Capítulo 9 "Sacrificios"

330 22 0
                                    

No de nuevo aquí no. Estaba de vuelta en aquel maldito laberinto. Debo admitir que esta vez no me dio miedo. Ya sabía lo que venía. Era todo igual: el vestido, el sonido del reloj, los cuadros, los espejos… todo. Allí estaba nuevamente Jaz llamándome con su mirada y como siempre decidí ir hasta ella. Nuevamente Lucho se interpuso en mi camino con la pelota, pero esta vez no le hice caso. En esta ocasión trataba de analizar todo lo de la habitación. No sé por qué, pero sentía como si estuviera más cuerda, como si tuviera más control de la situación.
Al ver que lo ignoraba Lucho me siguió ya sangrando por los oídos -No me haces caso como lo hiciste con mi hermana. Por tu culpa estamos muertos- repetía todo el tiempo, cosa que me afectó bastante
Yo caminé dirigiéndome hacia Jaz cuando note la presencia de los cuadros tapados con lonas y llena de curiosidad los destapé. Una vez descubiertos me llevé una gran sorpresa nunca pensé encontrarme con esa imagen. Estaba muy confundida, no entendía que significaba.
Parecía una  de las pinturas de Jaz, y nos reflejaba a las dos felices y contentas en un parque. Se nos veía tan enamoradas que dolía.  Estábamos rodeadas del delicado pasto verde y notaba como se movía con el viento. La pintura comenzó a moverse permitiendo que mi imagen y la de Jaz se besaran. Esto provocó que me conmoviera realmente
– ¿Por qué lloras? No entiendo- me dijo el pequeño que estaba a mi lado observándome –Todavía falta lo triste – me dijo haciendo que volviera a ver la pintura
Cuando de repente la imagen se volvió oscura y yo desaparecí quedándose solo Jaz en una oscuridad desgarradora y con sus ojos inyectados en sangre.  El pasto había desaparecido, todo era muy siniestro. La imagen era realmente aterradora, pero no tan aterradora como con la que me topé al voltearme.
Me encontré frente a frente con Jazmín, la cual no se veía hermosa, todo lo contrario. Tal parecía como si su piel se desvanecía y sus ojos me miraban sin vida como si no tuvieran alma.
Yo me quedé muda ante su presencia, no sabía qué hacer, hasta que ella habló -Solo tú puedes salvarme-
Al oír estas palabras mi corazón latió fuerte y sin importarme el estado macabro en que se encontraba mi amada la bese. Le di un beso lleno de amor y pasión, ese beso que tanto deseaba darle desde hace días.
  Mientras la besaba sentía como si algo cambiaba. Su piel dejó de ser áspera para volverse la piel fina y delicada que siempre había tenido. Sorprendida me separé para verla mejor. Allí estaba frente a mí, igual de hermosa que la última vez que nos vimos. Me miró mientras se encontraba  aun muy cerca de mí y con una sonrisa me dijo -Gracias- volviendo a besarme
De repente una luz me cegó y al volver abrir los ojos estaba en otro lugar.
¿Dónde estoy ahora? Este lugar lo conozco, lo he visto. Espera un momento, es el jardín de Jaz. ¿Pero cómo es posible? Allí está Lucho jugando con los niños. Por dios, ya entiendo. Es 11/3/2014  he vuelto a esta horrible fecha.
A Lucho se le ve tan feliz jugando con los niños. ¿Qué hace? ¿Por qué se mete al auto?
-¡No, Lucho, no lo hagas! ¡No te metas ahí!- le grité a toda voz pero parecía que no me escuchaba
En ese momento de la casa salió Jaz a toda marcha. Por la decisión que se ve en su cara sabía iba en mi búsqueda -Tengo que evitarlo- me dije a mí misma
Corrí y me interpuse en su camino esperando que al verme algo cambiara. Pero Jaz atravesó mi cuerpo como si no estuviera. No me notaba, yo realmente no estaba allí. Ahora yo era la fantasma. Tras recuperarme de lo sucedido, tomé aire y corrí hacia Jaz, la cual ya se montaba en el auto.
Ya era tarde, ambos estaban dentro y el auto estaba en marcha. Traté de abrir el auto pero se me hacía imposible. Raspe la puerta fuerte con mis uñas hasta casi sacarme sangre pero era en vano. Tal parecía que estuviera sellada impidiendo mi paso. Jaz solo miraba al frente, no me hacía caso y se iba camino a su muerte.
Desesperada corrí hacia la calle gritando su nombre -¡No, Jaz, no me dejes!!!- y caí desvanecida en el suelo
…………………………………………………………………………………………….
   Dios estos sueños van a acabar conmigo. Me desperté sobre el diario de Jaz y abrazada a su foto.  Todavía no es de día, no ha salido el sol, pensé observando la falta de claridad que había en mi cuarto. ¿Qué hora es? Solo son las tres de la mañana.
Ah, que dolor. ¿Qué me pasó? Tenía las manos ensangrentadas, mis uñas desgarradas y dolía un montón. Era como en mi sueño. ¿Cómo era posible? ¿Acaso este no era solo un sueño? Confundida y un poco asustada corrí hacia el baño donde me enjuague y envolví mis manos en vendas. Me dolía mucho.
¿Por dios, que era esto que me pasaba? ¿Acaso estos sueños eran señales? ¿Qué debía hacer?  ¿Qué quiso decir Jaz con que yo era la única que podía salvarla? ¿Salvarla de qué si ya estaba muerta? Ya no aguantaba más pensar en que Jaz estaba muerta, pero peor me ponía con estos sueños en los que la veía morir una y otra vez.
No sabía bien que hacer, pero siguiendo mi corazón decidí ir a buscarla. Me arreglé lo más rápido que pude y salí a pie hacia el cementerio. Sé que era peligroso pero cómo iba a pedirle a un taxista que me dejara en ese lugar, se vería demasiado raro.
Tras caminar un rato llegué al cementerio el cual estaba muy oscuro. Solo se veían leves luces que eran para ayudar a la visión de los guardias. Antes de entrar sentí como mi cuerpo se erizaba, el miedo recorría por mi cuerpo. No era miedo de Jaz, no lo temía a ella en absoluto, le temía a lo que pudiera encontrar allí dentro.
Esquivando a los guardias, que por cierto eran bastante ancianos, me adentré en las tumbas. Utilizando la luz de mi celular trataba de orientarme, hasta que me topé frente a frente con la tumba de mi padre. Ya estaba cerca.
-Dios, papá, si me estás viendo ahora mismo debes pensar que estoy loca- dije avergonzada, definitivamente Jazmín me había hecho perder la cabeza.
Caminé un poco hasta que llegué aquella tumba la cual tenía los jazmines más hermosos del mundo. Todavía no podía creer que allí estaba ella, pensé mientras leía su nombre en la lápida.
-¿Jaz? ¿Jaz?- comencé a llamarla en baja voz para no ser descubierta por los guardas.
De pronto sentí la sensación de que alguien me miraba, sabía que era ella pero no lograba encontrarla. ¿Por qué no salía?
-Lo sé todo, Jaz. Sé que moriste. Sé... sé que estabas enamorada de mí desde antes. Jaz, por favor, da la cara- le supliqué
En ese momento sentí unos conocidos dedos tocar mi espalda. A pesar de saber quién era no pude evitar asustarme. Me voltee rápidamente para encontrarme frente a frente con ella, con Jazmín.
Allí estaba a pocos centímetros de mí, tan hermosa y cautivadora como siempre. Al verla no pude evitar sentirme feliz y la abracé desesperada.
-Ay, Jaz, que lindo es verte- aliviada
Ella sonrió tras oírme -¿Qué haces aquí, flor?- me preguntó preocupada
-Tenía que verte- le dije sin quitar la vista de sus ojos los cuales se estaban poniendo rojos de las lágrimas aguantadas
-¿Qué sabes, Flor?- me preguntó nerviosa
-Todo, Jaz. Sé todo- le dije llorosa
-¿Sabes que estoy...?- me preguntó temerosa con la voz entrecortada
-Si- le contesté tragando en seco -Pero no hablemos de eso. No es importante-
-¿Cómo no va a ser importante el hecho de que lleve muerta hace cuatro años?- me dijo sin entenderme y poniéndose muy triste.
Yo baje de la cabeza y miré al suelo sin saber que contestarle, hasta que la miré a los ojos -Hay cosas más importantes- le dije segura
-¿Cómo qué?- me preguntó
-Como nosotras. Lo que tenemos- le dije y pude notar inmediatamente su cara de asombro
-¿Hay un nosotras?- me preguntó sorprendida ante mis palabras
-Siempre lo ha habido. Te amo, Jaz- le dije
  En ese momento ella notó que me había lastimado las manos y preocupada las tomó para verlas más de cerca -¿Qué te pasó?- alarmada, notaba que no le gustaba verme lastimada
-No, nada, no fue nada- le dije disimulando el dolor
-¿Te duelen?- observando mis manos muy cerca de mí
-Un poco- le contesté
Ella apretó mis manos bien fuerte y las cubrió con las suyas. Tras un segundo las quitó y mis manos ya estaban sanas. Era increíble, tal parecía como si no me hubiera ocurrido nada. –Um, um. Es increíble. ¿No podes curarme el Tourrette?- le dije en forma de broma
-Te quiero Flor- me dijo con una sonrisa llena de melancolía
Decidida me acerqué  aún más a ella para besarla, pero antes de llegar a sus labios esta se alejó
-¿Qué pasa?- le pregunté confundida ante su reacción
-No, Flor, así no- se notaba muy agobiada
-¿Así no qué?- le volví a preguntar sin entender nada
Esta miró al suelo y me dijo muy seria mientras lloraba -Flor, ¿Vos te has puesto a pensar en cómo sería esto? Yo no puedo salir de este lugar. ¿Qué harías? ¿Pasar el resto de tu vida aquí encerrada conmigo?  Renunciar a tu vida por mí-
-Jaz, yo estoy dispuesta a hacer cualquier cosa por vos - le dije segura de mis palabras
-No, Flor, no puedo pedirte eso. Sería egoísta de mi parte. No podemos estar juntas, perdimos nuestra historia. No puedo pedirte que no vivas por mí, yo soy la muerta-  me dijo muy agobiada y triste, se lo podía ver en su mirada
-Jaz, pero yo te amo- le dije desesperada sosteniendo su mano
Esta dolida soltó mi mano y se alejó un poco de mí -Yo también te amo. Por eso te dejo libre- me dijo mientras desaparecía en la oscuridad
Sus palabras rompieron poco a poco mi corazón, pero no me iba a dar por vencida. Jazmín era el amor de mi vida y no lo iba a dejar ir tan fácil, no otra vez.
  Desesperada  me olvidé de los guardias y comencé a llamarla a gritos -¡Jaz!! ¡Jaz!! ¡No te escondas más de mí!! ¡No seas cobarde, da la cara!! ¡No me dejes ir!!  ¡No me sueltes de nuevo!!
Lloraba desconsolada en el suelo esperando a que ella volviera, pero no lo hizo, ni siquiera me dio una señal. Muy herida salí de ese lugar y fui caminando hacia mi casa.
Al llegar me tiré furiosa sobre la cama cuando vi el retrato que ella me había hecho. Llena de rabia estuve dispuesta a romperlo en mil pedazos pero al tenerlo en mis manos y sentir su esencia el mundo se me vino abajo. No pude, se me era imposible borrarla. Por mucho que quisiera ya Jaz era parte de mí y difícilmente saldría.
Puede que ella ya no me quisiera verme o que nunca más se me volviera a aparecer. Pero no me iba a dar por vencida, Jaz estaba destinada a ser mía.

Destinada a ser... (Flozmín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora