Capítulo 10 "Si fuera fácil"

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  Había pasado el resto de la noche en vela, aferrándome a sus recuerdos. No podía dormir, la imagen de Jaz iba y volvía de mi cabeza. Mi cara reflejaba la más grande de las tristezas, mis ojeras casi tocaban el suelo. No quería vivir sin ella, pero el problema era que estando viva tampoco podía estar a su lado.
Debo admitir que por un segundo se me cruzó por la cabeza el hecho de quitarme la vida. Miraba el cuchillo que estaba sobre la mesa de la cocina pensativa.
Dejándome llevar por mis oscuros pensamientos me levanté y caminé hacia la mesa. Tomé el cuchillo en mis manos temblorosas y lo coloqué sobre mi muñeca. Estaba dispuesta a hacerlo, estaba dispuesta a acabar con mi vida con tal de poder estar a su lado.
En ese momento se oyó  unas llaves en la puerta. Asustada solté el cuchillo y me alejé de él. Era Vir quien venía a saber cómo estaba. Al ver mi cara se dio cuenta que mal y me abrazó preocupada
-¿Qué te pasó?- me dijo mientras yo no quitaba la vista del filoso cuchillo
¿En qué estaba pensando? ¿Iba a terminar con mi vida? ¿Qué hubiera pasado conmigo si Vir no hubiese llegado a tiempo? Todas esas preguntas pasaron por mi cabeza en cuestión de segundos
-Eu, Flor, ¿Estás bien?- me preguntó Virginia haciéndome volver en mí
-No me quiere. Ella no me quiere- le dije llorando desconsolada
Virginia me abrazó más fuerte como tratando de protegerme en sus manos evitando que nadie me hiciera daño.
-Flor, vos mereces ser feliz- me dijo agarrándome la cara con sus pequeñas manos
-Yo solo soy feliz con ella, Vir- le dije aferrándome a su hombro
-Pero todo esto te hace mal. Mírate, boluda. Mírate bien- me dijo poniéndome frente a mi espejo para hacerme entrar en razón
   Al verme frente al espejo me quedé helada. Realmente tenía muy mala cara, no era yo. Tal parecía que yo fuera la que llevará cuatro años muerta. Nunca había estado tan mal, ni siquiera cuando chica. Mi cara reflejaba todo menos felicidad, reflejaba todo el dolor que estaba sufriendo mi corazón.
Me quedé un rato mirándome mientras pensaba. ¿Y si Jaz tenía razón? ¿Y si esto en vez de hacerme feliz lo que terminaba arruinándome la vida?
Vir me miró llena de preocupación. No entendía muy bien lo que me pasaba, pero si sabía que estaba sufriendo horrores -¿Qué vas a hacer?- y yo me miré pensando en tomar una decisión
Un mes después:
He retomado mi vida antigua, un poco cambiada pues nunca volví a ser la misma. En este último mes he tratado de seguir adelante, hasta he conseguido trabajo y todo.
    En cuanto a lo personal me va, se podría decir así. Hace dos semanas que salgo "Formal" con Daniel y todo pinta bien. El es un buen chico y parece que me quiere pero siento que algo me falta.
  Era una noche fría y Dani y yo llegábamos del cine. Este no paraba de hablar sobre la peli, que para mí no fue tan buena. Yo no le hacía caso, ignoraba sus palabras por completo. Solo sonreía levemente y sin ganas para evitar que se diera cuenta de que no le estaba haciendo caso. De pronto sin darme cuenta Dani me besó.
Debo admitir que me tomó de sorpresa pues realmente estaba desconcentrada. Sorprendida abrí los ojos durante el beso para encontrarme con una cara que me dio un poco de grima. No puedo creer la cara de bobo y salido que puede llegar a poner este chico con un beso
-¿Entramos?- me dijo con voz de querer algo más que un vaso de agua
-No, no- dije rápidamente, realmente no tenía ganas no esa noche
-¿Por qué?- me preguntó extrañado y con la voz ya excitada
-No, hoy no tengo ganas, Dani. Estoy muy cansada- le dije como excusa tratando de alejarme de él, pero este parecía un koala pegado a su eucalipto.
-Dale, Flor. Por fa- me suplicó pegando su cuerpo al mío para que pudiera sentir una parte de su cuerpo que sin duda estaba creciendo, no mucho pero se notaba.
Toda esta situación me hizo sentir un poco incómoda. Realmente no tenía ganas de meterlo en mi cama ese día. Ya tenía otros planes que no iba a dejar que ninguna calentura me los arruinara. Aprovechando la cercanía a la puerta hice una maniobra para abrirla y entrar rápidamente. Sinceramente me recordó a la escena de Bella y Gastón en la Bella y la Bestia, sorry es que me encanta esa película.
-Nos vemos, Dani- le dije mientras le cerraba prácticamente la puerta en la cara.
Una vez la puerta cerrada suspiré aliviada de haberme librado de ese pesado. No me malinterpreten, Dani era un buen chico, me quería mucho y me tenía paciencia pero con él me sentía diferente, rara, no sé como describirlo. No provocaba en mí esa pasión y ese ardor en el corazón que había que sentir cuando conoces a la persona indicada. ¿Pero cómo iba a sentir eso con él si mi corazón no le pertenecía?
Agotada me quite los zapatos y comencé a andar descalza por la casa. Fui al refrigerador y saque una mini tarta de chocolate que tenía escondida en lo último de la nevera. La coloqué en un plato y luego le puse una vela encima.
   Tras hacer esto fui al cuarto un momento. Allí me agaché en el suelo, donde comencé a mover un pedazo de tarima suelta. Lo quité con mucho cuidado para encontrarme con mi más grande secreto. Con una sonrisa saque una pequeña cajita que allí escondía y volví a la cocina.
Con lágrimas en mis ojos me dispuse a encender la vela que estaba sobre la torta. Una vez encendida saque de la cajita mi pertenencia más preciada.
-Feliz cumple, Jaz- dije colocando su foto delante de mí y junto a la tarta.
Gracias a su diario sabía que ese 30 de noviembre era su cumpleaños número 29.
Ah, Dios, como la echaba de menos. Para el resto de las personas yo estoy pasando la mejor etapa de mi vida...  No podrían estar más equivocados. Desde hacía un mes sentía que se me había ido la vida. No tenías ganas de nada, ni siquiera de vivir... no sin ella.
No podía olvidarla, su sonrisa, su pelo, esa mirada que me volvía loca... todo. No había parte de su cuerpo que no echara de menos, y eso que no tuve tiempo de conocerla completa. Extrañaba a mi colorada, de hecho no entendía cómo había sobrevivido a todo este mes sin verla. Con un gran dolor en el pecho sople la vela y me acosté a dormir.
A la mañana siguiente tenía que ir rápido a trabajar. Ahora era la representante de uno de los hoteles de mi padre, que ahora era dirigido por Carla, mi hermana. Carla tenía mi edad, pero al contrario que yo había triunfado en la vida. Ahora era la dueña de todo y si  duda lo manejaba igual o incluso mejor que lo que lo hacía papá.
Ese día tuve una reunión con uno de los proveedores, y tras terminar fui a tomar un café a un parque cercano. Allí me senté a pensar en la vida mientras disfrutaba del rico aroma a café. En ese momento sentí como una persona se acercó a mí y me tapó los ojos.
Esto me asustó un poco, no mucho porque sabía que era alguien conocido. Traté de averiguar quién era, tenía las manos gruesas, sin duda era un hombre entonces pensé que era Dani... pero no, Dani en su vida estaría así de fuerte. Entonces fue que olí un delicioso aroma a comino que me hizo darme cuenta de exactamente quién era.
-¿Javo?- pregunté insegura
Este me soltó para mostrarme que estaba en lo cierto. Apa, ¿y cómo lo descubriste?-
-Por tu olor- le dije
-¿Qué? ¿Tan mal huelo?- en forma de broma
-No, tonto. ¿Qué haces acá?- le dije realmente estaba feliz de verlo
-Nada, que vine a un evento por acá cerca y cuando volvía te vi y aquí estoy- sentándose a mi lado -¿Y vos? ¿Cómo estás? Hace un buen tiempo que no nos vemos- me dice
-Lo sé. Es que he estado ocupada- le dije tratando de justificarme. No fui a visitarlo más porque realmente quería olvidar todo lo relacionado con Jaz, aunque sabía que era imposible.
-¿Ocupada con mi amiga?- me pregunta con una sonrisa picaresca -Estando muerta sigue haciendo bien...- haciendo señas de tijeras con sus manos
Al verlo me sonroje y me puse algo nerviosa. Nunca había pensado en la posibilidad de acostarme con Jaz, pero ahora que él lo decía no me parecía tan alocado la idea.
-No, de hecho no la he vuelto a ver más- le dije bajando la mirada triste -Quizás solo fue parte de imaginación- me dije a mi misma
Este me miró serio, sintiendo mi dolor y me dijo -Che, flor, te quiero comentar una cosa que me está dando vueltas a la cabeza-
-¿El qué?- pregunté curiosa
-Después de que vos fuiste a la escuela yo me quedé pensando en todo lo que me dijiste de Jaz y eso de que se aparecía-
-¿Y?  ¿Pensaste que estaba loca?- le dije riéndome y causando su risa también
-No, no... Bueno, un poco loca sí que estás- haciéndome reí -No, de hecho fui buscando respuestas a una de estas médium que andan por ahí. Que te confieso que aun creó que es un fraude pero me explicó algo bastante interesante- me dijo
-¿El qué?- pregunté bastante interesada en la explicación
-Esta mina me explicó que muchas veces cuando morimos no vamos al cielo ni al infierno. Nos quedamos ahí en in espacio intermedio llamado limbo, o eso creo. En el cual no podemos salir hasta que cumplamos nuestra misión en la tierra y creo que eso es lo que me pasó a Jaz. Creo que mi Juanca está allí en ese espacio porque aún no ha hecho todo acá en el mundo de los vivos- explicó realmente serio
Yo le quedé pensativa por unos segundos. ¿Y si todo esto era verdad? ¿Y Jaz estaba encerrada allí por cosas sin terminar?  ¿Iba a quedar allí el resto de sus días? ¿Una eternidad? Ay, mi pobre colorada, tan sola allí.
-¿Y cómo hago para sacarla?- le pregunté a Javo
- No lo sé- y me quedé pensativa -¿Qué? ¿Qué planeas hacer?- me preguntó curioso por mi reacción
-Puede que ella me haya echado de su lado pero no me voy a dar por vencida- le dije decidida
Javo me sonrió dándome su aprobación -Juanca, tiene suerte de tenerte en su vida... o bueno, en su muerte- y me abrazó bien fuerte
Decidida volví a mi casa, aun me quedaba trabajo por hacer pero no me importaba, mi prioridad ahora era recuperar Jazmín. Tomé un montón de cosas y lo metí en una gran bolsa. Estaba segura de lo que iba a hacer, sabía que mi destino era estar con  Jaz, ya sea en la vida como en la muerte.
Al llegar al cementerio estaba todo desolado, solo un anciano que se iba tras ponerle flores a su esposa. Llegué frente a la tumba de mi padre -Deséame suerte, papá- le dije guiñándole un ojo
  Tras caminar un poco llegué a mi destino. Allí estaba su tumba frente a mí con unos jazmines en su honor. Hacía tiempo que no iba, tenía miedo. ¿Acaso pensaría que la había olvidado? Eso era imposible.
-Jaz, Jazmín, soy yo. Soy Flor. Por fa, salí. Necesito hablar contigo- dije en baja voz pero nadie me respondió.
  Al ver esto pensé realmente que la había perdido, ya no quería saber más de mí. Triste agache mi cabeza, enojada conmigo misma por haberla abandonado. Le había fallado nuevamente. En ese momento sentí una mirada clavándose en mi espalda. Me voltee para encontrármela ahí, observándome. Su mirada transmitía una mezcla de confusión y asombro. Tal parecía que no se creía lo que estaba ocurriendo, no podía creer que había vuelto por ella.
Al verla solo pude sonreír mientras las lágrimas corrían por mis ojos de la emoción. La amaba, nada había cambiado, volvía a sentir las mariposas en la barriga y mi cuerpo erizarse solo con verla. Ni nada ni nadie podía evitar que me derritiera ante aquella mujer.
Hacía un mes que no la veía y sinceramente la extrañaba con locura. Extrañaba su aroma, su pelo, su mirada y esa piel tan delicada y suave que me hacía temblar con el mínimo contacto.
Tímida y sin apartar la mirada se fue acercando poco a poco a donde estaba -¿Flor? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué viniste?- me preguntó con la voz quebrada y temerosa
-Por vos- le dije segura de mis palabras
-No, Flor, ya te lo dije...- afligida
Pero yo la callé antes de que continuará hablando -Lo sé, recuerdo muy bien lo que dijiste. Pero después de un mes sin verte me he dado cuenta de que la vida esa tan maravillosa, que vos dices... es una mierda si no estás a mi lado- Ella trató de hablar pero yo la volví a callar -Jaz, yo te amo. Y no imagino mi vida sin vos. Y puede que vos estés... muerta, puede que vos no me quieras, puede que yo malgaste mi vida aquí peor no me voy a rendir. No estoy dispuesta a dejar pasar al amor de mi vida dos veces. En mi vida he perdido siempre, pero estoy cansada ya de ser una perdedora. No te voy a perder a vos. Así que aguántate porque te voy a hacer compañía  todos los días de mi vida y más- le dije sacando todo lo que me había estado matando por dentro desde que descubrí la verdad
Ella se quedo callada, sin saber qué decir. No tenía ni idea de cómo debía de actuar. Solo me observaba con los ojos llenos de lágrimas.
Nerviosa con temor a su reacción saqué mi celular de mi bolsillo -Si mis palabras no fueron suficientes para vos espero que esta canción se sepa explicar mejor que yo- poniendo una bella canción llamada ¨Si fuera fácil¨
"Si fuera fácil desde hoy te olvidaría
Y borraría cada huella de este amor.
Y si fuera fácil la ilusión
Se alejaría y yo no estaría
Con la vida aquí tan frágil
Deseando que no amarte
Fuera fácil"
-No me importa el tiempo. Y te juro que haré que te sientas más viva que nunca. Por eso te traje estos *Para Chargar * ¡Merluza!!  Umm, perdón- dije  nerviosa sacando las cosas de la bolsa, pude ver como mis expresiones por el Tourrette la hicieron reír un poco, cosa que me dio tranquilidad.
  De allí saqué de todo, pinturas, comida, una radio, juegos... todo para hacerla pasar los mejores días de su vida -Todo esto es para ti. Incluyéndome. Soy tuya para siempre- le dije
Mi respiración iba a millón, moría de miedo ante su reacción. Ella no movía ni un músculo, solo me miraba solloza
-¿Y?- pregunté ansiosa -¿No me vas a decir nada?-  esperando una reacción por su parte
De pronto sus labios se abrieron, por fin iba a hablar -Yo...- le costaba trabajo continuar de lo emocionada que estaba, por lo que suspiró fuerte -Yo te amo, flor-
Estas palabras fueron suficientes para que yo corriera a sus brazos y la abrazara desesperada. Aferrándome a su ser
-¿Estás segura? ¿Será una locura?- me dijo llorosa
Yo me aleje un poco para colocar mi cara justo frente a la de ella. Nuestros rostros estaban apenas unos centímetros, podía sentir su respiración. Miraba sus labios deseosa de volver a probarlos, ella sentía lo mismo.
  No dudé más y me decidí. Corté el pequeño espacio que estaba entre nosotras juntando nuestros labios. Fue un largo y necesitado beso. Las dos nos echábamos de menos. Necesitábamos sentir nuestras pieles nuevamente. Volver a besar sus labios fue como tocar el mismísimo cielo. No la iba a perder, definitivamente no la iba a volver a dejar ir.

Destinada a ser... (Flozmín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora