaños- me dijo ya llorando devastada
-Ay, Dios, Jaz, no sé cómo debes sentirte. Si yo que perdí a mi padre que ya era mayo imagínate el dolor que debes sentir vos al perder a alguien tan pequeño- le dije devastada.
Al oír su historia y ver su dolor me di cuenta de que no se comparaba en nada con el mío, eso sí era una verdadera mierda del destino.
-Murió en un accidente, por suerte dicen los doctores que no sufrió. Murió al instante- me dijo
   Yo no supe que más decirle, lo único que pude hacer fue abrazarla como ella lo hizo conmigo el día del entierro de mi padre. Sentí como sus manos se apretaban bien fuerte a mi espalda cosa que me hacía sentir la mujer con más dicha del mundo.
  A lo lejos las señoras le ponían flores al difunto marido de Concha, la mayor cuando la ven a Flor. La cara de Vicenta y Concha representaban espanto, mientras que la de Marisa solo risa
-Por dios...- exclamó la menor boquiabierta
-Esta juventud está perdida- dijo la más vieja
Ambas se retiraron y la del cigarrillo solo de quedó observando a Flor mientras se reía de lo que veía -Vicenta, llama a la Hierbas que seguro que esta es cliente suya -exclamó siguiendo a las demás sorprendida por lo que veía

Destinada a ser... (Flozmín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora